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ARTES Y ESPECTACULOS VEN A VIVIR CONMIGO... Querida amiga y consejera: Después de pensar y no decidirme, me atrevo, pensando que usted, querida, puede darme una solución al problema que me aqueja. Pienso que no es tan grave. Pero todo es según el cristal con que se mire. Principiaré diciéndole que tengo 23 años, y me ocupo de los quehaceres domésticos. Tengo dos hermanas y yo soy la menor. Le diré que soy un poco rara. No gusto de ir a fiestas ni bailes. Me gusta mucho leer. En mi casa me llaman “la niña triste''. El otro día, el sábado 14, vino una amiga y tanto me insistió para que vayamos al baile del aniversario del club Fernando Ochoa, que acepté. Me senté en una mesa y, mientras la Clarita bailaba, yo dejé vagar mi imaginación con los compases tan bonitos de El Aeroplano. Era la orquesta típica; fíjese si seré sonsa, que cuando tocaron La que nunca tuvo novio, lloré. ¿Será que me vi reflejada en tan triste canción? Sí, querida consejera, yo nunca tuve novio. Pero no me quejaba, pensaba que tarde o temprano algo iba a aparecer. Pero, de pronto, sucedió el milagro. Cuando vino la jazz, y el piano arrancó con Melenita de oro, que había sido un éxito en la radio, apareció él. Parecía que la canción hubiese sido escrita para él. Todo rubio, muy bien vestido, hasta tenía corbata; se me acercó y me sacó. Bailé toda la noche. Me preguntó cómo me llamaba y me invitó a tomar una bolita (ver orígenes de la gaseosa 'bolita' en https://www.diarioel9dejulio.com.ar/noticia/108143). Yo, para entonces, estaba enamorada. ¿Puede ser que un baile logre despertar en mí esas cosas que tanto leí en las novelas? Quiero que me conteste pronto. Que me diga si ese muchacho es sólo la ilusión de una noche de baile o, por el contrario, puede llegar a casarse conmigo. Sin más, y a la espera de un consejo que me saque de esta duda mortal, me despido de usted atte. Corazón atormentado de Zárate. EL CUERPO VIVE Tu cintura breve se quebró en mis manos / y cubrí de besos tu entrada al amor. /Tu cintura breve se quebró en mis manos / y en un solo instante te robé el candor. / Porque sí, porque no: / Porque sí, porque no. / ¿Por qué no? Ella: Porque pa, porque ma. . . Porque . .. Ay . . . Coro: Racatacataca, racatacatá. El hombre observó detenidamente todo el salón. De pronto su mirada se posó con interés en una mesa pegada a la pista. Se acercó, algo apocado, y encaró a la dama que estaba sola, jugueteando con una copa vacía: “¿Me permite, señorita”? Movete / movete, chiquita, movete / sacate / sacate, esa timidez / fíjate / estoy hecho un demonio / nadie me para esta vez. / Subite / subite, chiquita, subite / subite / subite a mi ritmo feroz / cuídate / estoy hecho un demonio / y la culpable sos vos. / Llevo / sí, sí señor / el ritmo en la piel / lo puedes ver / bailando soy / me dicen que soy / el rey de la noche. / Dudo / sí, sí señor l llegar a querer / a otra mujer. / Así que hoy / te pido que hoy / no me hagas reproches. / Callate / callate, chiquita, callate / callate, no me reproches / cuídate / estoy hecho un demonio / nadie me para esta vez. Es apenas una de las letras, ya antigua, que acompaña los brincos de los teen-agers, una especie que se manifiesta con música, color y ritmo (casi un título para un programa), y cuerpo. Es decir, lo que tiene extensión limitada y cualidades que le son propias. Y que, hasta no hace mucho, se las consideró impropias para exhibir. El cuerpo era un prisionero de sus virtudes, de su exultante vitalidad, de su gracia, de sus formas. Cubrirlo, mantenerlo juiciosamente envarado, no permitirle hablar, era más que costumbre, una imperiosa norma moral. Quizá por recordar que en otros tiempos las mujeres, caldeas y egipcias, pronunciaban encantamientos danzando alrededor de una rueda a la cual habían atado un pájaro, con el pecaminoso propósito de hacer retornar a sus amantes. Hasta que, cansado, el cuerpo se independizó, plegándose al ritmo musical como una de sus manifestaciones más enteras. Es que las músicas tienen el mismo sentido que un pantalón