Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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HIPPIES
Las tribus se congregan
“El mundo está menos tenso después de lo que hicimos", explicó orgulloso un oficiante. "Ya no hablamos de hacer el amor y no la guerra, ahora hacemos el amor." El 20 de setiembre concluyó el verano en el Hemisferio Norte y los Jóvenes miran hacia el otoño con una sensación inédita el año pasado. En Estados Unidos han pasado cosas que nunca sucedieron antes, ni siquiera en los famosos love-ins (celebraciones públicas de ternura) de 1967. Durante los últimos tres meses, multitudinarias asambleas de hippies de Occidente en espacios abiertos (amor al aire libre, ninguna violencia y mucho ronck and roll) matizaron asombrosas ceremonias.
La primera multitud se apiñó a mediados de julio en el Hyde Park, de Londres, convocada por los Rolling Stones para homenajear al fallecido compañero Brian Jones. Un cuarto de millón de jóvenes pernoctó en el parque. El Stone Mick Jagger despidió a su amigo, hubo orden dentro del desorden y la policía dejó hacer.
Tres días de agosto fueron dedicados en la localidad de Bethel (Estado de Nueva York) para que unos trescientos mil jóvenes reeditaran el ritual londinense, sin luto ni adioses. El Festival Woodstock ofreció comida gratis, gaseosas, marihuana e interminable rock también. “Los chicos querían su música, paz y drogas", explicaron los organizadores Mike Lang y John Roberts mientras contabilizaban millonarias pérdidas. Lo tuvieron. Incluso, para sorpresa de la policía, los hippies les ayudaron espontáneamente a sacar los autos patrulleros empantanados. Los servicios médicos funcionaron mayormente para calmar a desaforados clientes del ácido lisérgico.
Setiembre ha sido el mes de la isla Wight, al sur de la costa británica. Allí confluyeron las tribus de Australia, Francia, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Holanda. Cerca de 300 mil, ningún incidente, ropa entre la Edad de Piedra y 1930, túnicas y el típico aroma de los cigarrillos de marihuana. Ante la seguidilla de 29 conjuntos de rock la reacción de la masa juvenil fue intensa pero serena. Además, no había sitio donde bailar. La presentación de un lánguido Bob Dylan, otrora profeta de los hippies, decepcionó. Nadie bebió alcohol, se vendieron millares de latas de gaseosas. El record lo establecieron el yogurt y la leche (40 mil litros). Llegó la hora de desvestirse y muchos lo hicieron. Finalmente, un happening Improvisado a base de chorros lanzados por una máquina de hacer crema desembocó en una pirámide de desnudeces.
Días atrás, tres pueblos norteamericanos tuvieron también sus bacanales hippies: Prairieville, Tenino y Lewisville. Hubo en ellas un muerto (síncope), un nacimiento y tres bodas. Para los vecinos fue algo estremecedor, mezcla de jardín de Infantes y vándalos saqueando el Imperio romano. Para las tribus hippies fue otro capítulo del “estar juntos y afirmar la Inocencia". Nunca pasó en escala tan elevada y nadie osa imaginar qué ocurrirá si tanta gente sigue desvistiéndose así, en masa, con fanática voluntad de regresar al Paraíso.
Revista Panorama
23/09/1969

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