Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
![]() |
Graciela Borges "Me irrita profundamente que me fabriquen romances. Sobre todo cuando no existen. Durante tres años pareció que sólo Interesaba mi carrera. Considero que éste es el ideal periodístico. Pero de pronto pareció que eran más importantes los romances que se me han estado adjudicando que todo cuanto llevo hecho en el cine.” Graciela Borges lo dice sin resentimiento, pero son serena energía. Dentro de sí misma hay un profundo enojo, irritación, como ella lo denomina, por esa decidida tendencia a vincularle a sentimientos enamoradizos que, a fuer de sinceros, si hubiesen sido tantos como han aparecido, estaríamos realmente en presencia de una moderna sirena de incalculables amores. “Creo que hay una especie de psicosis “periodística” para acreditar inexistentes romances. Y no lo digo solamente por mí, sino por Elsa Daniel o Gilda Lousek, a quienes les ocurre lo mismo. Basta una simple fotografía junto a cualquier persona, para que precisamente “ese” hombre sea el de turno para nosotras. Lo malo de nuestro país es que el hombre, frente a cada romance, termina impoluto. Después de pasado el romance, siempre la que lamenta la pérdida, la que llora, la que vive triste, es la mujer. El hombre se habrá salvado tranquilamente. En otros países hay, cuando menos, más respeto para la mujer, aunque eso no quiera decir que sea siempre la mujer la menos culpable. Pero yo recuerdo que al pobre Jacques Charrier, le hicieron llorar lágrimas de sangre en Francia, cuando el asunto de Brigitte Bardot con Sammy Fray. Pero la prensa trató de salvarla a ella de cien mil maneras distintas. Está bien que B.B. era y es el gran monstruo. Pero por sobre todo, parece que lo que quisieron salvar los franceses era a la mujer. En nuestro país se produce a la inversa.” Hay un grado medible de amargura en la dura exposición de Graciela Borges. Fluidamente, casi atropelladamente, fustiga lo que ella considera un hábito no muy sujeto a razonamiento. Y que la afecta profundamente. Al hacer la propia defensa, no olvida a sus colegas tan afectadas como ella. Y sus conceptos se tornan duros por momentos. No hace falta preguntar nada para que Graciela hable. “Yo creo que si salgo con un amigo, o visito la redacción de un periódico, o asisto a una recepción y me fotografío al lado de algún hombre, eso no significa que yo esté enamorada de él. Y lo que creo todavía mejor: no hay ninguna garantía de que ese hombre esté necesariamente enamorado de mí. Esta misma publicación, por ejemplo, me ha tomado varias notas gráficas junto a Jean Paul Belmondo. Pues bien: "¡Supongo que no irán a decir que yo he vivido un romance con Belmondo! ¿O sí?” Graciela conversa con visible irritación. Ha interrumpido la lectura del libro "Tres hombres”, que firman seis escritores hispanos v qué muy seguramente rodará en España, en coproducción o como producción española, en Madrid, en el mes de junio, junto a Alberto de Mendoza. Por esa razón y porque no le gustó un programa que le habían ofrecido, no aceptó un ciclo de TV. Estima que para un artista la TV es un arte de mucho cuidado. Significa una lotería que tanto puede salir muy bien, como muy mal. La creemos más calmada a la bella Gracielita. Pero de pronto insiste con el tema para decir orgullosamente: “Por ejemplo, ahora: no oculto que estoy profundamente enamorada. Pero jamás revelaré de quién. Porque el amor, mi amor, el que yo siento, el que me hace feliz, es mío. Y solamente mío. Lo digo así, terminantemente, para que ya no tengan oportunidad de hablar de romances. Ahora ya pueden decir abiertamente que estoy profundamente enamorada.” La entrevista ha terminado. Habló una mujer, celosa custodio de su amor. RADiOFILM 09.05.1962 |