ceñido; marcan una satisfacción, indican cómo se asume la totalidad de lo que es. Muchacha ojos de papel / adonde vas quédate hasta el alba. / Muchacha pequeños pies / no corras más, quédate hasta el alba. / Sueña un sueño despacito entre mis manos / hasta que por la ventana suba el sol. / Muchacha pies de rayón / no corras más, tu tiempo es hoy / Y no hables más muchacha / corazón de tiza / cuando todo duerma / te robaré un color (Luis Alberto Spinetta). Liberación sexual, tabúes, ritos de iniciación, surrealismo, historicidad o ahistoricidad son planteos que crecen dentro del campo sociológico. Es un mundo que interpreta, o lo intenta, por lo menos, a otro, más despreocupado y voraz: el de la música. Freud y Marx no son sus ídolos, ni siquiera sus fastidios. Sí, en cambio, Sandro, Palito, Favio, Sabú, Donald. Y en él, como en todos los mundos, existen popes, o disc-jockeys, o promotores, según guste cada uno llamar. Entre ellos rutila con luz propia Ricardo Alberto Kleiman, 36: “No son canciones de sexo, son canciones de amor, y no es un problema o fenómeno actual, sucede en la música popular desde que tengo uso de razón. Lo que tienen de común todas las canciones es el amor, no el sexo. Este entra en algunas y entró hace muchos años también. Escuche: Acércate más, y más, y más ... Una mujer ha de ser soñadora, ardiente y coqueta... Se lo puntualizo mejor: la mayoría de los temas de éxito son de amor, son de amor; que en el amor entra el sexo, en el amor entra el sexo; que es parte fundamental del amor, el sexo es parte fundamental del amor, pero una canción, para tener éxito, no necesita de sexo, aunque en el 70 u 80 por ciento de los casos sean de amor”. Vení baila / quiero ver tu cuerpo sensacional, / vení bailá / sacudite y puedo desesperar, / vení bailá / este ritmo es colosal, / a reír, a gozar, / las penas hay que matar. / Vos me amarás / esta noche sé que vos me amarás, / me besarás / como a nadie hayas besado jamás / y sentirás que esto es la felicidad, / ya verás, ya verás, esta noche me amarás. / Se mete, se mete, cuídate, se mete. / Se mete, se mete, mirá que se mete, / ya nada me importa lo que pasará / hoy tengo tu amor, para qué quiero más. No se inmuta. “Sabú es el mayor vendedor del año de discos, vendió casi un millón de ejemplares, y en ningún caso hubo canciones con sexo: Vuelvo a vivir vuelvo a cantar..., Las palabras de amor que se repiten no pueden ser iguales ..., Si no quieres ser mi amor, no me mires de ese modo, quiero que decidas hoy, él o yo... ¡Ninguna habla de sexo! Ahora, si hay una canción de gran éxito donde hay sexo, el punto de referencia no es ése, sino el amor. Por otra parte, creo que la música es mucho más hermética, y está más atrasada que la juventud. La música no está abierta totalmente todavía, los jóvenes sí. Ella es la que hace punta y no la música.” Casi parece que la palabra amor sólo conjura amor: ¡Hum! Amor, amor / un día de calor / de sol y de mar / me vas a dar tu amor / amor, amor ¡ y yo te voy a amar. ¡Un día de calor. / Amor, amor. ¡Un día como hoy / para soñar / voy a necesitar / tu amor, amor / y me lo vas a dar. / En un tibio día / nos vamos a amar / puede ser mañana / o esta noche misma / quizás ... ¡Hum! Amor, amor, / un día de calor / y de quietud / me vas a dar tu amor, amor, / amor, y yo mi juventud. .. O quizá no conjura absolutamente nada: Alicia Barrios, 20, y Graciela Dinardi, 19, estudiantes de sociología, lo expresan con desenfado : “A nosotras, escuchar eso de se mete, se mete y demás, no nos produce absolutamente nada. Lo valoramos como dinámica. Son alegres y nos obliga a movernos constantemente. Eso nos gusta, lo que no significa que tengan calidad. Generalmente son vacías, literariamente deficientes. En realidad, es un comercio manejado con mucha habilidad por la industria de la música, y son, de alguna manera, producto de un conflicto que vive el mundo entero”, confiesa la Dinardi. “Bailar estos ritmos es una evasión —asegura Barrios— y no son tan eróticos como los pintan. ¿Acaso los boleros de hace 20 años, no eran tanto o más