Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

debate flotante

Debate flotante
EL ESCENARIO
Barracuda. Barco especialmente adaptado y decorado como confitería y boite flotante. Versión vernácula de navíos análogos que recorren el Sena y el Mississippi. Zarpa diariamente a las 23 del puerto de Olivos, realizando un minicrucero de aproximadamente 3 horas de duración, que lo lleva hasta las proximidades de Puerto Nuevo. Tres confortables salones acogen al público bajo cubierta, mientras que ésta se encuentra acondicionada como pista de baile. Con capacidad para 200 pasajeros, constituye una experiencia turística totalmente inédita en Buenos Aires. Música, tragos y bocaditos fríos acicalan el “tour”.

LOS ACTORES
Doctor Héctor Sandler: abogado, político, secretario general de UDELPA.
Guillermo Murray: periodista, poeta, ensayista.
Karim Pistarini: modelo, dirigente de la Asociación Argentina de Modelos.
Dalmiro Sáenz: escritor.
Rodolfo Tecera del Franco: abogado, político, ex diputado por el Partido Justicialista.
Basurto: humorista, integrante del “staff” de “Humor Redondo”.
Julio Lagos: periodista y locutor de televisión.
Armando Bo: director y productor cinematográfico.
Carlos Waxemberg: baladista, cantor de protesta.
Haroldo Conti: escritor.
Luis Landriscina: humorista y poeta.
Daniel Mallo: director y productor de cine y televisión.
Jorge Molina Salas: jinete, experto en tradiciones argentinas.
Rodolfo Ortega Peña: abogado e historiador.
Carlos Duhalde: abogado e historiador (junto con Ortega Peña, defensor de Ignacio Vélez, uno de los acusados en el "caso Aramburu”).
Dr. Horacio O’Donnell: abogado, publicista, socio gerente de Diálogo Publicidad.
Dr. Hugo Ieraci: productor y libretista de televisión.

1ª CONCLUSION
(23 horas; el Barracuda suelta amarras del puerto de Olivos): “Actores” entre desorientados, curiosos y divertidos. Preguntas, muchas preguntas: “¿A dónde vamos?”, “¿Qué vamos a hacer?”, “¿Cuándo volvemos?”, “¿No será un secuestro?”, etc., etc... Primeros encuentros, primeras sorpresas, primeros descubrimientos (“¿Vos también estabas invitado?”, “¡Nunca me imaginé que iba a conocerlo aquí!”). La costa se aleja, la tierra toma distancia y comienza a sentirse ajena. Ya estamos flotando... Alguien supone que “más de uno hubiera deseado ponerle una bomba a este barco... ”. Algunas risas: primer eco de una cómplice fraternidad. La de los que se quedan encerrados en el ascensor. Se huele lo previsto y hasta cierto punto buscado: “Si me aburro, si me quiero ir, ¿cómo hago?”... En modesta escala. las naves han sido quemadas...

2ª CONCLUSION
(24 horas; navegamos hacia el Sur. rumbo a Puerto Nuevo): Primeros “diálogos escénicos”, a cargo de los actores más emprendedores. El resto hace coro y comienza a participar. El whisky ayuda. La isla empieza a definirse. El río, la oscuridad, la distancia breve pero insalvable, ayudan. En cambio, grandes distancias quieren borrarse: las que separan a la modelo del político, a uno de los abogados defensores en el caso Aramburu del humorista Basurto... El viento que barre la cubierta del Barracuda arrastra ya diálogos dignos de la obra que imaginamos. Y también monólogos de los menos comunicativos, que se confiesan acodados a la baranda, mientras miran desfilar la mole oscura y titilante de la ciudad: “Parece mentira que 1000 metros de agua y oscuridad sean suficientes para sentirse lejos, para ver las cosas de afuera. Me siento testigo y no protagonista. Y creo que eso es malo, hoy, para un argentino...”. Un par de metros detrás, el escritor Dalmiro Sáenz y el político Héctor Sandler se sienten más protagonistas que nunca. Evidentemente, la población de la isla es muy heterogénea...

3ª CONCLUSION
(1 hora; detenidos a mitad del viaje, antes de emprender el regreso): La isla ya existe. Un par de horas sin otro punto de referencia que la oscuridad y algunas luces que ciertos empeñados en aferrarse en lo firme y conocido individualizan a tientas, sirvieron para crear una comunidad. Y una comunidad como corresponde: con intereses y opiniones distintas, pero emparentada por el sentimiento de que ninguna diferencia será capaz de destruir la identidad esencial. Somos conscientes de que hemos inventado, forzado, este destino común, que sólo durará hasta que el Barracuda vuelva a puerto. Pero comprobamos, en la algarabía y espontaneidad del diálogo, la alegría y apetencia por este destino compartido. Como si todos hubiesen estado buscando la oportunidad. El estar seguros de que un grupo de seres los acompañará, indefectiblemente, a puerto. Intuimos la fantasía de una comunidad que va más allá del par de horas que nos separan del muy concreto y mínimo puerto de Olivos...

