Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

horacio sueldo
DEMOCRISTIANOS
SUELDO Y ALLENDE:
CAMINOS CRUZADOS

No los separan principios pero los fragmentan hombres. En la última semana, la comisión de neutrales que aspiraba a la reunificación de los dos grupos democristianos resolvió disolverse; por el momento, dicen, es una tarea imposible.
Sin embargo, la identidad doctrinaria reserva sorpresas: entrevistados simultáneamente por PRIMERA PLANA, ambos titulares de las fracciones que se disputan el lema partidario reaccionaron en forma casi Igual. Horacio Sueldo (en Buenos Aires, ante el Asesor de la Dirección, Carlos Villar Araujo) y José Antonio Allende (en Córdoba, ante el corresponsal Nilo Neder) adoptaron pronunciamientos similares. Los dos es muy posible que vuelvan a encontrarse muy pronto, cuando sus grupos adhieran a un único Frente Nacional.

LA REVOLUCION SEGUN SUELDO
PRIMERA PLANA —¿Qué va a pasar el sábado, en la convención de San Luis?
HORACIO SUELDO — Vamos a analizar dos temas fundamentales, uno interno y otro externo: el interno se refiere a la marcha de la reorganización partidaria en todo el país sobre una expectativa, que es la del muy pronto reconocimiento nacional definitivo, es decir el del cuatro por mil, si se cuenta con cinco distritos en esa situación.
PP — ¿Cuántos distritos tienen ustedes en esa situación?
HS — Hasta ahora, con el certificado expedido por el juzgado, solamente Tucumán; pero presentando fichas muy seguido y escalando del uno al cuatro, tenemos unos siete u ocho más. Entonces es muy posible que en el mes de marzo podamos presentar los certificados y obtener el reconocimiento nacional.
PP — ¿Cómo interpretan ustedes el dócilmente de Perón en su versión oficial de Las Bases?
HS — El documento tiene un programa económico mínimo, plantea la necesidad de una alianza de clases, que parece completamente coherente con lo que del punto de vista sociológico ha sido el peronismo; o sea, e| movimiento policlasista que valora decididamente la presencia de la clase media, e incluso de estratos de nivel superior, lo que suele llamarse la burguesía nacional.
En torno al programa económico mínimo, ha llamado la atención, no sólo en la Democracia Cristiana, su coincidencia muy marcada con lo planteado por Guglialmelli cuando estaba en el CONADE. Es decir, un programa coyuntura! sumamente moderado que pudo ser el de cualquier sector desarrollista o neocapitalista. Si bien Perón hace la salvedad, en el último párrafo, de que otro sería el programa del futuro Gobierno, no adelanta nada sobre él, ni siquiera cuáles serían las ideas directrices. En cuanto a nosotros, creemos que a este Gobierno no hay que pedirle nada. Sólo que se vaya.
PP — ¿Cómo ven los cables tendenciosos de la Agencia EFE, en los cuales hasta aparece el nombre de la DC?
HS — Un globo de ensayo, parece. No creo que la procedencia sea estrictamente peronista.
PP—La actitud reticente de Cámpora parecería confirmarlo.
HS — Y las declaraciones que formuló diciendo que se trataba de una coincidencia para apresurar la institucionalización y no de un nuevo nucleamiento. Nosotros creemos saludable una clarificación del esquema político argentino. Hoy es apresurado forzar planteos de tipo preelectoral. Se nos ocurre que la próxima emergencia electoral se clarificará tres o cuatro meses antes del comicio. El eje de la solución política argentina sigue siendo el peronismo; si no se tiene una definición suya al respecto, las demás son especulaciones prematuras.
De San Luis saldrá una directiva de trabajo en orden a ir formando nucleamiento de opinión con algún otro grupo político. No como agrupamiento cerrado o como frente electoral, sino como el inicio de un esfuerzo de coincidencia. Fácilmente se me ocurre decir la UCRI, por ejemplo. Con Alende tenemos más coincidencias que discrepancias.
PP — ¿Y con el MID?
HS — Más discrepancias que coincidencias. Por lo menos, con la versión más conocida, porque en los últimos años el MID estuvo muy jugado a la Revolución Argentina. Tendríamos que remitirnos al MID del 63, el de la famosa fórmula Solano Lima-Begnis, el desarrollismo sin una racional política de inversiones, causa de esta deformación cancerosa de la industria automotriz que en ningún país puede llegar a ser eje del desarrollo, y menos en el índice a que llegó sin un plan. No podemos olvidar fácilmente — no por rencor sino por prudencia política— que Frigerio ha sido un batallador irónico contra la reforma agraria. Que en charlas y hasta en artículos daba tranquilidad a la burguesía latifundista, riéndose de los supuestos ideólogos utopistas que planteaban un nuevo régimen de la tierra en el país. Y al decir la tierra, digo la rural y la urbana. Tampoco reconocieron el problema de la feroz especulación inmobiliaria con los solares, que está en la base de la actual falta de vivienda.
PP — Con respecto al capital extranjero, ¿qué piensa de la posición tan conocida del desarrollismo?