insinuantes? Nosotras, como toda la juventud, asumimos el sexo con naturalidad, porque dejó de ser uno de esos temas intocables. La muchachada no tiene prejuicios. Ya no es necesario el casamiento y todas esas trabas que pone una sociedad castrante. Esos pruritos dejaron de tener vigencia.” Ven a vivir conmigo, mi amor. /Ven a vivir conmigo. / Tengo un bulín cerquita del sol / para estrenar contigo. / Ven a vivir conmigo, mi amor. / Ven a vivir conmigo. / En el bulín tendremos calor / y yo seré tu abrigo. / No aguanto más. / ¿Cuánto te tengo que llevar / hasta la puerta de tu hogar / y despedirme así no más? / No puede ser. / Te digo adiós. / Y separándonos los dos / te estás perdiendo lo mejor / de lo que tengo para vos. A Graciela y Alicia se arrima entusiasta Alba Chaves, psicosocióloga, 53: “La moderna canción que consumen los jóvenes cimenta sus fondos en lo psico-sexual. No debe alarmar. Por lo contrario, los jóvenes consumen sexo a la vista de todos, junto con la gaseosa, el sandwich, el movimiento. Usan besos, caricias, sonrisas, contoneo. Es el sexo como recreación, tal vez lo más limpio que hay entre nosotros y que el miedo a la sanción de una sociedad sexonegativa, como la nuestra, ha condicionado en forma frustradora. Ojalá que el sexo siempre hubiera tenido música. Yo los observo encantada. Se estilizan en el baile y los ojos les brillan de amor (de «buenicia», que antes se llamaba malicia)”. Para ella, “la liberación sexual es un aspecto de la liberación del hombre y de la mujer. Por supuesto que no se pueden considerar en un grado de igualdad ambos procesos. Una cosa es la liberación sexual del hombre y otra la de la mujer. Estas canciones están escritas por hombres, para hombres y pensando en su relación con la mujer. Esta, no obstante algunos avances, mantiene su actitud pasiva, sigue en un molde. ’’Muchos critican la desaprensión de la conducta, no se dan cuenta que al cambio no se puede ir en forma paulatina, aparece también la desaprensión excesiva, pero ésta no justifica seguir en un canon de tabúes y ocultamientos. Mi generación ha perdido el tren, porque tiene una actitud muy extraña en lo que concierne a la liberación de los jóvenes: no hace nada. Ha aprendido una cosa: queda mal censurar, pero ahí se paró. No hace nada más. Entonces los jóvenes están solos. ¡Afortunadamente!, porque si siguieran interviniendo, están fritos. Así que es una suerte de harakiri que se ha hecho mi generación, porque los jóvenes pueden vivir su vida. ’’Tengo dos hijas y a una de ellas la dejé ir sola a los 15 años a conocer el Norte argentino. Luego, más grande, se le antojó dar una vuelta por el mundo. Anduvo dos años por ahí. La hice, sí, fuerte, con una personalidad básica robusta, sabía lo que le podía pasar, lo que quería. Sabía amar y como madre le hablé claramente cuando la despedí. Le dije que amara, yo había amado, pero que pensara bien lo que era ser mujer, una condición que se aprende. Cuando volvió, a los cinco meses, comenzó a salir con un muchacho. Se casó el año pasado y ahora tiene un bebé. Eso es la juventud actual. ’’Ahora, ¿cuántas madres son capaces de tener una actitud así? Y no quiero pensar en la opinión de algunos padres; enseguida convertirían esto en algo inmoral.” Señor Director: en la encuesta publicada en el número 36 de PRIMERA PLANA he leído que 9 mujeres casadas creen convenientes las relaciones sexuales prematrimoniales. Sería interesante,'para completar la encuesta, que nos enteren si recomendarán a sus hijas mujeres cuando tengan novio el efectuar el acto sexual en un hotel por hora o si les cederán su propio lecho matrimonial para mejor practicar la relación que preconizan. J. R. González ( PRIMERA PLANA Nº 38). “Yo veo el problema del sexo así. Pienso y aspiro a que se llegue a cambiar la mística sexual, que se llegue a una clasificación nueva de todos los problemas sexuales, pero de todos. Que se entienda que el sexo es recreación, no sólo procreación. Es ambas cosas, cuando la relación es heterosexual, entonces sí. Pero la relación sexual es recreación, sea del mismo