Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
Paraguas con ruedas EL CITROËN “2 CV” REPITE LOS HALAGOS MUNDIALES QUE RECIBIERA EN SU MOMENTO EL FORD T NORTEAMERICANO — EL DÍA DE SU PRESENTACIÓN, EN PARÍS, SUS LÍNEAS CAUSAN DESAGRADO — “COCHE PARA INGENIEROS HECHO POR INGENIEROS” — SE CONCIBIÓ PARA UN PASAJERO — EN NUESTRO PAÍS CADA 9 MINUTOS SALE UN MODELO A LA VENTA — ÉXITOS SIN PRECEDENTES EN MATERIA AUTOMOVILÍSTICA. CUANDO Pedro Boulanger, director general de la Citroën, descubría lentamente el lienzo que protegía al modelo “2 CV” en el Salón del Automóvil de París en 1948, el ceño del Presidente de la República, Vicent Auriol, adquiría rasgos de especial asombro. No era para menos, ya que la apariencia del recién nacido era bastante ingrata. Pese a tener adentro una verdadera obra de ingeniería mecánica, la estética había sido relegada a último término. No obstante, Monsieur Boulanger —de gran estatura— probaba las maquetas de la carrocería ante la admiración de los concurrentes. Entraba, salía, se sentaba y levantaba, siempre con el sombrero puesto. Le interesaba, en especial, la habitabilidad del vehículo y siempre rechazaba los prototipos que le ladeaban el sombrero. Consiguió lo que quería: “un coche para ingenieros hecho por ingenieros”, aunque hoy lo utiliza todo el mundo, tenga o no título habilitante. Primeros pasos La historia comienza en 1936 cuando se hace carne en la Citroën la idea de su fundador André Citroën —un parisiense fallecido meses antes, en 1935— de poner un automóvil al alcance del mayor número de personas. La empresa, integrada ahora al grupo financiero Michelin, conocido fabricante de neumáticos, intenta una serie de proyectos que no llegan nunca a conformar al usuario. Finalmente en 1940 y ya desatada la guerra mundial, el Servicio de Estudios de Citroën anota la que será pauta del nuevo prototipo: “Hay que construir cuatro ruedas bajo un paraguas”. El lema, convertido en orden, corre inmediatamente por las mentes de ingenieros, técnicos y diseñadores procurando ser pronto una realidad. El coche, además, debe transportar a 60 kilómetros horarios, una canasta, con huevos sin que se rompan. Las primeras unidades se construyen en planchas onduladas, similares a los modelos actuales. Al frente se coloca un solo faro, pues el Código de Carreteras no obliga a llevar un par y una manija que permita poner en marcha el motor de dos cilindros y 375 cc. Refrigerado por agua, observa una potencia real de 8 HP. Notable acogida Mientras los cañones ensordecen a toda Europa, el “2 CV” crece y evoluciona con rapidez. Diseñado inicialmente para un solo pasajero, su capacidad aumenta a cuatro. Otro faro aparece en su frente y la manija de arranque desaparece. La suspensión adquiere aristas revolucionarias: brazos oscilantes, unidos de dos en dos en sentido longitudinal, son el remedio para el balanceo transversal, mientras que bastidores por inercia anulan casi por completo los saltos sobre terrenos irregulares. La refrigeración ahora es por aire y con ello se evita el temor a las temperaturas elevadas y a los fríos rigurosos. Su económico motor consume entre 4 y 5 litros de combustible cada 100 kilómetros. La carrocería presenta algunas variaciones, aunque no muchas. Estas características y otras largas de enumerar, hacen que el nuevo vehículo francés adquiera una popularidad hasta entonces desconocida y que, en cualquier lugar del mundo, se tropiece con su imagen tan peculiar. En Holanda lo llaman “el patito travieso”; en Estados Unidos “el blue-jeans car”. En Francia y en el resto del mundo se lo conoce simplemente como el “2 CV”. En la Argentina, los establecimientos Citroën S.A., que funcionan en el barrio de Barracas, producen una unidad cada 9 minutos. Ocupan una superficie de 75.000 metros cuadrados, de los cuales 51.000 están cubiertos por dos enormes edificios industriales, que se denominan Norte y Sur. Puede estar contento André Citroën, que dedicara toda su vida al perfeccionamiento mecánico y al propósito de poner al alcance de todos un automóvil, pues el “2 CV” cumple sobradamente con los principios que lo inspiraron. No obstante el asombro del presidente Vicent Auriol, o los comentarios de cuantos presenciaron su deslucida exhibición, el “patito feo” de la familia automovilística acoge con generosidad a todos los que lo poseen. Y se enorgullece de ser el único coche que dura “toda una generación”. LOS SECRETOS DE SU ANDAR LA FIGURA 1 destaca la ventaja de la tracción delantera del Citroën “2 CV”. Carretera en cuesta, fuerza centrífuga o viento de costado, provocan una deformación lateral de los neumáticos que tienden a desviarse sin patinar de la trayectoria ideal, según el ángulo de deriva (d). Dicha deformación es tanto más fuerte cuando el neumático está cargado, siendo el eje motor más pesado el que deriva y sobre el cual la dirección debe intervenir para anularla. Esto es posible con una tracción delantera cuyas ruedas motrices sean también directrices. El conductor modifica fácilmente la deriva por un ángulo de giro constante, mientras que en un coche de propulsión trasera, las correcciones son más desordenadas. La figura 2 muestra el batidor de inercia, sinónimo de adherencia. Los rebotes de la rueda originados por las desigualdades del terreno, son anulados por el juego de una masa (2) que actúa de manera contraria. Unida a la rueda por un muelle helicoidal (3), la masa se desplaza en un cilindro también adherido a la rueda. Pie de fotos -El modelo original del "2 CV no difiere mucho, en sus líneas, del actual. En su frente traía un solo faro, las reglamentaciones no exigían dos. y un lanzador automático con cinta que permitía el arranque del motor. Este sistema poco práctico se abandonó. -El creador de la mundialmente conocida marca del doble chevrón, André Citroën. lanza en 1919 este modelo que lleva su nombre. Predecesor del actual "2 CV", alcanzaba una velocidad máxima de 65 kilómetros por hora y su motor —de 4 cilindros y 1.327 cc— tenia una potencia de 18 HP a 2.100 rpm. En un año se fabricaron 22.700. -El primer "2 CV" se construyó con un solo asiento (como muestra el grabado). Se buscaba la habitabilidad del vehículo, incluso para que una abuela pudiera tejer cómodamente acompañada de su gato. -El Citroën da para todo. Así lo entiende este agricultor que no tiene reparos en cargar su coche con la cosecha del día. Sólo queda por ver cómo acomodará al perro y luego de qué manera partirá a casa. Revista Automundo 4/3/1969 |