Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Cuarto proceso a Isabel Sarli ARMANDO Bo probablemente no llegue a ocupar en la historia del cine nacional un lugar de preponderancia; sus trabajos alguna vez serán considerados sólo como intentos en los que ha privado la audacia por sobre todo otro factor esencial para hacer una buena película. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que Armando Bo ya ocupa un lugar destacado en la historia jurídica argentina, como el primero y único cineasta que sufre cuatro procesos inmediatos: “Sabaleros”, “India” —la primera en que los jueces se han expedido, obteniendo un fallo favorable—, “El trueno entre las hojas” y ahora, la que motivó esta nota, . Y el demonio creó a los hombres”. Por eso a las 14.55 de un día jueves nos hallábamos a las puertas del Juzgado Correccional en la calle La-valle al 1600 de la Capital Federal. La cita era a las 15. Exactamente a la hora indicada llegaron Isabel Sarli y Armando Bo. Ella, luciendo un vestido dos piezas, azul furioso, y zapatos del mismo tono, contrastando hábilmente con su piel suavemente tostada, vestigio evidente de su reciente estada en Brasil. Nosotros pensábamos si los jueces podrían vencer la impresión de un físico exultante como el de Isabel, evidentemente un arma muy poderosa. En el ascensor que nos llevaba al tercer piso él decía: “Me da risa, cada película que hacemos terminamos acá adentro”. Luego de unos segundos de espera en el corredor el ordenanza los introdujo en el despacho del juez, el doctor Eduardo L. Vila. Allí permanecieron exactamente un minuto, para pasar inmediatamente a prestar declaración ante el doctor Molina, secretario. Pero hubo que esperar, aún no había llegado. A una pregunta nuestra, Isabel, evidentemente preocupada, recalco: “En “La patota” hay desnudos; ¿y por qué conmigo?”. Ella demostraba así ignorar que Isabel Sarli tiene más fuerza que las mismas películas. A las 15.10 apareció en escena el oficial primero del Juzgado con una carpeta en sus manos. —¿De nuevo? —fueron sus únicas palabras de salutación. A las 15.15 aún esperábamos al doctor Molina. Armando, que había salido por un momento de la receptoría donde nos hallábamos, entró, y al mismo tiempo que se dirigió a Isabel, dijo: “Yo no voy a aflojar”, e inmediatamente se entregaron a una conversación de oído a oído que lamentablemente no llegó a ser captada por los nuestros. El fotógrafo tuvo una ocurrencia que puede aportar alguna solución a la atribulada pareja: “¿Para la próxima por qué no abrevian el trámite? ... Primero vienen aquí y después hacen la película”. Interesante idea, ¿no? Eran las 15.20 cuando llegó el doctor Soria, el abogado defensor. Cinco minutos después lo hizo el doctor Molina, y su primera actitud fue saludar a Isabel (hecho que reveló su plausible buen gusto): “¿Qué tal? ¿Cómo está de salud?” Por supuesto que no era necesario preguntarle eso. Estaba a la vista. POR NO SER DE “LIFE” Entraron los protagonistas en el despacho de la secretaría acompañados del abogado defensor. Segundos después sale el doctor Molina preguntando: “¿Quiénes son los periodistas? ¿Son del Life?” —No —le respondemos. —Ah ... entonces salgan. A las 16.30 acabaron de prestar declaración. Isabel salió del despacho del doctor Molina contenta, con alegría infantil. Oímos que el secretario le decía: “La felicito, está usted mejorando notablemente como actriz”. Luego le hicieron una visita al doctor Vila, y a las 16.50 salieron del juzgado. En el trayecto de salida, Bo, queremos creer que bromeaba, dijo que la próxima película se titulará: “Los baños de Isabel”. Al salir del juzgado decidimos acompañarlos hasta la oficina de la productora del film. Allí conversamos con Armando Bo y el abogado defensor, el doctor Alfredo Soria. Nuestra primera pregunta va dirigida a Bo, para que nos historie el proceso de este nuevo juicio. —La película “... Y el demonio creó a los hombres” fue enviada a calificar al Instituto Nacional de Cinematografía —comienza