Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

platos voladores
EL GRAN MISTERIO DEL SIGLO XX
El "Paulinum”, base posible de una revolución mecánica
HABLA EL PADRE BUSSOLINI, DIRECTOR DEL OBSERVATORIO DE FISICA COSMICA

DESDE junio de 1947, las preocupaciones humanas se han visto incrementadas por los llamados “platos voladores”. Todo el mundo habla del tema; casi nadie sabe otra cosa que lo debido a la divulgación periodística y a las versiones más o menos fantásticas, encontrándonos con que una de las mayores satisfacciones que hoy día pueden experimentarse es la de informar a los amigos o a las agencias noticiosas sensacionalmente: “¡Ayer he visto un plato volador!” Para unos, nos encontramos ante curiosas manifestaciones atmosféricas. .. Para otros, frente a máquinas volantes de origen misterioso, del que nadie se quiere responsabilizar. Están los que hablan de posibles envíos planetarios, no muy seguros de lo que dicen. Y los gobiernos, los científicos, las gentes responsables, preocupados de realidades extraordinarias sobre las que todo el mundo tiene a bien opinar.
Una verdad obsesionante aparece rodeada de confusionismo por todas partes. Mientras el general americano Hoyt Vanderberg, aseguró en 1952 que “no podemos permanecer indiferentes ante este fenómeno”, el mariscal Dowding, jefe de cazas en la batalla de Londres, afirmó: ‘Nunca vi un plato volador, pero creo que existen. Me pasa lo mismo
que con Australia. Mi convicción en ambos casos está basada en evidencias acumuladas en tal cantidad, que implican certeza”.
Por un lado, están los que olvidándose de las posibles falsedades de muchos testimonios, tratan de enfocar rigurosamente el problema. Por otro, los que se preguntan, como el militar últimamente citado: “¿Puede llevarnos nuestra petulancia a no admitir que habitantes de otros planetas se encuentren 500 años más adelantados en su desenvolvimiento científico?”

La fantasía popular y la batalla científica
De 1947 a 1949, mientras tanto, la Fuerza Aérea Norteamericana, estudió 375 informes acerca de “objetos voladores no identificados”. Se esclarecieron o explicaron 341 fenómenos naturales, aviones a gran altura, globos sonda, ilusiones ópticas, histeria, alucinaciones o sencillas mentiras. A pesar de todo, 34 no pudieron ser encuadradas en ninguna de esas hipótesis, a pesar de exhaustivas investigaciones. En 1952, el veinte por ciento de 1.700 casos estudiados tampoco pudieron explicarse. De 250 informes suministrados a lo largo de 1953, un diez por ciento tuvo la misma suerte. Máquinas fotográficas especiales, parecidas a las utilizadas para estudiar la composición de las estrellas, fueron colocadas en puntos estratégicos por los americanos para estudiar este asunto. La A.T.I.C. (Air Tecnical Intelligence Center), organismo que prueba la realidad e importancia de los fenómenos misteriosos, al controlarlos y estudiarlos concienzudamente, trabaja sin parar. Se trata de ganar la batalla a la fantasía periodística, reflejo natural de la popular o ciudadana. Una vez aclarados ciertos problemas que facilitan la investigación, queda excluida la tesis por lo pronto de la alucinación universal, puesto que los fenómenos existen y se producen para trabajo de los técnicos y asombro de los profanos.