4ª CONCLUSION
(2 horas; retorno y arriba a puerto): Se han producido las armonías más insólitas y las discrepancias más inesperadas. Las mínimas inhibiciones que marcan las leyes del juego social han desaparecido, en casi todos los casos. Alguien habla del “juego de la verdad”. Pero se trata, en todo caso, de una versión sin sofisticación ni agresiones. Simplemente ganas de decirla y escucharla sin miedo. Sin sospechar la malicia del interlocutor. Así, sobre el final, se vive un deslumbrante “estado de inocencia”. Hasta los más prevenidos se han “soltado”. El barco, la noche, el río, la isla, han cumplido. Una amistad esencial ha nacido entre los que compartieron este viaje. Seguramente, en muchos casos, no sobrevivirá al desembarco. Una isla más grande, tan grande como para perderse en ella, aguarda en la orilla. Sin embargo, estamos casi seguros que esta experiencia conservará su lugar y rendirá sus frutos en el espíritu de cada uno. Como debía, el último “cuadro” se tituló las despedidas. Hubo promesas de reencuentro, no demasiado convencidas una vez que la tierra firme se sintió bajo los pies. La gran isla invitaba, previsiblemente, al reencuentro acogedor y protector de la pequeña isla que es cada uno. Sólo resta esperar que, en algún futuro, no haga falta un barco rodeado de agua para que los argentinos se sientan unidos. Nuestra aventura demostró que, por lo menos, la posibilidad existe. Aprovechémosla antes de que el barco comience a radiar su S.O.S...

DIALOGUITOS EN CUBIERTA
Dalmiro Sáenz: Yo quisiera preguntarle al señor Sandler, que vive injertado en una ideología que pareciera no coincidir con su forma de ser, qué opina de los cambios, si son necesarios e importantes o si hay que continuar adhiriendo a las viejas estructuras.
Héctor Sandler: Creo en los cambios y los considero necesarios, pero lo que me preocupa, y creo que en eso discrepamos, es en la mecánica a emplear para dar paso a los cambios.
Dalmiro Sáenz: Eso es escapar a la respuesta. Hay que tener en cuenta que la izquierda tiene como norte la lucha contra la injusticia y la derecha tiene como meta el orden...
Luis Alberto Murray (interrumpiendo): Hay trampa en lo que dice Dalmiro, Goethe dijo que las injusticias son el supremo desorden, por lo tanto la definición de Sáenz no tiene sentido.
Ortega Peña: La definición de Dalmiro es absurda...
Murray (con ironía): Sí, pero es famosa...
Duhalde: Me acuerdo de un verso de Lamborghini que decía: “Dí cuatro pasos a la izquierda y me encontré a la derecha”...
EXTRA: ¿Qué opina Karim Pistarini de esto?
Karim Pistarini: Si ubicamos a la izquierda como una posibilidad de cambio es OK., pero el hecho de renovarse y de cambiar no tiene por qué ser precisamente una virtud de la izquierda; más que cambiar hay que actualizarse.
Dalmiro Sáenz: Un mes y medio. ¿Hasta dónde llegarían tus cambios? En Cuba hay cambios muy importantes...
Karim Pistarini: ¿Estuviste en Cuba?
Dalmiro Sáenz: Sí.
Karim Pistarini: ¿Cuánto tiempo?
Dalmiro Sáenz: un mes y medio.
Karim Pistarini: No te sirve...
EXTRA: ¿Qué opinan del caso Aramburu?
Dalmiro Sáenz: Siento mucho decirlo delante de él (refiriéndose a Sandler), pero era necesario el secuestro y todo lo que pasó. Se mató a uno de los símbolos más leales, al enemigo más limpio del país. Era un enemigo de una honestidad y de una forma de vida que toda la Argentina compartía. Pero esa honestidad y esa limpieza eran la cosa más criminal que existía... La señora que se pasa la vida en los té-canasta es honesta porque no hace trampas en su juego y es limpia porque se porta bien, pero es tan criminal como un piloto que mata al pueblo de Vietnam. Con el secuestro de Aramburu se hizo el primer acto de justicia revolucionaria. Si se hubiera buscado a otra persona sería un acto de venganza pero no de justicia. Sin embargo, a mí me dolió la cosa...
Sandler: Es importante anotar eso. Es posible que en todo lo que dice Sáenz tenga razón. Porque Aramburu era lo más limpio que tenía la sociedad.
Dalmiro Sáenz: Yo lo hubiera ajusticiado en este momento si tuviera mentalidad combatiente. La subversión lucha contra la miseria y el desorden, y está bien utilizar la violencia contra todo eso.
Sandler: Aramburu fue asesinado en un momento en que él estaba convencido de que no era posible la miseria y la desocupación.
Ortega Peña: La Calera —sobre el caso Aramburu no debo opinar por razones obvias— es la expresión de una juventud argentina que está harta del régimen.
Duhalde: La juventud no reacciona por hambre, sino por asco. No quiero negar con esto la existencia del hambre, pero quiero dejar graficada toda una mentalidad de asco que crece en la juventud.
Dalmiro Sáenz: El camino, para salir del pantano donde se encuentra el país, es el de la violencia. Dentro de ella se irá cincelando la ideología. Cuando los caudillos y montoneros peleaban por el país no tenían ideología; la ideología fue creciendo después.
Sandler: No creo que el país tenga salida, con una violencia sin ideología... Aquí hay que crear ideologías contra la desigualdad política, contra la desigualdad económica y contra la desigualdad social.
EXTRA: ¿El ordenamiento es casual o usted cree que los principales problemas se hallan dentro de ese orden (político, económico y social)?
Sandler: Creo que eso es el orden...
Karim Pistarini: Estoy de acuerdo con Sandler, pero en primer lugar creo que la desigualdad es social y no política. Mis continuos viajes al interior me demostraron la miseria y el panorama irritante que vive el país... Hay que aplicar soluciones al medio, hay que crear fuentes de trabajo, centros de sanidad, escuelas, urbanizar las zonas más pobres, etcétera.
Ortega Peña (interrumpiendo): Esto parece el programa de Levingston...
Duhalde: La salida del país la tiene que dar una revolución nacional...
Ortega Peña: La salida es: el peronismo al poder. Un peronismo revolucionario pero no sectario, que acepte a la izquierda nacional y al nacionalismo tradicional.