HS — Nunca nos mereció simpatía. Tiraron la casa por la ventana en el afán de atraer el capital extranjero. Y el balance de los años 58/62 arroja un desnivel pavoroso entre el importe en dólares de lo que entró realmente como radicación y la maya enorme de la inversión de origen nacional en esos mismos cuatro años. Pero no quisiéramos recordar ahora discrepancias pasadas, sino coincidencias presentes.
Con el peronismo no hemos tenido mayores dificultades. Sabemos que ellos tampoco tienen cuestiones contra la DC. Nosotros vamos apuntalando desde abajo nuestro permanente contacto, sobre todo con los grupos de la línea dura, estimulando una dialéctica interna favorable a una ubicación progresista del peronismo. Y no digo revolucionaria porque tampoco queremos, a nuestro turno, jugarnos rígidamente a una sola carta. De todo corazón desearíamos que la próxima instancia del país fuera de cambios plenamente revolucionarlos, pero creemos más probable una etapa meramente reformista-populista.
Entonces, hay que preguntarse si uno va a seguir estando ausente de ella o puede ser un socio crítico. No se nos escapa que dentro de una eventual coincidencia Peronismo-UCRI-DC, Incluyendo tal vez el MID u otro grupo, la DC vendría a ocupar algo así como el ala izquierda, con sus posiciones de socialización y de ataque directo al problema de la tierra, por ejemplo.
PP — ¿Qué posibilidades hay de reunificación del PDC?
HS — Creo que es una cuestión terminada. Nosotros dimos una palabra con carácter definitivo el 4 de julio del año pasado en Paraná. Conste que la actitud aperturista, la invitación pública, fue cursada por la mesa directiva de la Junta: por Sueldo presidente, Fonsatti vice-primero y Torres vice-segundo. Tres cabezas que, desde afuera, quizá se crean intransigentes a la reunificación. Nos costó un gran debate. Hicimos pesar nuestra autoridad moral ante la Junta. La gran mayoría de los afiliados, militantes y dirigentes de provincia no querían saber nada. Fue una sesión tremendosa. Sin embargo, salió la moción Invitando al reingreso de todos los alejados, sin discriminaciones. No fue Aceptada por el otro lado, porque ese grupo ha planteado siempre una exigencia muy curiosa: que se les entregue el 60 por ciento de la Junta Nacional actual y el 50 de la futura, la que al cabo de la reorganización sería elegida por el término de dos artos. Más el 50 por ciento de la Fundación paralela, encargada de administrar bienes que eran del partido y con los que ellos se quedaron, aprovechando la pérdida de la personería jurídica. Esas exigencias son moralmente indebidas y, aparte, un indicio de que desconfían tanto que no se someten a la democracia interna. Tengo prueba instrumental de que esa exigencia (no confesada públicamente por esas personas, ni tampoco dicha a los afiliados o a los simpatizantes) es real: escrita de puño y letra y firmada por uno de los dirigentes del otro grupo. De modo que ante esa posición inamovible, dimos por terminado el asunto. Nuestra máxima se sintetiza así: “como se fueron pueden volver”.
De cualquier modo, somos la única DC reconocida por los organismos internacionales, entre ellos la Organización Demócrata Cristiana de América. Nos quedaremos con el nombre, y si por algún birlibirloque (a pesar de nuestra representación numérica en todos los distritos) la Justicia se lo da a ellos, comenzaríamos una nueva empresa política. No le asignamos al rótulo demácrate cristiano ni a los bienes físicos más importancia de la que tienen.
PP — Todo esto presupone que habrá elecciones. ¿Las habrá?
HS — Yo creo que hay una fuerte probabilidad de que las haya. Más de un 50 por ciento de la ciudadanía quiere elecciones. Pero puede haber una minoría que busca la interrupción de este proceso. Si se lo interrumpe, puede ser por la incoherencia o por la impotencia gubernativa ante la violencia. Hace poco, el general Sánchez dijo que había liquidado el 85 por ciento de la guerrilla en el área de la jurisdicción del II Cuerpo. A los pocos días los guerrilleros incrementaron las acciones y le dejaron escrito: “El 15 por ciento restante no se rinde”. El robo al Banco Industrial, en las barbas de la Casa Rosada y de la SIDE, es otra demostración de que el régimen está rebasado. No nos hace feliz en absoluto la idea de la instalación de cualquier grupo falangista o brasileñista, pero puede ocurrir. También podría darse el turno de una conjunción cívico-militar, llámese peruanista o como se quiera; Una gran masa de población la vería con simpatía. Pero se ha hecho tan difícil, que nosotros consideramos prudente el escepticismo popular.
PP — Al parecer, usted piensa que las elecciones, si las hay, serán condicionadas. ¿Cuál es el grado de condicionamiento que acepta la DC?
HS — Mire, no aceptaría ninguno. El condicionamiento es un lance del régimen militar. Yo creo que la coincidencia de que se habla no debe detenerse a defender un calendarlo electoral. En San Luis lo vamos a dejar claro. Lo del calendario es importante, pero secundario.
Aquí hay que emplazar y desafiar al régimen a que renuncie a toda imposición. Y a que, si no formula renuncia explícita, toda la civilidad se una en eso: en el rechazo frontal de cualquier condicionamiento militar o económico.
