Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Para una historia de espías
por El Camarada X
TERROR ATÓMICO
UNA MISTERIOSA OLA DE SABOTAJE RODEA AL CENTRO NEURÁLGICO DE ATOM CITY
LA era atómica padece dispuesta a marcar no sólo un siglo de importantes descubrimientos científicos, sino también dispuesta a bajar las mejores marcas en el espionaje internacional.
El primer capítulo fué marcado por aquellos nombres que se hicieron famosos y que se grabaron permanentemente en la memoria de los aficionados a estos temas de la traición, el sabotaje y el malabarismo del secreto. Aquellos nombres pasan por la lápida de los esposos Rosemberg, por las rejas que guardan a David Greenglass, o por los perseguidores que aún corren tras la des
aparición de los diplomáticos británicos Burges v Mac Lean.
Ahora se inicia el segundo capítulo.
Cuando esta edición de nuestra revista se encuentre en la calle, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica estará dirigiendo a los periodistas y al pueblo de su país un mensaje cuyos anticipos nos dicen que se referirá "a la defensa que contribuya a transformar una era de histerismo y horror atómico en una era de paz y buen entendimiento internacional".
Y ese mensaje del presidente Eisenhower viene a propósito de una
serie de acontecimientos que, aun que no lo parezca, han de estar íntimamente relacionados con la actividad de los espías al servicio de los países interesados en crear esa ola de terror atómico que constituye el segundo capítulo, tal vez el más funesto, de la era atómica.
Robert Oppenheimer, célebre profesor atomista, ha sido separado de sus funciones y es acusado de mantener relaciones con los comunistas. La separación de su cargo ha sido anunciada por dos grandes rotativos neoyorkinos, el “The New York Herald Tribune” y el “The New York Times”, y fué recibida con indescriptible emoción en todas las esferas, produciendo más efecto que la mismísima bomba de hidrógeno.
El celebrado sabio norteamericano, especializada en investigaciones termonucleares. ha sido uno de los que con mayor eficacia ha contribuido a hacer una realidad la fabricación de ese moderno tipo de bomba destructora. Lo que quiere decir que Robert Oppenheimer ha contribuido eficazmente para que Norteamérica ganara la guerra pasada. Ahora se o acusa de una de las más graves faltas de lesa patria.
Sin embargo, la verdad parece ser que el sabio atómico se ha negado a contribuir a la fabricación de la bomba de hidrógeno, apareciendo ante los ojos interesados de su potencia como un débil pacifista. Las acusaciones constan de los siguientes cargos:
1º Ha mantenido frecuentes tratos —después del año 1940— con organizaciones de filiación comunista.
2º Ha hecho ingresar a comunistas o ex comunistas en los establecimientos atómicos de Los Alamos.
3º Ha suministrado al F.B.l. (Policía Federal de Investigaciones) informaciones contradictorias acerca de ciertas reuniones comunistas á ¡as cuales habría asistido durante los años posteriores a 1940.
4º No ha informado —como debió nacerlo— a las autoridades norteamericanas acerca de una tentativa que habría hecho un presunto agente comunista ante él (Oppenheimer) para obtener informaciones de orden científico por cuenta de la Unión Soviética.
5º Se ha opuesto enérgicamente, en el año 1949. al perfeccionamiento de la bomba de hidrógeno.
Todo esto puede ser muy cierto, pero debemos esperar la versión final del proceso que seguramente seguirá contra el sabio atómico. Lo que sí es cierto y comienza ya a intranquilizar al gobierno de los Estados Unidos, y a su mundo satélite, es la extraña coincidencia de una serie de acontecimientos que se vienen manifestando en distintos lugares próximos al mar Pacífico.
Desde hace pocos días la prensa norteamericana da cuenta de los primeros incidentes producidos entre la población, la que habría comenzado a entrar en el terreno del terror atómico. Aseguran los diarios que numerosos automovilistas han contemplado con terror la ruptura de los parabrisas, sin que ninguna causa lógica lo justifique. Cunde entre ellos la idea de que los cristales han sido
quebrados por radiaciones atómicas. Las ondas radiactivas producidas por las explosiones de la bomba de hidrógeno en el Pacífico parecen ser las causantes de una serie de malestares en la población, que ya vive en un explicable clima de intranquilidad. Las autoridades no quieren contaminarse y opinan que todo es obra de la imaginación.
En cambio, no hay quien deje de creer que han sido sugestionados por la presencia de agentes saboteadores que indudablemente han sido amaestrados para el caso en las escuelas comunistas.
Todo es posible. Coinciden con las parabrisas rotos las protestas en masa presentadas por los diplomáticos, profesores, científicas, artistas, escritores, periodistas, etc., que desde todo el mundo dan la voz de alarma para frenar la carrera incontenible de átomos disgregados.
También por misteriosa coincidencia en las cuatro plantas atómicas de Oak Ridge (Tennessee) y en Paducah (Kentucky), nueve mil trabajadores exigen un fuerte aumento de salarias o de lo contrario irán a la más desastrosa huelga de todos los tiempos. Huelga que ha sido postergada, pero cuyo orden “de abrir el fuego” será - dada en cualquier momento.
Atom City se halla envuelta en una ola de terror. ¿Es esto en realidad obra del espionaje dirigido? No podemos asegurarlo, pero sí tenemos la certeza de que el final de esta historia cerrará para las historias de espías uno de sus más bellos capítulos.
Revista PBT
23.04.1954

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