Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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MEDIOS Un joven sesentón Como el café con leche con pan y manteca, como el primer diez en el boletín de calificaciones, ya hace rato que Billiken forma parte de las nostalgias entrañables de tres generaciones de argentinos y, al mismo tiempo, de las vigencias más notables en la historia del periodismo mundial. Como que el próximo 17 de noviembre habrán pasado 60 años —y 3.122 números— desde que la primera edición de la revista fundada por Constancio C. Vigil saliera de una antigua imprenta de la calle Patricios. La edad no importa. Mentiría cualquiera que, desde entonces, jurara que nunca armó un cabildo de cartón o llevó al colegio una lámina de Belgrano, quizá de la galería de próceres dibujados por Manteola. Los que hoy andan por los 50 difícilmente hayan olvidado Los sueños de Tito o Manucho y su perro Calderita, dos historietas de la primera hora. Ningún placer fue comparable, para quienes siguieron la revista en la década del 30, como abalanzarse todas las semanas sobre las Emociones futbolísticas de Cornelinas, escritas por Borocotó. Ocalito y Tumbita y Pelopincho y Cachirula figuran entre los mejores recuerdos de los que hoy tienen alrededor de 35. Fue la época en que las tapas humorísticas de Lino Palacio comenzaron a identificar a Billiken. "En casi 30 años de trabajo —dijo el dibujante a SOMOS— hice más de mil tapas. Ahora me quedan sólo 20 originales: los demás los regalé a la gente que me los pedía por carta." Para mantenerse —actualmente llega a tirar 240 mil ejemplares en época escolar— durante 60 años, Billiken tuvo que cambiar algo más que el precio (el primer número costó 20 centavos): "El ajustarse a los programas escolares —dijo Carlos Vigil, director de la revista por casi 50 años desde 1925— fue la modificación más significativa. La función que nos propusimos fue nutrir al chico y a la maestra de todos los elementos necesarios para la enseñanza y el aprendizaje. Había que cubrir una falta absoluta que había en las escuelas con materiales de historia, zoología, botánica, geografía, etcétera". Tanto fue así que en un célebre debate en el Congreso, en 1932, un senador llegó a pedir que se eximiera a Billiken de pagar impuesto al papel, por haber provisto a las escuelas del país de láminas y textos escolares que antes no existían. Alcanzar un nivel de calidad tan parejo no fue tan complicado. No hay que olvidar que entre sus colaboradores habituales se contaron Leopoldo Lugones, Arturo Capdevila, Juan Bautista Grosso, Kurt Pahlen; o que entre sus dibujantes figuraron Dante Quinterno, Alberto Breccia y García Ferré. Casi una filosofía editorial que no ha perdido vigencia: "El 80 por ciento de las personas que hoy trabajan en Billiken —dijo Carlos Silveyra, su jefe de redacción— tiene estudios universitarios todos absolutamente tienen formación pedagógica. "Actualmente —explicó Silveyra— una revista de neto servicio escolar. Hemos establecido un equilibrio que puede definirse así: alrededor del 70 por ciento del producto es ayuda material directa y el 30 restante es material recreativo. Y desde 1978 hemos incorporado material de actualidad, sin perder de vista el fin didáctico". Todas las semanas, delegaciones de chicos visitan la redacción, observan cómo se hace la revista y formulan sus críticas. Las 400 cartas que se reciben semanalmente —sólo se pueden publicar 25 por número— obligaron a fundar El rincón de los chicos, una sección donde aparecen los versos, trabalenguas, adivinanzas, cuentos, dibujos e historias que ellos mandan espontáneamente. Un síntoma inequívoco de que la comunicación con el lector sigue vigente. Es lo que podrán comprobar los adultos cuando a fines de noviembre —costará 7 mil pesos— aparezca el libro Reviva los 60 años de Billiken. Un curioso nombre que se originó en la leyenda del Dios Billiken, el único que fue capaz de arrancar una sonrisa a dos príncipes que jamás reían. Es, al menos, lo que contaba el primer número de la revista: "Aquí termina —concluía— mi historia de estatua y empieza esta hermosísima de niño invisible que ha recorrido el mundo y visitado los corazones de todos los niños. Aquí, en este bello país, he encontrado niños de todas las razas, he visto mil pueblos reunidos bajo una linda bandera que hace pensar en el cielo, y me he dicho: Este es el país donde Billiken debe quedarse". Daniel Pliner Revista Somos 16/11/1979 |