PP — ¿Y el problema de la reforma constitucional? ¿Está vista como uno de los signos de la falta de juego limpio?
HS — Vaya a saber lo que se va a reformar y en qué condiciones. Por allí se desprenden con un Acta Institucional, como en Brasil. El régimen militar no tiene ningún derecho a reformar la Constitución per decreto, así se lo llame Acta Institucional. Aunque no se hiciera por decreto, tendríamos una cartilla de puntos a reformar impuesta por el Gobierno. Y me temo que algunos partidos, aún con disidencia sobre la reforma, la aceptarían con tal de llegar a elecciones. En realidad, si este Gobierno fuera verdaderamente revolucionario, sería distinto. Aún así, pensamos que tendría que irse gradualmente a la reforma. No por miedo, sino por una convicción del viejo realismo cristiano, que algunos dirían de filosofía marxista. La nueva juridicidad debe resultar del proceso de cambios y no a la inversa. Este es el lugar que ocupa el derecho, legalizando las etapas del cambio para que insuman el menor costo social y político. No la ilusión de algunos revolucionarlos integristas según quienes habría que empezar por una nueva constitución, totalmente socializante y socialista. Pensamos que del vientre de la revolución, fecundado por el pueblo, ha de salir una nueva juridicidad pública y privada: Constitución, códigos, etcétera. Es la revolución la que engendra el derecho y no al revés.
PP — Claro que la reforma constitucional que está prevista es de menor cuantía: se habla de elegir Presidente en el Congreso y de dar más legisladores a las provincias chicas. Los suspicaces observan que, de tal modo aumentaría el peso de los partidos provinciales ...
HS — No van a alcanzar a torcer la voluntad popular. ¿Qué le puede dar al doctor Belgrano Rawson su partido de San Luis? Yo creo que la reforma no es de desear, pero tampoco es de preocupar. Hay que oponerse terminantemente, pero de todos modos no pueden alterar los resultados.
PP — Sin embargo, la elección por una Asamblea Legislativa posibilitaría un mayor condicionamiento de la candidatura.
HS — Sí. Esa es la intención. Yo tengo bastante confianza en que las mayorías legislativas se sumarían en sentido positivo. Tampoco dejo de reconocer que existe una posibilidad, ya en germen, de que algunos sectores populares demo créticos puedan tener alas internas que por indisciplina, o quizá pesando mayoritariamente en pos de decisiones oportunistas, cambien el sentido del pronunciamiento en una coyuntura determinada. Ya veremos, uno no puede mover más palancas de las que mueve ...
PP — Sin embargo, hay otras palancas. Por ejemplo, la Junta Democristiana de la Provincia de Buenos Aires ha hablado de abstención revolucionaria . . .
HS — Los muchachos se han anticipado demasiado, no en las posiciones ideológicas sino en la oportunidad. Habrá que ver antes de las elecciones . . . Sólo tiene sentido práctico de participar en esto la mayoría de los partidos; si no, seríamos una isla en la abstención. Además, la maniobra de la Asamblea Legislativa no puede preverse antes del comido, salvo que públicamente esté muy prefigurada. En todo caso, el camino electoral no es el único, en forma absoluta y dogmática, que le queda al país. Aunque la guerrilla, a despecho de las ilusiones de sus propios iniciadores, ha revelado ser un camino de largo y no de corto plazo, indudablemente igual es un fermento interno; estimula el proceso en un sentido favorable a la liberación nacional. Y unido a los otros factores que hasta ahora hemos aludido, podrían ocasionar un desplazamiento del actual elenco gubernativo para que, o bien se tuviera un proceso electoral auténticamente libre, o bien se accediera a una etapa de facto, pero revolucionarla, que no podría ser exclusivamente militar. No solamente porque la experiencia ha demostrado la insuficiencia de los militares en tal sentido, sino porque hay otro reclamo de la realidad. Se necesitan bases políticas y, para que pueda darse, debe recurrirse a grupos representativos civiles. Un concierto cívico militar podría protagonizar entonces una revolución de verdad, que incluso inicialmente se legitimara con un plebiscito. Es decir, el pueblo también puede votar, aunque no elija autoridades según el molde clásico. Aparentemente, la chance mayor es que haya elecciones, pero en política hay que saber reservarse libertad de maniobra y no enfeudarse rígidamente en una sola hipótesis.
PP — Recapitulando: si hubiese elecciones, la Democracia Cristiana estaría como un socio de izquierda, dentro de una salida popular-reformista. Si hay una salida militar a la brasileña . . .
HS — No se mantendría demasiado tiempo. El sistema sigue desgastando sus regímenes sucesivos. Además, la Argentina no tiene la Infraestructura sociológica del Brasil y tampoco habría aquí unanimidad militar corrió para eso.
PP — ¿Y si se registrase una salida militar a la peruana? ¿La apoyarían?
HS — Ah, tal vez es la única alternativa diversa que queda. Aunque su chance aparece muy reducida, por ahora.
29/11/72 ♦ PRIMERA PLANA
continuación con reportaje a José Allende
 

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