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La conquista del sur
El relevo de la base San Martín fue preparado por un extraordinario vuelo. ![]() A partir de 1903, en que fué enviada la corbeta “Uruguay” para socorrer a la expedición del doctor Otto Nordenskjold, las fuerzas navales estuvieron presentes con abnegación y competencia en la más alejada región de la República. Resulta innecesario destacar la fundamental importancia de los trabajos realizados con tanto sacrificio material y espiritual. Las modernas concepciones han demostrado el interés que poseen las zonas polares para la geopolítica, la ciencia y aun la economía. La pugna entre las grandes potencias por asegurarse posiciones de privilegio en las mismas demuestran a las claras el valor que les asignan. Las nuevas teorías de la aeronavegación hacen imprescindible un dominio de las zonas polares. En ellas pueden realizarse además estudios meteorológicos, físicos, geológicos y geográficos de enorme utilidad. Y finalmente, no se descarta la posibilidad de aprovechar en el futuro los enormes yacimientos minerales que parecen existir. La marina de guerra no lleva entonces a la Antártida el pabellón de la soberanía vigilante, sino que contribuye decisivamente al acrecentamiento de nuestras posibilidades materiales. Una síntesis de los trabajos realizados durante las 17 campañas que van desde 1903 hasta 1953 abarcaría muchas páginas de ESTO ES. No podemos silenciar, sin embargo, porque consideramos un deber de justicia que el pueblo conozca y valore lo que se efectúa en su final servicio, las cartas marítimas públicas correspondientes al archipiélago Melchior, a la península Trinidad, a la Tierra de Graham, a las islas Georgias del Sur y muchas otras; el levantamiento aerofotográfico de la isla Decepción; del estrecho Mac Farland y bahía Dallmann; la observación de temperatura, estado del mar, dirección de las olas, dirección y fuerza del viento, extracción de fondos y muestras de agua, de plancton y ejemplares biológicos; trabajos mareográficos en bahía Scotia, ensenada Buen Tiempo, bahía Margarita, etcétera. La marina mantiene instalaciones fijas en Melchior, Decepción, Almirante Brown, bahía Luna, bahía Esperanza, Orcadas, junto a varios refugios. Ha instalado faros en las islas Shetland, en la isla Touner, en la isla Melchior y en la bahía Esperanza. Diecisiete balizas fueron finalmente colocadas. Año a año se ha ido perfeccionando el material que se emplea en las campañas, de acuerdo a los adelantos de la técnica y a las experiencias recogidas. Desde el equipo personal de los integrantes de las expediciones, hasta la provisión de víveres, material de seguridad y estudio, medios de comunicaciones, cada campaña ha sido más perfecta que la anterior. En diciembre de 1947 se efectuó la primera expedición aeronaval que marca un punto decisivo en esta pequeña historia de valor y abnegación. El 13 de diciembre de ese año, el avión Douglas GT-1, al mando del capitán de corbeta Gregorio Lloret, partió del aeródromo Comandante Luis Piedrabuena (gobernación de Santa Cruz), llevando a su bordo al contraalmirante Gregorio Portillo, comandante de la expedición. Con una precisión matemática, producto de prolongados estudios, logró el cruce del círculo polar, volviendo al punto de partida. Las 13 horas y 41 minutos, cuando el avión cruzó el círculo a los 68° de longitud oeste, señalaron el momento preciso de una estupenda hazaña. A partir de entonces, la aviación fué un esencial complemento de la tarea de los buques. El 7 de febrero de 1952 se realizó la decimosexta campaña, que fué aérea. Dos aviones “Catalina", al mando del capitán de fragata Pedro Iraolagoitía, fueron sus protagonistas. Más de la mitad del trayecto debieron hacerlo con instrumental, ya que las condiciones de visibilidad eran nulas prácticamente. A las 14 horas de ese día, histórico para nuestra aviación naval, alcanzaron las islas Shetland del Sur, y una hora después el destacamento de la isla Decepción los recibió jubiloso luego de un impecable aterrizaje. Emprendiendo de inmediato el regreso cruzaron el círculo polar, llegando hasta los 69° de latitud sur. Eran las 22 cuando aterrizaban los “Catalina” en el aeroparque de Buenos Aires. En la campaña que se está desarrollando se han incorporado modernos helicópteros, que prestan un valiosísimo servicio. A ellos se debe uno de los episodios más espectaculares de las campañas antárticas: el relevo aéreo del personal destacado en la base Gral. San Martín, la más austral de todas las instalaciones. Tan pronto llegue el material gráfico, ESTO ES lo ofrecerá a sus lectores, consciente del interés que posee y con el ánimo de poner de relieve todo lo que signifique un real servicio a los intereses de la Nación y un ejemplo de voluntad y heroísmo. Pero mientras tanto, se complace en publicar la información gráfica del antecedente de esa misión. El vuelo que realizó personalmente el jefe de las Fuerzas Navales Antárticas, capitán de navío Alicio Ogara, para preparar todos los detalles de tan delicada operación. A través de las fotografías se apreciará, mejor que con cualquier razonamiento, la dimensión verdadera del esfuerzo. De ese esfuerzo que merece el respeto y la gratitud de todos los argentinos. Álvaro CARVAJAL Revista Esto Es 2/3/1954 |
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