Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

gianfranco pagliaro
GIANFRANCO PAGLIARO
"NADIE LLAMO A MI PUERTA"
Tras doce años de residencia en la Argentina, el trovador napolitano impone sus claves: canciones “prohibidas” y un compromiso ideológico que lo lleva a descreer de los éxitos rápidos

Hasta entonces el delincuente apenas había seguido por televisión, a ratos, la ronda final del Cuarto Festival Buenos Aires de la Canción. Pero cuando la noche del lunes de la semana pasada el enfático Jorge Fontana proclamó vencedor al cantante venezolano Héctor Cabrera, con el tema Las cosas que me alejan de ti, sonrió complacido. “Me gusta porque es una canción que refleja la rebeldía y la angustia —filosofó el caco—. Ganó la letra subversiva". Lejos estaba el autor del hit de suponer que su canción impresionaría hondamente al hombre que, horas después, culminaría su asalto solitario a la sucursal Munro del Banco de la Provincia de Buenos Aires, alzándose (sin otra arma que la presión psicológica) con ocho millones de pesos viejos. Al recordar el episodio, del que tuvo conocimiento por los diarios del día siguiente, el responsable de esa "letra subversiva” también sonríe. Es que Gianfranco Pagliaro (29), un napolitano con doce años de residencia en el país, no podía olvidar que su canción debió esperar tres años para obtener una difusión masiva, algo que mantiene una estrecha relación con su concepto de la música popular. "Lo que pasa es que yo no elaboro música comercial, fabricada con el exclusivo propósito de vender —confesó a principios de esta semana a SIETE DIAS—, sino que trato de ser honesto y que mis canciones sean una prolongación de mi ideología. La música popular es un producto de consumo y gran parte de ella está programada con todos los ingredientes que pueden gustar a la gente. Yo, en cambio, ni me limito de antemano con esquemas: trato de dar mi verdad, aunque no les guste a algunos".
Acariciando su poblada perilla negra, Pagliaro memora sus inicios cantando en italiano, cuatro años atrás, cuando obtuvo su primer éxito de importancia con Ciao amore, ciao, de Luigi Tenco. No tarda en retornar, sin embargo, a una temática que para él es obsesiva. “Es cierto que la mayoría de la gente está condicionada por un cierto tipo de música, acostumbrada a canciones fáciles que reemplazan lo sensible por la sensiblería y donde el contenido falso ocupa el lugar de la verdad —diagnostica—. Pero yo entiendo que, ante todo, la música debe cumplir una función social. Por eso mi música es tendenciosa, porque refleja los intereses de una clase oprimida". No obstante, se niega a ser considerado un autor de canciones de protesta, un género que no existe para él, sino que fue inventado por las empresas grabadoras norteamericanas que se ocuparon de encasillar a Bob Dylan. Empeño que, en su caso, no es la expresión de una actitud individualista. “Aspiro a un movimiento en la música popular que intenta hacer variar la mentalidad de un pueblo con canciones-programa. Pero hasta ahora, tenemos sólo esfuerzos aislados y los resultados son escasos. Un movimiento artístico donde todos aporten colectivamente sus innovaciones puede generar algo positivo, porque compendiaría las aspiraciones de un grupo. En cambio, si cada uno patea para su lado y no acepta las sugerencias de los compañeros, la lucha se hace más larga y difícil”.
Claro que no siempre pensó igual o, por lo menos, no aplicaba un criterio parecido en la elección de su repertorio, sino que estaba determinado por razones exclusivamente estéticas. “Después uno se da cuenta que lo que dice tiene un contenido falso —deplora—. Que no refleja su situación y sus intereses. Entonces comprende que la evasión y el divertimento no tienen sentido porque la gente vive una realidad tremenda”. De alguna manera, esta actitud de Pagliaro sugiere cierta filiación con la temática y el objetivo de denuncia y reivindicación planteado en el terreno del tango por autores como Celedonio Flores, Enrique Santos Discépolo y Homero Manzi. Algo que él asume, aunque con reservas. “La problemática no es distinta. Discépolo tiene actualidad —reconoce—. La diferencia es que uno se desprendió de ese localismo característico del tango. Y hay otras cosas. <EI mundo fue y será una porquería>, dice Cambalache, como significando que el hombre no tiene salida. Yo no soy tan escéptico. Creo que existe una posibilidad de cambio en e hombre”.
