Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

tranvías de Buenos Aires
LA CIUDAD DE LOS TRANVÍAS
El progreso no encuentra vallas en su rápido avance...
Y aquí, en nuestra gran metrópoli, su influencia ha sido decisiva y ha alcanzado proporciones gigantescas.
Ha hecho prodigios, causando la admiración de propios y extraños. Nadie hubiera creído que á su mágico imperio, se transformara de tal modo la embrionaria y colonial Buenos Aires, en la más populosa capital de Sud América.
El riel, ha sido el factor primordial de tan rápida evolución, ya que él ha llevado hasta los más remotos confines de la república, vida y civilización, población y riqueza, bienestar y prosperidad.
Dentro de un escenario menos amplio, si se quiere, ha tenido idéntico rol como elemento de progreso, ya que el riel del tranvía es el que ha conseguido extender el radio colosal de ésta urbe imponente, acortando distancias, urbanizando los barrios más apartados y diseminando nuevos barrios, á los alrededores de la capital.
Aquel sencillo tranvía á sangre que se iniciara tan modestamente el año 1868, y que recién en 1874 multiplicó sus útiles servicios, ha alcanzado una evolución tan rápida que estábamos muy lejos de sospechar. Y ese éxito más que lisonjero se debe en primer término al espíritu de iniciativa de hombres de progreso y capitales extranjeros que tuvieron una visión clara de lo que llegaría á ser Buenos Aires en el porvenir.
Entre otros á los de la Compañía de Tranvías Anglo-Argentina, que después de ser factor importante de esa transformación, consiguió reunir en una sola todas las compañías primitivas, y que hoy desarrolla su acción con un amplio impulso de trabajo y acción fecunda.
Y es claro que al hablar de ella, debe mencionarse á los que, como el ingeniero Pedriali, actual director general de esa compañía y su secretario señor Frostick, han sido el alma de la prosperidad alcanzada, poniendo á su servicio la más alta pericia y los más sobresalientes dotes de inteligencia.
Aquellas modestas cucarachas que recorrían las calles de Buenos Aires á paso de carreta, demorando horas enteras en hacer el recorrido de Palermo, Belgrano y Flores, aun quedan como un recuerdo de aquella iniciación, sirviendo de coches acoplados en
algunas líneas secundarias.
Pero lo que ha desaparecido es aquel pintoresco cochero de tranvía que tan bien pintara Pepino en aquellos versos populares:

Con la gorrita trompeta
cabalgando en la nariz,
silbando como perdiz
que alza el vuelo y se hace liebre
como matungo en pesebre,
haciéndose el infeliz;
—A ver, grita, che carrero
si das paso,
que voy de atraso
pa la Estación,
ó te embisto con el coche
y si te agarro,
vos y tu carro
van al cajón.

Aquel cochero que con la corneta en la boca, hacía prodigios musicales dejando sordo al transeúnte y anunciando su pasaje á mucamas y sirvientas, ha sido reemplazado por el apuesto motorman, correctamente trajeado con su uniforme gris, su cuello militar y su aspecto más en consonancia con esos coches motores que ofrecen toda una innegable superiosidad sobre los primitivos; superioridad que más se acentúa si se la aprecia en los imperiales ó los lujosos salones coches como el de propiedad del Jockey Club.
Aquello, sólo queda como una nota pintoresca del Buenos Aires embrionario, que bien puede ser inapreciable para los que no quieren que desaparezcan ciertos rasgos salientes de la tradición, pero, que no obstante pagan tributo al progreso, especialmente en esta gran metrópoli, que todo lo arrasa en su aluvión transformista.
Ahora, para hacer más saliente esa rápida evolución diremos que hoy la compañía Anglo-Argentina representa un capital de más de 16.000.000 de libras esterlinas.
En 1870 el tranvía limitaba su recorrido á 11 kilómetros, con 39 coches en servicio. La estadística á fin de año, acusaba, en total 801.192 kilómetros recorridos, con 1.200.000 pasajeros, los cuales habían dado un ingreso general de 483.500 pesos.
En 1909, sobre 528 kilómetros de vía existente, 2000 coches han recorrido, durante el año, 60.0Ó0.000 kilómetros, con 240.000.000
de pasajeros. Estos han dado como ingreso pesos 23.600.000.
El tranvía pagó, en 1870, 5335 pesos por concepto de impuestos. En 1909 la Compañía de Tranvías Anglo-Argentina Limitada, pagó, por igual concepto, pesos 1.400.000.
A muy cerca de 8500 individuos alcanza el personal completo subalterno de la actual compañía.
Sin pretender dar cifras completamente exactas, —, pues hay que admitir que en tan vasto servicio los elementos subalternos deben oscilar entre cifras variables, — del guarismo total apuntado, cerca de cinco mil hombres actúan en el servicio callejero del material rodante y tres mil quinientos entre los diversos talleres y atenciones de vías.
Además, el señor Pedriali ha tenido una laudable iniciativa en favor de toda esa legión obrera, al constituir hace dos años, una sociedad de socorros mutuos, encargada de velar por la suerte de sus asociados y la de sus respectivas familias.
El obrero ó empleado subalterno de la Compañía de Tranvías Anglo-Argentina Limitada, abona como cuota mensual un peso por sí y por su mujer, más diez centavos por cada uno de sus hijos. Esa cuota da derecho á asistencia médica y farmacia, en caso de enfermedad.
Para reforzar esa contribución general, aportada por el personal, la empresa por su parte contribuyó, al constituirse la sociedad, con una suma igual al monto de la primera contribución reunida entre el personal.
En esa forma, se brinda parte de los beneficios que se recogen, debido al esfuerzo de esos obreros, á los mismos, al propio, tiempo que se hace obra humanitaria y altruista.
Esta es á grandes rasgos la reseña de uno de nuestros servicios metropolitanos que más pregonan los progresos de Bue-, nos Aires, ya que, por su considerable extensión de líneas tranviarias y su gran número de recorridos ha sido llamada con justicia la ciudad de los tranvías.
Mañana, cuando el subterráneo abrevie distancias y economice tiempo, ¿quién es capaz de predecir el desenvolvimiento que alcanzará Buenos Aires?
Revista El Hogar
30.10.1910
 
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