ARMANDO BO VS. DALMIRO SAENZ
SEXO Y VIOLENCIA
El diálogo resultó casi estéril. Dalmiro Sáenz apenas si pudo infiltrar algunas tímidas preguntas. Armando Bó, eufórico, comenzó contándole a Dalmiro las peripecias de sus películas, mechando sus argumentos con frases como: “Yo con tu libro «70 veces 7» y con Isabel haría una película increíble”. El diálogo (casi un monólogo) terminó con una invitación formal de Armando Bo a Dalmiro Sáenz, Karim Pistarini y Héctor Sandler a presenciar en su domicilio una película.
Dalmiro Sáenz (intentando comenzar un reportaje a Armando Bo): ¿Vos crees que el camino que tiene el país para salir del charco es la violencia?
Armando Bo: Creo qué todo es prefabricado, que la violencia es una chambonada. ¿Acaso no hay violencia en Polonia?... y de esa violencia nadie habla, ni siquiera se considera heroica. La violencia que se ha desatado en el país sólo puede terminar en una guerra civil.
Yo, que fui perjudicado indistintamente por estos gobiernos, no estoy con la violencia. Yo, que hago el mejor cine argentino, gracias al maravilloso cuerpo de Isabel, he sufrido más que nadie, pero no justifico la violencia.
Dalmiro Sáenz: ¿Cuáles fueron tus sufrimientos?
Armando Bo: Yo estuve preso, yo estuve injustamente preso, sufrí esa humillación. Créame, yo lloraba, me golpeaba la cabeza contra las paredes del calabozo y me preguntaba: ¿qué hice yo para sufrir esto; yo, que contribuí con la fama del país; yo, que le di fama y buen cine al país, por qué tengo que estar preso?...
Dalmiro Sáenz: Eso no lo conocía, ¿por qué estuviste preso?
Armando Bo: Me acusaron injustamente de desacato; la culpa la tiene Ramiro de la Fuente, me acusó de desacato, ¿a mí, justo a mí?, si yo soy un tipo pacífico. Lo que pasa es que me enceguecí. Fíjate que me cortaron una toma en la que se veía la “cola” de Isabel, y entonces yo le pregunté a Ramiro de la Fuente: ¿Por qué no cortaron “Zorba el Griego”, si allí aparece la “cola” de Anthony Quin..., o acaso es muy distinta la “cola” de Anthony de la de Isabel? Y, ¿sabés lo que me contestó el tipo ése?... ¡que la “cola” de Isabel es perturbadora y la de Quin no! Es inadmisible... increíble; entonces, cuando yo contesté con improperios fui preso...
Dalmiro Sáenz: Vos me trasmitís espontaneidad, pero tus películas no; ¿por qué no hacés cine de testimonio, demostrando por qué luchan los montoneros?
Armando Bo: A mi me gustaría; sabés qué bueno sería hacer una película sobre el caso de Aramburu, pero aquí te la censuran, y yo no voy a gastar la “guita” para perderla. Por otra parte, yo no soy un director de cine que pretende ser patriota, yo soy un comerciante. Me hice comerciante porque mis películas se venden y se consumen. Yo, a tu violencia, o a tu espíritu de violencia, antepongo el sexo, que es lo que vende. A la gente, actualmente, le sale sexo por las orejas y por los ojos; la gente quiere ver eso: sexo.
Dalmiro Sáenz (tratando infructuosamente de dirigir el diálogo hacia la política): ¿Qué opinás de los curas del Tercer Mundo?
Armando Bo: Eso de tercer mundo es camelo. Cuando unos parientes míos se convirtieron al catolicismo, yo dije: dentro de la Iglesia hay algo que no camina; fijate que si estos tipos se hacen católicos es porque la Iglesia tiene que andar muy mal. Es lo que pasa en cine con Bergman: la gente cree que es cine-arte, cuando en realidad es un negocio tan productivo como el mío, pero sin Isabel, lo que lo hace más aburrido.
Dalmiro Sáenz: ¿Qué cine harías sin Isabel?
Armando Bo: No sé, creo que ninguno. Isabel es mi cine. Es una mujer sin igual; yo hago este cine porque tuve la suerte de encontrar a Isabel.

