Mágicas Ruinas
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juan domingo perón
NUEVO VIRREY SE BUSCA
Tras la renuncia de Remorino, políticos y sindicalistas se preguntan ahora sobre la estrategia que usará Perón con Ongaro

A Juan Domingo Perón —acaso el peronista menos fiel a la ortodoxia de su movimiento— se le atribuye una famosa máxima que reza: “Primero la patria, después el movimiento, luego los hombres’’. El slogan, sin duda meditado la semana pasada por el ex presidente en su exilio en Madrid, era apenas un dogma empobrecido, cuya vida útil concluyó hace tiempo. Y esto porque fueron los hombres, y no sus esfumadas estrategias políticas, quienes provocaron el estallido de una nueva crisis partidaria.
Es que después de la renuncia del abogado Jerónimo Remorino al cargo de delegado personal de J.D.P., casi toda la actividad política opositora (del peronismo) sufrió un colapso. El movimiento espera ahora la designación del nuevo virrey, por lo que la danza de nombres supuestamente merecedores de tal unción desplazó al peronismo de la acción a la elección. Sólo hay que esperar la fumata.
Un chequeo efectuado por SIETE DIAS entre numerosos dirigentes reveló que todos abrigan escasos deseos de ocupar el puesto vacante. Entienden que es inútil aspirar a perdurar en el cargo, y mucho menos a prestigiarse mediante su ejercicio. “Todos conocemos —explicó un líder sindical de Paseo Colón— cómo es Perón y qué resultados da su zigzagueante política; más aún, conservamos ingratos recuerdos de la única constante: evitar el surgimiento de un líder que pueda debilitar su poder”.
Fue precisamente esa circunstancia —según los analistas— la que provocó la repentina cesantía de Remorino. No porque éste se hubiera convertido en un encumbrado jefe capaz de sustituir al exiliado. Los observadores más suspicaces opinaban que el ex canciller se desmoronó porque no consiguió domesticar al único político que estaría en condiciones de lograr la hazaña: el gremialista bosconiano Raimundo Ongaro.
Según analizan los ajedrecistas políticos, Perón intuye el posible ascenso del jefe de la CGT paralela. Para evitarlo recurre a la archisabida táctica pendular de brindar su apoyo a todos los aspirantes a su bendición, o al menos de prometérselo para el futuro. “No en vano a Perón lo llaman Papá Baltasar, porque siempre tiene un juguete en la bolsa”, informó un militante peronista, con humor. Pero Ongaro ya no cree en los Reyes Magos.

POR QUE PERON NO ES PERONISTA
Si el padre del peronismo está dotado de una tremenda habilidad para otorgar honores, no es menor su fluidez para dialogar con quien se le ponga adelante. Es lo que precisamente demostró cuando hace algunas semanas recibió en su despacho de la residencia 17 de Octubre al marxista argentino Jorge Abelardo Ramos, secretario general del partido Socialista dé Izquierda Nacional.
Entrevistado por este semanario, a su regreso de Madrid, Ramos no ocultó haber sido fascinado por J. D. P.: “Desde su mirador europeo —informó— el general ha enriquecido su experiencia y su visión de la historia contemporánea. Las tres banderas ya no pertenecen sólo al justicialismo, sino a todos los argentinos patriotas. En consecuencia, para reiniciar y profundizar la revolución del 17 de octubre, se necesita socialismo en cantidades industriales. El general ha advertido esta evolución y piensa en consecuencia”.
SIETE DIAS: ¿Qué opina Perón de la actual situación argentina?
ABELARDO RAMOS: No es ningún secreto. Me ha dicho que hay cuatro golpes de Estado en marcha. He aquí su frase textual: “Yo, desde casi 15 mil kilómetros, conozco yá a ciencia cierta cuatro focos de conspiración: el de Alsogaray, el del general Cándido López, el del general Caro y Sánchez Sorondo, y otro a cargo de los coroneles y jefes con mando de tropa. No me hago ilusiones sobre lo que cada uno de éstos pueda hacer, pero tampoco olvido que muchos perros hacen al final la muerte del ciervo”.
S. D.: ¿Es cierto que el general Perón emplea los servicios de un astrólogo privado?
RAMOS: A juzgar por los resultados de los últimos 25 años, creo más bien que son los adversarios de Perón los que necesitan astrólogos, curanderos y brujos.
S. D.: ¿Le formuló Perón alguna observación sobre el gobierno de Onganía?
RAMOS: Naturalmente; el general vive hora por hora y estudia en detalle los estertores de la Argentina oligárquica, ese sepulcro blanqueado por el golpe de Estado del 29 de junio. Cuando Onganía repite rutinariamente sus letanías sobre la “grandeza” argentina, Perón sabe muy bien que el verdadero presidente es Krieger Vasena y los monopolios. “Onganía —me dijo Perón— es sólo un orador de los capitales extranjeros, el gerente local que firma”. Me decía Perón que cuando el gobierno actual anunció que deseaba una Argentina eficiente, manejada por técnicos “apolíticos”, su experiencia le indicaba que cuando en su gobierno alguien le recomendaba algún “técnico apolítico”, él lo rechazaba porque conocía demasiado bien que siempre detrás de ese técnico hay un defensor de los intereses foráneos.
S. D.: ¿A qué obedece, finalmente, la renuncia de Remorino a la conducción del peronismo?
RAMOS: El doctor Remorino era un simple agente de Perón para los contactos con los partidos. La conducción del peronismo no es delegable, aunque algunos peronistas burgueses se crean personajes.