El mismo Pagliaro es, en cierto modo, un ejemplo de esa posibilidad de cambio. Estudiante fracasado de Filosofía y Letras, antes de dedicarse al canto trabajó como vendedor de ropa y obrero tornero Fue a partir de un año y medio atrás que Otra vez en el mismo bar, Cómo explicarte que te quiero, Vendrás con el mar, Las uvas y el sol y, fundamentalmente. Todos los barcos, todos los pájaros, le proporcionaron ingresos que le permitirían vivir de la música. “Pero yo quería desembocar en una temática social —insiste—. Sin embargo, las empresas no veían esas canciones con porvenir comercial y no compartían un contenido que calificaban de amargante. Y, en última instancia, yo terminaba pensando igual, por que los discjockeys se habrían en cargado de que pasara desapercibida. Hasta cierto punto, entonces me censuraba, grababa lo que quería pero dentro de ciertos límites"
De allí que Las cosas que me alejan de ti (ver recuadro) haya tenido que soportar un silencio de tres años, del que sólo pudo arrancarla el premio en el reciente Festival, donde triunfó con 24 votos sobre 37 emitidos. No obstante, según ciertos rumores, la canción no las tendría todas consigo: sin mediar una prohibición oficial, existiría una tácita presión para que no se difunda. “Esta canción no incita a nadie a la violencia —se defiende G. P.—. Además, Sería absurdo prohibir el tema después que el señor Rodolfo Baltiérrez, secretario de Difusión y Turismo, me entregó un premio en nombre del presidente de la República. Pero pese a todo, yo entiendo que se escucha menos que los primeros días. Tal vez no sea expresamente silenciada por nadie, pero estoy convencido que más de un programador musical tratará de hacerlo. Ahí está, por ejemplo, el caso de Enrique Alejandro Mancini, ex director de Canal 7 y uno de los discjockeys mejor pagados: en Exigencias, su programa de Radio Mitre, dijo que no iba a difundir la canción porque no la había votado y, a su entender, debería trasmitirse en la zona del Caribe".
La mención del episodio es suficiente para que Pagliaro deje de lado su cautela y con un gesto de resignada despreocupación insista, con infrecuente crudeza, en sus ácidos comentarios. “Ese discjockey y muchos que de repente se transforman en paladines de la verdad, jamás señalaron la mediocridad —acusa—, nunca gritaron contra el plagio. Nunca dijeron que hay individuos, como Sandro, que viven exclusivamente de la música de Charles Aznavour. Tampoco admiten que Palito Ortega compone música con el único objeto de hacer plata, sin preocuparse por un contenido que deforma, lamentablemente, a una gran masa que lo sigue". Pero la explosión pasa y, finalmente, el vehemente napolitano reconoce que, de todas maneras, él no es el único en mantener una actitud tan inflexible. "No creo que mi canción haya abierto puertas ni que yo sea el primera —descarta—. Siempre llego último. Hay otra gente en la música melódica que hace las cosas con dignidad y merece respeto. Piero-José, Facundo Cabral, Poni Micharvegas..."
Con un pie en el avión que lo llevará a Venezuela, invitado por el Canal 4 de Caracas, menciona su amistad con Héctor Cabrera, el cantante en cuya voz se enancó la canción para triunfar, y adelanta su próximo viaje a Chile con inocultable orgullo. No es para menos: allí coordinará con Pablo Neruda la selección de los poemas que el vate chileno ya le autorizó a musicalizar, algo que no le impide expresar una última y melodramática queja. “Mi canción ganó, pero ¿para qué me sirve? —inquiere—. En estos casos el intérprete se lleva los contratos, la guita, todo, y eso prueba la poca importancia que se da al autor. Me conocen en todas partes, es cierto. Pero nadie vino a mi casa, nadie llamó a mi puerta".
Revista Siete Días Ilustrados
12.10.1970
 

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