Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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¡Jettatore! A TRAVES DE LA INTERPRETACION DE LA FARSA GREGORIO de Laferrére era un caballero prestigioso del Círculo de Armas y político influyente (por entonces ocupaba una banca de diputado nacional) cuando se decidió a escribir una obra para lucimiento de la novia de un periodista amigo. Había encontrado un nuevo juego para su quehacer mundano y un atrayente motivo de diversión. Así nació “¡Jettatore”!, que, al llegar a manos de don Joaquín de Vedia, asombró al agudo crítico por la idea tan graciosa y el ágil desarrollo de sus escenas. “¡Jettatore!” fue estrenada el 30 de mayo de 1904, en el viejo teatro de la Comedia por compañía de Jerónimo Podesta. Orfilia Rico, que fue la intérprete más cabal de las heroínas de Laferrére, se hizo cargo, entonces, del papel de doña Camila. En “¡Jettatore!”, Laferrére se burlaba de una de las supersticiones más populares que circulaban por el Buenos Aires de principios de siglo. Don Lucas es un pobre hombre que, al aspirar a la mano de Elvira, una de las chicas de la casa, decide a Carlos, su primo y también enamorado de ella, a jugarle una mala pasada. Y no sólo se confabula con la gente joven que le rodea, sino que logra, asimismo, crear el clima propicio para que los mayores lleguen a convencerse de los poderes maléficos del incauto don Lucas. La comedia tuvo un gran éxito en ocasión de su estreno y fue muy bien recibida cada vez que se la repuso. Pensamos que otro tanto habrá de ocurrir ahora con la nueva versión que ofrece el elenco de La Farsa, pues el público festeja y ríe, muy divertido, las situaciones burlescas e intencionadas de la comedia. Salvador Accorinti ha llevado la obra a escena y, aunque no todos los intérpretes alcanzan el plano deseado, “¡Jet- * tatore!’’ constituye un buen espectáculo. Merecen subrayarse los trabajos de Nelly Corbella (natural y desenvuelta doña Camila), Elsa Grecco (que da vivacidad y sugestión a su Leonor), Claudia Palacios (simpática Angela). María Grecco (eficaz Lucía, punto de partida de las peripecias de don Lucas) e Isabel Molinari (empeñosa en su Elvira). El elenco masculino aparece más irregular. Carlos de Córdoba, por ejemplo, es un actor interesante, y hasta logra una buena personificación de don Lucas, pero lamentablemente descuida demasiado su pronunciación y ello desluce su labor. Muy bien Walter Hernán Méndez (en su Enrique). Emilio Fernández (don Ruffo) y Mariano Alfonzo (que da vida a Pepito). Alfredo Bernard (Carlos) y Claudio Guiraldes (Don Juan) tienen buenos momentos a su cargo, pero se observa en ellos una cierta afectación que quiebra un poco la línea ideal de la pieza. Hugo Haber logró un marco escenográfico muy adecuado y, con mucho acierto, vistió a los personajes a la moda de la época. Platea 3/6/1960 |