El padre Bussolini y los platos voladores
Sin duda la persona más indicada aquí para aclararnos el problema es el padre Bussolini, director del Observatorio de Física Cósmica de San Miguel, provincia de Buenos Aires. El distinguido astrónomo, de una sencillez y cordialidad admirables, nos ha recibido en su despacho, encantado con poder tranquilizarnos —y por tanto a los posibles lectores— en lo que se refiere a este problema actual.
—¿Qué nos dice usted de los platos voladores? —preguntamos al astrónomo, un poco alarmados por lo general de nuestra pregunta.
—Lo primero, quejarme, porque es significativo que a nosotros, que tan frecuentemente contemplamos y escrutamos el cielo, éste aún no nos haya agraciado con un espectáculo de esa naturaleza. Todo lo que les diga entonces, puesto que soy sólo astrónomo, serán conjeturas.
—¿Cuáles son, pues, sus conjeturas?...
—Como ustedes saben, las últimas noticias sobre este problema nos las suministró un cable de Ginebra la semana pasada. En el referido cable, además de hacerse la reseña de las patentes más antiguas y que datan de hace ya 20 años, nos impone de nombres y detalles de los que han dado en llamar platos, discos, pulgas, tridentes, cigarros, toneles o sustentadores aerodinámicos. Posiblemente este comunicado ginebrino, de todo lo que he leído hasta ahora, es el más sensato... Mis conjeturas...
—¿Puede usted reservárnoslas, para más adelante?... ¿Cree en la alucinación posible de los observadores?
—A veces sí, máxime si interviene la psicosis de dichos platos, que, bien puede formarla en el público la prensa trivial. Pero, en general, la experiencia que nos dan las llamadas telefónicas al Observatorio es de que los abonados confunden objetos brillantes celestes como Venus —especialmente cuando éste ya toca el horizonte—, o estrellas fugaces, con los artefactos mecánicos.
—¿Quisiera informarnos concretamente sobre alguna experiencia?
—No hará tres meses, envié al laboratorio espectroscópico del Vaticano, que se especializa en aerolitos, dos ejemplares curiosos para ser examinados; uno era un trozo de hierro semifundido que me habían obsequiado como recuerdo de una de las expediciones al Aconcagua del malogrado Link y que yo estimaba valioso ejemplar de un probable mensaje cósmico; y otro, unos como residuos de piedra pómez de rara configuración, obsequiados también a este Observatorio, con la seguridad de ser restos de un plato volador que habían avistado serranos de La Rioja y de cuya explosión había sido testigos. El examen de ambos ejemplares ya ha sido hecho; la comunicación científica informa que lo que yo creía un vulgar cascote y los serranos rest...(palabra que no se puede leer en la revista) plato volador han resultado pertenecer a un aerolito que, según un experto del Smithsonian Institute de Washington, es de inestimable valor.

Habitantes en otros planetas?
—Aprovechando que usted nos ha hablado de artefactos mecánicos, ¿cree que el país de origen de los mismos sean otros planetas?...
—Primero habría de probarse la existencia de seres racionales en otros astros. De ello la ciencia astronómica —que es la única que podría hablar— no cuenta con ningún argumento, ni en pro ni en contra. Mi opinión particular —por consideraciones filosóficas especiales— me inclina a sostener la tesis de la existencia de otros seres racionales, aunque no necesariamente de nuestra especie y conformación física. Aparte de esto, opino que si existen los artefactos mecánicos en cuestión, la idea de que sean visitantes de otras regiones cósmicas es tan ilusoria y ridícula como las alucinaciones de que le he hablado anteriormente. Como diría Wimpi. ello significaría un insulto a la ilusión, si se aceptara tal hipótesis.
—Entonces, si según su opinión los llamados platos voladores son de origen terráqueo, ¿cuáles serían sus conjeturas?...
—Sencillamente, que, hoy en día y después de haberse superado desde hace ya más de quince años la técnica y teledirección de los objetos mecánicos aéreos, no sería aventurado pensar que los platos voladores fueran algo así como aeroplanos especiales en una etapa ya bastante adelantada de experimentación. Quince años en la historia de la aviación sabemos que es una vida. Las agencias noticiosas, al hacer sus comunicados, son las mejores fuentes de información para los experimentadores.
—¿.......?
—Alguna vez he pensado también en los grandes globos de sondaje aéreo que utilizan en particular los buques llamados hidrográficos de las fuerzas navales de diversos países para estudiar la alta atmósfera, y cuyo desplazamiento en el espacio se asemeja mucho a las narraciones que nos han dado distintos observadores. Me inclino a pensar también que ya se hayan vencido las dificultades que presentaba un elemento que dieron en llamar Paulinum, y con cuyo estudio se ambicionaba vencer la fuerza de la gravedad. De haberse tenido éxito podría hablar de una revolución en esto último, efectivamente se la mecánica.
—¿Son sólo los astrónomos los llamados a dilucidar esta clase de promas?... (textual en la revista)
—Perteneciendo estos elementos a la tierra como dejamos dicho, y estando en tela de juicio el derecho aeronáutico que les asiste a quienes osan atravesar impunemente las fronteras de la patria —llama la atención que ningún Gobierno se haya dado por enterado— aprovecho la ocasión para comunicar a los lectores de ESTO ES que el asunto no nos pertenece dilucidarlo a los astrónomos, y que m consecuencia.. nada sacarán con tantas y tantas preguntas que vi nos causan alergia...
La inquietud se hace problema Las palabras seguras del padre Bussolini, convierten todas nuestra inquietudes en un problema. No n lo mismo naturalmente enfrentarnos con el asunto de los platos voladores, en función de las sirenas de la propaganda, que después de sus comentarios ponderados, inteligentes, llenos de precisión y rigor Lo que el padre Bussolini considera conjeturas, enfocan el asunto y tranquilizan el ánimo. Dispuesto a considerar, cuando los científicos decidan, soluciones que en su momento transformarán el problema en solución.
Autor: Luis Bu....no (no se puede leer el apellido en la revista)
Revista Esto Es
9/11/1954
platos voladores

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