Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Duquesa Roja
LOS AGENTES MONARQUICOS DE LA DUQUESA ROJA...
...ambulan por las calles de Madrid con su conspiración a cuestas


Duquesa RojaNO todos los madrileños conocen la verdadera historia de la “Duquesa Roja”. Pero la mayoría la ha visto y hasta ha tenido oportunidad de hablar con ella. El tema de su conversación puede ser cualquiera; no obstante, siempre ha de encaminarse a desprestigiar con frases perfectamente estudiadas al gobierno del General Franco.
A pesar de ello la Duquesa Roja no es lo que podíamos llamar, exactamente, antifranquista. Es simplemente promonárquica. Su nombre completo responde a Luisa María Norvárez Marcia Pérez de Guzmán el Bueno y Ramírez de Arellano, marquesa de Cartagena, condesa de Cañada Alta, Vizcondesa D’Aliata y duquesa de Valencia.
Multimillonaria y bien casada. Luisa María es una admiradora a carta cabal de las coronas monárquicas y de sus títulos nobiliarios, que ostenta con orgullo. En 1931, cuando Alfonso XIII, que fué su amigo personal, dejó el gobierno en manos de la República, ella inició su lucha para restituir a España el gobierno que, según su criterio, España merece.
Durante la guerra civil española, ella colaboró con el General Franco con dinero y con hombres. Sus aportes consistieron, además, en hacer circular rumores contra la República y propaganda favorable a los falangistas. Para estos menesteres la Duquesa Roja posee una maravillosa habilidad, que es apenas el resultado de larguísimos y complicados estudios de la situación interna e internacional y la previsión de acontecimientos programados para halagar la personalidad del Generalísimo, con quien ya no colabora ella, puesto que cuando lo hizo abrigaba la esperanza de que aquél restituyera al país el sistema monárquico.
Claro está que Luisa María no conspira abiertamente contra el actual gobierno español, sino que brega infatigablemente por la entronización de don Juan III. Para ello ha conspirado, traicionado y combatido, disponiendo de su cuantiosa fortuna y de una red interminable de conspiradores a sus órdenes.
Son esos conspiradores pagos quienes realizan en los momentos más inoportunos manifestaciones públicas en las que se esgrime como motivo la falta de pan o de trabajo, o simplemente "contra las dictaduras o los gobiernos de fuerza”.
Cuando el General Franco realiza una de sus habituales visitas a la campaña ibérica, es infaltable el toque de una protesta, un incidente o un reclamo. Allí está la mano de la Duquesa Roja.
Ella es capaz de manejar su organización secreta, incluso desde la cárcel, donde fué alojada no hace mucho acusada de conspiración y alta traición. En la cárcel contrajo una pleuresía que le motivó la pérdida temporaria del habla; no obstante, su astronómica fortuna pudo más que sus palabras, y sus agentes secretos continuaron la lucha a través de toda España.
La Duquesa Roja no es por temperamento una mujer de hogar
y menos una dama de femeninas exigencias. Su predilección por las armas la ha llevado a completar para su palacio de Ávila la más amplia colección, que cuenta desde bayonetas v espingardas de antigua procedencia hasta los más modernos fusiles ametralladores y pistolas de todo tipo y calibre. Su mejor amigo es un perro de policía; su peor enemigo, su último esposo, de quien se divorció recientemente con una frase que grabó en la sala de su casa de Madrid: “El amor no ha sido hecho para mí.” Pero el aspecto predominante de su vida un tanto misteriosa consiste en la organización de sus servicios secretos destinados a llevar al trono a don Juan III. Los agentes de la Duquesa Roja, que forman parte de una legión por ella llamada '‘Avanzadilla Monarquista”, se dedican a infiltrar en las altas esferas estatales motes que ridiculizan a los funcionarios y que llegan al pueblo. por medio de otros agentes dedicados a escribir frases contrarias al gobierno en los baños de los cafés de Madrid, o simplemente a introducir en sus conversaciones las frases previamente ordenadas por la duquesa Luisa María.
Alguien le dijo al General Franco que la Duquesa Roja era una verdadera bomba atómica, a lo que el Generalísimo contestó sonriendo:
—No importa. Si es una bomba atómica, esa bomba es mía.
No sabemos si el gobierno español se animará en algún momento a contar y utilizar los elementos de la Duquesa Roja, pero no hay duda de que, tratándose de una mujer excepcional y de tan grande fortuna, ha de saber el gobierno utilizarla, ya que le bastaría para conquistarla la promesa formal de restituir la monarquía. Mientras tanto, los agentes monárquicos de la Duquesa de Valencia ambulan por las calles de Madrid con su conspiración a cuestas.
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BUZON DEL CAMARADA X
ALFRED FAITES MAX (Castelar) Es posible que en un reloj se encierre toda una tragedia, pero no olvide que ésa no puede ser una historia de espías. Claro que tratándose de un reloj todo puede ser cuestión de tiempo.
LUIS C. R. HUTTI (Flores). — No se apure tanto por esa historia. Las cosas no pueden improvisarse. No pierda las esperanzas.

Revista PBT
09/04/1954
 



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