o de diferente sexo. Los jóvenes han convertido la degeneración en una maravillosa liberación, han dicho basta. ¡Y qué genial, con música!” Leonardo Favio, 32, responde con franqueza: “No sé cuál es el motivo real de que las canciones, en su gran mayoría, buenas o malas, se refieran al sexo. Evidentemente hay una especie de vuelco en el mercado y los culpables somos nosotros mismos. Vamos hacia la banalidad, muchas veces hacia lo torpe y burdo. No creo que sea una necesidad del mercado que nos consume, sino que es producto de la forma presurosa en que se está trabajando. Puedo hablar de mi caso particular. Cuando digo esto, me estoy refiriendo a mis propios temas. Salvo el último long play, donde hay cosas rescatables y una especie de toma de conciencia de lo que estaba haciendo. ’’Hablo de lo mío y, al hacerlo, quizá reflejo todo lo que acontece en el mundo musical. He llegado a la siguiente conclusión: deben hacerse cosas de mayor contenido y evitar encontrar el éxito. Pienso, inclusive, que hay algunos que no me pertenecen. No juegues más, grabado por cualquiera hubiera sido un éxito. Yo digo que no me pertenece porque es muy elemental y quiero hacer cosas que realmente me importen, llegar a la gente con temas que me importen. ”El público se ha visto defraudado a través de distintas canciones que he lanzado al mercado. Era una carrera sin sentido que nadie me exigía, sólo yo, por haber encarado mal mi carrera de cantante. Por eso hacía ese tipo de banalidades, esas canciones que han seleccionado ustedes como ejemplo. Lo hacía inclusive como hobby, como esgrima. Yo también puedo ser tan estúpido como el más estúpido de los estúpidos. ’’Estoy de acuerdo en que se explota el sexo en su forma más trivial, pero creo que esa tendencia está llamada a desaparecer. En la medida en que aparezca en el mercado una dirección que busque letras de mayor profundidad, que tengan sentido. Me doy cuenta que cuando hago un tema, o surge un tema de nivel, la competencia se exige a sí misma. Claro, no vamos a encontrar talentos todos los días. ’’Ahora, a mí me parece que la juventud no le da importancia al sexo. Sucede que se ha dado cuenta de que es joven, algo mucho más importante, que nosotros no hemos vivido. Ellos gozan y agreden con su belleza. Un muchacho o una chica, hoy se manifiestan con todo, dicen públicamente «soy hermoso», «soy hermosa». Eso significa que le han dado prioridad a la vida. Por supuesto, las canciones están dirigidas a la juventud, ella es la que manda. Pero ¡ojo! eso no significa que los jóvenes rechacen otro tipo de expresiones que no sean éstas; son sensibles y están abiertos a otras cosas más profundas. Ahí es donde voy a bucear yo.” Che, un beso es muy poco / es muy poco, poco / ¡Buah! Dos besos ya son algo / ¡Uy! tres besos mucho más / ¡Chuic! ¡Chuic! ¡Chuic! / Mucho más. / Pero vamos, no te eches atrás ¡ Necesito mucho más. / Más de tu sonrisa. / Más de tus caricias. / Mucho, mucho, mucho más. / El amor no sólo son besos. / El amor es más que eso / quiero que me mimes / y que ya te animes / mucho más. LA ESPERADA RESPUESTA Corazón atormentado de Zárate: Tu problema no es nuevo. Desde mucho tiempo atrás, desde el minué diría yo, un baile, una canción y quizás un perfume, pueden provocar un estado ilusorio. Muchas amigas que me escriben se han dado cuenta de ello, pero demasiado tarde. Me dirás que de carne estamos hechas y que es fácil sucumbir, pero debes recordar que refrenando los impulsos, a veces alocados de nuestro corazón, podremos ser realmente felices. Te diré, corazón . . ., que dejes pasar un tiempo. Luego concurre nuevamente al club Fernando Ochoa, del que me hablas y baila nuevamente con el joven, pero hazlo no tan entregada al clima musical. Bien sabes, como te he dicho, que es mal consejero. Si después de finalizada la pieza, sigues estando tan enamorada como la primera vez, te diré que puedes invitarlo a que te visite. No puedo decirte nada más; el resto, lo dirá el destino. Hasta siempre. PRIMERA PLANA Nº 470 • 1º/II/72 |
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