Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

la hora del pueblo
LA HORA, EL PUEBLO, LA VERDAD
Jorge Paladino —en representación de Perón— y Ricardo Balbín, en nombre de uno de los dos partidos mayoritarios, componen la sustancia más nutritiva de la Hora del Pueblo, si es que algún día las urnas no dicen otra cosa. O juntos o compitiendo en la democracia, o alternándose en el poder —según una idea que algún día esbozó el general López Aufranc—, o dándole lugar a una tercera potencia política a litigar. Todo dentro de una democracia feliz, estable y sin antifaz. Si usted lee sin subterfugios, va a encontrar seguidamente, en un documento de Jorge Paladino, mucha miga para apreciar hacia dónde vamos ahora con la presidencia del general Lanusse. Si a usted le gustan las entrelineas, también tendrá su cuota de adivinar el futuro. Lea y será profeta.

Este mensaje lo conocieron los mandos militares días antes de la destitución de Levingston. Jorge Paladino explicaba muchas cosas. Lea.

la hora del pueblo“El primer paso para encarar los problemas argentinos es entenderlos. Esto parece muy simple, pero la perspectiva cambia si completamos la idea: el primer paso para encarar los problemas argentinos es entenderlos... pensando con nuestra propia cabeza.
’’Esto no es fácil porque se le opone un acostumbramiento condicionado de muchos años, que se perfecciona con el tiempo y el avance tecnológico. El mundo de consumo que vivimos tiene todas las soluciones en serie, listas para usar. Y resulta difícil ponerse a pensar cuando también el pensamiento viene manufacturado y tipificado, con fórmulas, un neo-idioma y una metodología, que surgen de una teoría del conocimiento que no es la nuestra.
’’Además, no nos dejan pensar, no nos dan tiempo. Consecuentemente, el mecanismo mental se atrofia por falta de ejercicio. Sólo así se explica, por ejemplo, que las fuerzas armadas hayan sido compelidas a tomar partido en una antinomia peronismo versus antiperonismo, que ya no existe.
”Lo que si comienza a existir, lo que está naciendo, es una antinomia mucho más peligrosa: Fuerzas Armadas versus pueblo. Muy pocos argentinos han observado la evolución de los últimos años en nuestra patria, sobre todo en 1970 con los acontecimientos traumáticos registrados en todos los órdenes, particularmente el llamado «caso Aramburu».
“Muy pocos países pueden exhibir una identificación tan profunda como la Argentina entre pueblo y Fuerzas Armadas, y ninguno un origen más popular para su clase militar que el nuestro. Desde los albores de la Revolución de Mayo y aún antes, cuando los soldados votaban a sus jefes para que los dirigieran en la lucha contra los invasores ingleses.
’’Después San Martín institucionalizaría la identificación llamando compañeros a los soldados de la Independencia.
’’Era lícito suponer en 1966, cuando se anunció la llamada «Revolución Argentina», que iba a renovarse una tradición entrañablemente nacional de 150 años de vida fecunda. No ocurrió nada de eso. En un tiempo increíblemente corto las Fuerzas Armadas se colocaron de popa a la realidad argentina. Podría decirse, objetivamente, que una de las causas esterilizantes del vertiginoso proceso de desgaste fue la exótica misión a que fueron empujadas las Fuerzas Armadas, utilizadas como reaseguro contra el justicialismo.
’’Podría decirse y sería verdad. Pero no toda la verdad. Las Fuerzas Armadas olvidaron que el justicialismo había nacido en su seno. Y de allí arrancaron muchos de los errores cometidos.
“Pero el justicialismo es una parte importante del pueblo argentino, su expresión política y social. Pero una parte, y no se cree en consecuencia la raíz de todas las cosas ni el eje del mundo.
“Su geopolítica ubica a la Argentina en un polo conflictivo, donde concluyen los intereses de los poderosos del mundo. A nuestra patria no le regalan nada, nace peleando. Y es vana ilusión, si no resulta algo peor, pretender adscribirla incondicionalmente a cualquiera de las potencias o ideologías que se dividen la humanidad.
’’Para estas potencias y estas ideologías nosotros somos un depósito de materias primas, un gran espacio geográfico de reserva. Depende de nosotros que no sea así, no de ellos, que ya han decidido que sea así. La Argentina ha venido librando esta lucha por un destino propio, históricamente, desde hace 165 años. A su vez ellos han tratado por todos los medios, durante el mismo tiempo, de desviarnos de esta lucha.
”El medio más eficaz que han encontrado consistió y consiste en hacernos pelear entre nosotros «Morenistas» y «saavedristas», «unitarios» y «federales», «peronistas» y «antiperonistas», «liberales» y «nacionalistas», son algunos de los nombres tácticos utilizados en cada caso persiguiendo la antigua estratagema de «dividir para reinar».

