Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado



alfredo schroeder y el hindenburg


Don Alfredo Schroeder fue viajero del malogrado "Hindenburg"

RADIO PRIETO ORGANIZABA UNA TRANSMISIÓN
LA tragedia del dirigible “Hindenburg”, destruido por una inexplicable explosión junto al mástil de amarre de Lakehurst, ha despertado en el mundo entero un justo sentimiento de dolor y de sorpresa.
En nuestro medio era escasa la vinculación entre este género de transporte, ya que estábamos aún al margen de las rutas oficiales, pues el punto austral más lejano que tocaban los dirigibles alemanes era la capital de Brasil, Río de Janeiro.
Sin embargo el lamentable accidente provocó, como en todas partes, ese estado de solidaridad sentimental.
Y si esto es una verdad como sentimiento general y vago, imaginemos cuál será la impresión de quienes se encuentran vinculados por cualquier hecho a la hermosa nave destruida. Entre quienes tienen motivos especiales para lamentar la desaparición del “Hindenburg” debemos señalar en primer término a un viejo amigo de nuestro ambiente radial, don Alfredo Schroeder, copropietario de las emisoras Radio Argentina y Radio Prieto.

EN EL DESPACHO DEL SEÑOR SCHROEDER
Deseoso de conocer su impresión personal de este accidente, como también evocar a través de sus recuerdos la vida del "Hindenburg”, nos allegamos hasta el despacho del señor Schroeder, en los estudios de transmisión de Radio Prieto.
Nos recibió con su acostumbrada deferencia, y, enterado del motivo de nuestra visita, se allanó gentilmente a darnos toda clase de detalles.
—¿Cuándo viajó usted en el “Hindenburg”?
—Hace un año casi. El 26 de julio de 1936. Éramos cincuenta y dos pasajeros, aparte de la tripulación. Como usted verá, éramos más en aquella oportunidad que en esta del desgraciado viaje.
—¿Quién era el capitán del “Hindenburg” entonces?
—El mismo que llevaba el comando en su último crucero. El capitán Max Pruss. Hombre prudente y amable. Tengo de él los mejores recuerdos. Era en viaje una permanente atención, que iba a la averiguación personal de todos los detalles. Su competencia es extraordinaria, cosa que explica un puesto de tanta responsabilidad al frente del dirigible más importante.
—¿Conoció usted a Lehmann?
—Sí. Lo conocí, pero no en el viaje del “Hindenburg”, sino en el “Graf Zeppelin”, donde también viajé en otra oportunidad.
—¿Qué impresión tenía usted de la seguridad del “Hindenburg”?
—Es increíble la sensación de seguridad que esa gigantesca nave dejaba en cuantos viajaban en ella. Nuestro viaje fué maravilloso. A pesar de que sobre el océano debimos atravesar una tormenta, razón que obligó al dirigible a elevarse más allá de los dos mil metros. Sin embargo, en ningún momento tuvimos sensación del más mínimo peligro. Dese cuenta —dice Schroeder—, que. los ancianos preferían el cruce en él por la serenidad, que no ocasionaba ningún mareo.

LA VIDA DEL “HINDENBURG”
—En el dirigible vivíamos como en un palacio. Las habitaciones y las salas de lectura o de comida poseían un confort insuperable. Solamente era prohibido fumar en las dependencias comunes, reservándose ello para un salón especial, perfectamente aislado, ion el objeto de evitar cualquier posibilidad de incendio.
—¿Con qué gas fueron llenadas las cámaras del dirigible en esa oportunidad?
—Con gas helio. Créame que me resulta increíble el uso de hidrógeno. Razones muy superiores deben de haber mediado para que se haya producido ese cambio.
—¿Conocía usted todos los detalles del dirigible?
—Todos. Antes del viaje nos fueron mostrados los detalles más íntimos del “Hindenburg”.

NO SE EXPLICA EL ACCIDENTE
—Con estos detalles que le doy comprenderán —dice el señor Schroeder con firme acento—, que me resulta inexplicable el accidente. Sobre todo, teniendo en cuenta que el dirigible hizo el viaje sin ningún inconveniente, explotando en el momento de amarre. Yo espero el resultado de las investigaciones para ratificar mi idea de que el siniestro respondió a un factor ajeno a las condiciones propias del dirigible.

LA PENA DE RADIO PRIETO
—El desastre del “Hindenburg” —prosigue nuestro interlocutor— repercutió en Radio Prieto como si se tratara de una cosa propia. Es que nuestra emisora estaba muy ligada a la navegación en dirigible. Recordarán todos los oyentes que en oportunidad de aquella inolvidable visita del capitán Eckener, piloteando su aparato, se aprovechó por nuestro micrófono para brindar a los oyentes una transmisión especial. Y casualmente, con motivo de la próxima llegada del “Hindenburg” a nuestro país, ya teníamos lista una nueva transmisión que duraría todo el crucero.
”Yo —dice el señor Schroeder como final de la entrevista—, si tuviera que hacer el cruce del océano, volvería a preferir el dirigible. Tal es mi fe en ese género de transporte internacional.

Pie de foto
-El señor Alfredo Schroeder y su esposa, que viajó en el "Hindenburg" y conoció a algunos actores de la reciente tragedia.

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