pie de fotos
-Armando Bo: No viejito, por favor, el problema del país no es sólo político. El asunto es laburar y dejarse de... embromar. En Estados Unidos hay guita a patadas porque todos “laburan”, y lo hacen en serio. Bo estuvo locuaz como nunca, habló desde el principio del viaje hasta que el Barracuda amarró en Olivos. También dio su opinión sobre la censura:
—Lo único que le interesa a esos señores es no ver a Isabel bañándose desnuda. Cuando llegan películas extranjeras, aunque muestren estupros, adulterios y abortos, no importa...

-Daniel Mallo (“Ni vencedores ni vencidos0): La película me dio bastantes satisfacciones. Hice lo que sentía y voy a mantenerme en esa línea.
Rodolfo Tecera del Franco (ex diputado nacional): Todo lo que sea testimonio debe ser bien venido, por auténtico y por valiente. ¡Lo felicito!
Jorge Molina Salas (un jinete con mucho sentimiento nacional): Aquí podemos dialogar porque “todos sentimos en argentino".
Un grupo que tuvo muchas cosas para decir y que opinó libremente. En medio del río se conocieron muchas afinidades y también se sellaron incipientes amistades

-Un dúo que puede hacer temblar de risa al más pintado. Luis Landriscina y Jorge Basurto se “prendieron” en medio de la cubierta y comenzaron a intercambiar frases ingeniosas. Vamos a ver un ejemplo:
Basurto: La izquierda y la derecha nacieron en la brigada de tránsito. Esas tendencias no son invención de los políticos, sino de los “zorros grises”.
Landriscina: A los gobernantes de hoy los falta sentido del humor. ¿Te imaginás qué ocurriría si un ministro, cuando pronuncia un discurso para anunciar alguna medida “brava”, introdujera un chiste de tanto en tanto?

-ARMANDO BO VS. DALMIRO SAENZ

-Héctor Sandler: Debemos pensar bien lo que vamos a hacer de ahora en adelante, no es cuestión de improvisar porque queda poco tiempo
Karim Pistarini: Los políticos a veces se equivocan un poco. Confunden lo que ellos desean con lo que le hace falta al país El ex líder de UDELPA se quedó pensando en al asunto. La modelo después habló elogiosamente de Eva Perón. Llegó Dalmiro Saenz al grupo y, para sorpresa de todos, se quedó callado. Una situación así no volvió a darse en toda la noche

-Ortega Peña (defensor de Ignacio Vélez): Eso de hacer una mesa redonda en un barco puede ser una idea original. A partir de este momento le voy a enseñar a nadar a mis ideas. Mario Granero (estudiante de ciencias políticas) prefiere quedarse callado, para escuchar a los “hombres del mes”.
Duhalde (el otro defensor de Vélez): Cuando estemos todos reunidos voy a proponer que se pongan a cantar “Los muchachos peronistas”.

-Horacio O’Donell (rodeado de gente del mundo de la publicidad): Habría que institucionalizar esta clase de reuniones. A veces hace falta aislarse un poco, claro que en compañía de un grupo seleccionado, para tomar perspectiva y volver a empezar a mirar las cosas.
Whisky a todo trapo en la noche del Barracuda. Un combustible que se hace casi indispensable cuando se trata de cambiar ideas con audacia y claridad

Revista Extra
enero 1971







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