LOS POLITICOS
’’Para llevar a las Fuerzas Armadas al Gobierno ha sido necesario previamente desprestigiar a la política y a los políticos. Nadie puede llamarse a engaño sobre la naturaleza de la campaña sistemática y teledirigida llevada en ese sentido. Los políticos, quizá el único sector dirigente que da más de lo que recibe, fueron presentados como la gran rémora argentina, origen y causa de todos los males.
”Es claro que los políticos tienen culpas. ¿Qué sector de la clase dirigente no las tiene? Pero un político es, en primer término, un hombre con una mentalidad ecuménica. En segundo lugar, alguien capaz de hacer algo por alguien. Además el oficio político no es rentado. Quien se dedica a la política habitualmente aporta su persona y su fortuna, si la tiene, y se sacrifican él y su familia si carece de los ingresos suficientes para auto-financiar simultáneamente su vida y su vocación.
”Es curioso que siendo el político el único sector de la clase dirigente que paga su carrera haya sido atacado fundamentalmente con argumentos morales. Que algunos, pocos o muchos de los políticos hayan merecido esas imputaciones, no explica nada. Porque en ningún momento el porcentaje de corrupción entre los políticos ha sido mayor que el revelado en cualquiera de los otros sectores de la clase dirigente.
’’Pero como la política no se puede suprimir, los mismos autores de la campaña contra los políticos alentaron a los militares para ocupar su lugar.

EL TURNO MILITAR
”La esencia de la vocación política, la clave de su acción, es el contraste. Hay políticos porque los hombres piensan distinto y tienen el don de cambiar su pensamiento. No habría política si la criatura humana fuese un antropoide de brazos largos y cerebro chico. Luego, quien hace política toma una posición, y esta posición engendra instantáneamente la contraria.
’’Las Fuerzas Armadas, expresión del pueblo en su totalidad, se convierten inevitablemente en facción al pasar al campo político. Salen del juego grande para entrar en el juego chico.
”En teoría, y en el mejor de los casos, las Fuerzas Armadas puestas en política van a ocupar un polo de opinión con la fracción mayor o menor de la ciudadanía. El resto del pueblo, otra fracción menor o mayor, ocupa el otro polo de opinión. El contraste se da invariablemente con las Fuerzas Armadas sectorizadas, que pierden su universalidad.
”Se renueva así la división argentina con el turno de las Fuerzas Armadas en uno de los bandos. El drama es que no se trata de «UN» turno sino del último turno. Porque detrás o después de las Fuerzas Armadas no hay nada. Es la última organización conducida al desastre para mantener a la Argentina como depósito de materias primas o área de reserva geográfica.
"No es ninguna paradoja que el imperialismo capitalista y el imperialismo marxista rivalicen en sostener a las Fuerzas Armadas en el Gobierno. Al margen de las intenciones personales de sus miembros, que además no son buenas ni leales con sus propios camaradas en los casos de los de los dos titulares del Poder Ejecutivo de la llamada «Revolución Argentina», a ambos intereses foráneos les conviene la permanencia de un gobierno de este tipo.
"En 59 meses de Onganía-Levingston el comunismo ha avanzado más en clima, organización clandestina, acción disolvente, infiltración y poder financiero, que en todos los años anteriores de su actividad en la Argentina.

LA EXPERIENCIA AGOTADA
"Esta es hoy la situación argentina, muy sucintamente. La llamada «Revolución Argentina», que partió de un error irremediable, la sustitución del pueblo que es el único reaseguro del destino nacional, se agote con Onganía. El tiempo de Levingston fue el interés usuario, que pagó el país. Pero el tiempo útil para corregir sobre la marcha ya fue consumido por el primer presidente.
"Le queda a la llamada «Revolución Argentina» un saldo a favor que no debe desaprovechar. Por ejemplo, la unanimidad popular contra Onganía y contra Levingston es, a contrario sensu, la revelación de que los argentinos hemos superado viejos enfrentamientos. La ciudadanía, lo prueban las coincidencias de La Hora del Pueblo”, se ha unido como quizá nunca lo estuvo.
“Hay que cambiar el punto de partida. La Fuerzas Armadas deben reintegrarse al pueblo que fue el suyo antes de que sea demasiado tarde.”
Revista Extra
04/1971
 
 

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