diciéndonos—, a fin de satisfacer los requisitos habituales que exige la ley. La comisión calificadora para la moral le encontró reparos. En una exhibición privada que efectuamos en el Laboratorio Alex, días antes de ausentarnos para Brasil e iniciar el rodaje de “Favela”, invité a varios amigos, entre ellos a algunos periodistas. Lo hicimos para tener una opinión de la película de gente ajena a la producción. Uno de los periodistas publicó en su sección de un vespertino de esta Capital su opinión sobre el film, y a raíz de ella, la Justicia, por intermedio de un Fiscal, pidió el secuestro de “... Y el demonio creó a los hombres”, antes de su estreno. En estos momentos todas las copias y negativos se hallan depositados en el Juzgado, y yo estoy a la expectativa de si se podrá exhibir o no y si resulto absuelto, lo mismo que Isabel Sarli, de este nuevo juicio. Cada film que hago es un juicio que me persigue, lo que sucede desde hace dos años. —¿Qué nos puede decir de la reunión de hoy en el Juzgado? —Tanto a mí como a Isabel se nos tomó, como se dice en términos jurídicos, “declaración indagatoria”. Creo que lo que yo expongo en ella es el punto de vista de un hombre de cine que desea llevar al máximo la realidad de sus escenas, no sólo en los desnudos de Isabel, los cuales son acusados de pornográficos, sino en todas las realizaciones, especialmente en “...Y el demonio creó a los hombres”, que no he vacilado en filmarla en la Isla de Lobos, un lugar inhóspito, que nos significó innumerables sacrificios para llevarla a cabo. En el extranjero se ven películas de un tono mucho más subido que las mías. —¿Cuál es el tema central de "... Y el demonio creó a los hombres”? —Lo que en el argumento de esta película es demostrativo de una realidad palpitante se ubica en la Isla de Lobos (en Punta del Este), adonde llega la protagonista luego de sufrir muchas vicisitudes en su vida, para vivir luego un romance apasionado con uno de los “loberos” que trabajan en el faenamiento de los lobos marinos. —¿Qué actitud adoptaría si le exigen que corte algunas escenas? —Bueno, si los cortes inciden en el clima general de la película, entonces no lo haría; si no anulan lo que yo quiero mostrar en el film, aceptaría la exigencia. —Con respecto a “Favela”, ¿se sospecha otro juicio? ... —Al paso que llevamos voy a filmar “María”, de Isaacs, y me van a hacer un juicio. Cualquier cosa que hago promueve un escándalo. —¿Cree que hay alguna animosidad contra usted? —Efectivamente, sí; existe animosidad, pero no de la justicia, sino especialmente de un sector limitado del periodismo. Este, no sé por qué, se ha lanzado no a hacer la crítica constructiva que necesita todo productor, todo hombre de empresa; esa crítica constructiva que deja un sedimento y que alienta, porque lo difícil en la vida es producir y no criticar. Yo sé que mi trabajo tiene partes malas, lo sé muy bien, pero creo que también se destaca un esfuerzo, algo bueno. HABLA EL ABOGADO DEFENSOR Dénos su opinión, doctor Soria, con respecto no sólo a este proceso sino también a los anteriores. —En primer lugar yo debo decir que como abogado de una causa que se está tramitando, o de varias causas, me someto a lo que digan los jueces; el abogado tiene que tener primero fe en ellos, y yo no puedo dejar de creer en que los jueces no hagan sino justicia. Estos son nada más que los primeros escarceos del proceso, el que recién está en trámite de instrucción, que es muy largo. Después vendrá la sentencia, y si el juez de primera instancia da un fallo adverso queda la decisión de la causa a lo que digan las cámaras. Todo esto puede durar seis u ocho meses, o un año. Pero puede ocurrir esta vez, como ya sucedió en los anteriores procesos, que el juez vea la película y sin perjuicio de la prosecución del sumario, habilite la exhibición, con los cortes que en cada caso aconseje. (Sobre el cierre de este número se produjo el fallo del juez: sobreseimiento para “Y el demonio creó a los hombres”) . Revista Platea 7/10/1960 |