Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Gobierno de Illía
El teorema del gobierno estable
Los Caballeros del Rey Arturo tomaban asiento junto a una mesa redonda, porque de esta manera ninguno podía adjudicarse la precedencia sobre los otros. Con una apreciación mucho menos romántica de las cosas, el moderno Arte del Comando exige una estricta asignación de responsabilidades sobre la base de la jerarquía militar.
Y como es humano que cada uno piense en su destino individual, en la semana pasada el problema de la precedencia volvió a preocupar a los jefes y oficiales superiores, como todos los años en esta época.
Los reservados militares miraban hacia la Junta de Calificaciones que se reunirá al promediar el mes para discernir ascensos y postergaciones, pases y destinos. Si es cierto que los movimientos afectan a toda la Fuerza, no es menos seguro que al país también le interesa poderosamente la suerte de los más conocidos militares; reglamentariamente cuatro generales de brigada serán promovidos a generales de división, pero son siete los hombres en condiciones de ocupar este escalen inmediato: Jorge Shaw, Melitón Díaz de Vivar, Julio Alsogaray, Juan E. Yavícoli, Carlos Caro, Osiris Villegas y Julio López. Del natural hermetismo castrense pudo extraerse, al cabo de los siete días pasados, la convicción de que los cuatro primeros de ellos agregarán otro sol de metal a sus uniformes. Seis meses atrás no faltaba quién descontara el relevo del general Alejandro Lanusse desde la jefatura de la guarnición de Campo de Mayo hacia una posición meramente honorífica, pero su decidida posición antiperonista tornaría ahora indelicado ese cambio: su presunto sucesor, el general Osiris Villegas, aguardará, por lo tanto, junto con Carlos Caro, un año más para convertirse en general de división. Entre los coroneles que seguramente ascenderán a generales de brigada figuran Delfor Otero ívfnnupl González. Alberto Marini, Juan C. de Marchi, Mario Laprida, Eduardo Uriburu y José Rafael Herrera, cuñado éste del teniente general Aramburu.
Naturalmente, la imagen de Pedro Eugenio Aramburu ronda los cuadros militares como un eficaz antídoto contra otra figura más añeja: la de Juan D. Perón. Pero los observadores estiman que la defensa del teniente coronel Castro Madero por parte del Comandante en Jefe teniente general Juan Carlos Onganía “destruyó en el Ejército la influencia de Aramburu como líder del antirretornismo”. Pero la defensa de Castro Madero atendía más que todo a la conservación de la unidad de cuerpo.
Esto no quiere decir que los militares se hayan eclipsado de la semana política, porque en su responsabilidad cabe cubrir las vacilaciones del gobierno civil. Y entonces hablan: “La distancia que separa a Perón de Buenos Aires —opinaba un general en actividad días pasados— es directamente proporcional a la estabilidad del gobierno. Perón en las Canarias es una conmoción, en Brasil un desastre, y en Uruguay la caída de este gobierno.” Entre tanto, Perón en Madrid ejercitaba este teorema dándole distintas magnitudes: “Si me corro hasta Asunción...”
Mientras esto sucedía, el gobierno seguía girando en su propio círculo: Illia desplegaba su imagen bonachona en audiencias y en actos públicos, como la inauguración de la nueva central termoeléctrica de Necochea. El MIR reaccionó acremente con un comunicado: “El país —decía— asistió de nuevo al espectáculo que ofreció el señor presidente Illia, titular de un gobierno ocioso e intrascendente que, al no poder exhibir una sola obra comenzada, prosigue inaugurando obras aue son producto del gobierno transformador de Arturo Frondizi hacia el cual centró su oposición sistemática la UCRP.” También dispararon intencionados telegramas la UCRI bonaerense y Celestino Gelsi.
Ricardo Balbín, entre tanto, volvía a su público y a su estilo preferidos; ante la juventud radical se lamentaba: “Pareciera que en este momento el Partido viviera en letargo después de las luchas contra las dictaduras, como si los radicales del Pueblo estuviesen entristecidos.” La inquietud de sus correligionarios oor los puestos públicos lo encrespó: “A mí no me llamaron, yo no tengo colocación —cito—, son las frases que duelen.”
La otra jerarquía del oficialismo, Carlos Humberto Perette, volvió a insistir en favor de la creación del Consejo Económico-Social, a la manera de un organismo cooperativo que notoriamente aspira a presidir, Las huellas del perettismo auedaron marcadas en una docena de lugares que visitó especialmente y, según una versión que no pudo confirmarse, tal vez en un contacto con dirigentes gremiales de las 62 organizaciones. Otra información, fidedigna, preanunciaba la próxima expansión del movimiento perettista: el hermano del vicepresidente. Francisco, dirigente del club de fútbol Estudiantes de Paraná, parece tener asegurada su elección el 28 de diciembre próximo para encabezar la nueva directiva de la Asociación del Futbol Argentino.
10 de noviembre de 1904
PRIMERA PLANA

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