30 CARTAS Y NINGUNA FLOR
Que “la conducción del peronismo no es delegable”, parecen tenerlo bien en cuenta los dirigentes de la CGT de Paseo Colón. Por eso viajó el domingo 21 rumbo a Madrid el ferroviario Nelio Ona, con una propuesta concreta: que se elimine el cargo de delegado personal y que la dirección sea ejercida únicamente por Perón. En la Argentina, según el mismo proyecto, sólo actuaría un consejo integrado por las ramas política, gremial y femenina del movimiento, cuya única función sería ejecutar las órdenes del exiliado.
Pero según otras fuentes bien informadas, Ona es portador también de una propuesta de alternativa: reflotar a Bernardo Alberte, designándolo nuevamente delegado persona:!. Lo cierto es que el ex mayor mantiene excelentes relaciones con la CGT opositora, en cuyo local se lo ha visto con inusitada frecuencia la última semana. Hay otros candidatos, pero ninguno de ellos cuenta con el beneplácito de los sindicatos: así por ejemplo, el capitán Russo, reemplazante de Perón en la Secretaría de Trabajo cuando el exiliado se lanzó a la conquista de la presidencia; Pablo Vicente, Edgar Sá, José Manuel Mendoza y algunos otros. El neuro-cirujano Raúl Matera, otro de los pocos dirigentes peronistas con fuerza propia, al parecer habría decidido mantenerse en la reserva.
Hacia fines de la semana pasada circuló la versión de que Perón intentaba impulsar personalmente el frente opositor al gobierno, una tarea en la que también fracasó Remorino. En treinta cartas enviadas a otros tantos dirigentes (Matera y Ongaro, entre los suyos; Facundo Suárez y Leopoldo Bravo, entre los no peronistas) proponía la consigna de la unidad nacional “para la revolución popular”, obvia exhortación a formalizar sin más trámites un pacto contra el gobierno. Según otros veedores políticos, la oferta apunta a otro objetivo: hacer pasar el centro de la oposición por ese frente político, sustrayéndolo de los sindicalistas dirigidos por Ongaro. De ese modo —se explicó— Perón alcanzaría su ya señalado propósito de limitar la libertad de movimientos de la rama sindical, aguando la posibilidad de que el prestigio de Ongaro crezca lo suficiente como para ensombrecerlo, como ocurrió anteriormente con Augusto Lobo Vandor.
El jueves 25, de todos modos, aquellas 30 cartas se rodearon de un halo de misterio cuando se reveló que ninguno de sus destinatarios la había recibido y que estaban en poder de Pablo Vicente, anclado en Montevideo.
Revista Siete Días Ilustrados
30.07.1968

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