Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

josé allende
LA POLITICA SEGUN ALLENDE
Primera PLANA — ¿Qué opina del documento de Perón?
Jose Allende — Yo creo que Perón es fundamentalmente un político, y que como tal advierte que la conducción política significa manejo de realidades y no de ilusiones. Así lo prueba con ese documento.
PP — ¿Y sobre las propuestas económicas que contiene el documento?
JA — Toda propuesta económica que ponga el acento en lo social tiene que contar con el apoyo y la simpatía de la gente, y la adhesión de quienes adviertan con claridad que la estabilidad política depende de la económica, y que la estabilidad económica depende de la aquiescencia social. Sin apoyo público no va a haber régimen institucional, ni estabilidad política, ni solución para el país.
PP — ¿La marcha del proceso electoral exige la remoción de Mor Roig?
JA — No me afecta tanto la persona como la conducta con que se mueva. Si el Ministro, en lo que resta del proceso, se maneja con independencia de juicio, permitiendo como responsable principal de la conducción que el acto eleccionario sea la expresión del consenso nacional —y no un simple artificio del juego político—, habrá cumplido una gran tarea para el país y la historia se lo agradecerá. En caso contrario, será artífice del posible fracaso del Gobierno que salga electo.
PP — ¿Cree que va a haber elecciones?
JA — No sé si creo, pero al menos lo deseo. Una experiencia revolucionaria que lleva seis años sin éxito, al menos debe tener como principal acto revolucionario presentar al país la alternativa de una salida electoral que signifique la expresión de la voluntad real del país.
PP — Más allá de los deseos, ¿interpreta que se arribará a ese proceso?
JA — Creo que sí, aunque no sin dificultades. A esta revolución le ha faltado y le sigue faltando un verdadero talento político. El Gran Acuerdo Nacional, del que tanto se habla, no era simplemente un acuerdo entre políticos, sino un acuerdo entre todos los factores del poder que tienen decisión política, nos guste o no. Acordados todos estos factores, Argentina hubiera entrado a un cauce institucional con mayor fluidez, por la vía de Una decisión política auténtica. Esto se puede hacer todavía, aunque no encuentro mucha voluntad en el Gobierno para intentarlo.
pp — Las elecciones, ¿serán condicionadas?
ja — Desde el punto de vista de quien maneja el poder, toda elección procura serlo; pero si se comete el error de condicionarlas para que se articulen determinadas antesalas palaciegas, el Gobierno que surja no va a durar ni seis meses.
pp — Se ha dicho, sin embargo, y pese a las aclaraciones, que el próximo Gobierno deberá ser de transición.
JA — La expresión me parece poco feliz. Aunque no se me escapa que para transición puede haber dos interpretaciones como continuismo, o como una etapa en el proceso de cambio en profundidad que el país necesita. Rechazo de plano la primera; en cuanto a la segunda, la manejo con realismo: son las circunstancias que puedan imponerse al Gobierno que surja.
PP — ¿Piensa que el Gobierno está en el juego limpio?
JA — No lo muestra mucho...
PP — Si las elecciones son condicionadas, ¿la Democracia Cristiana se abstendría?
JA — El mayor daño que se le puede hacer al país, y el broche más negro que puede tener esta revolución, es un proceso político que termine en un acto electoral tipo farsa. En ese caso, realmente la elección no me atrae, ni como ciudadano ni como político.
PP — ¿Cree factible el frente propuesto por Perón?
JA — Sí, porque en este momento nadie representa al país con exclusividad; ni siquiera el peronismo. El país es una realidad plural, y se lo puede servir desde distintas posiciones apuntando siempre hacia perspectivas que se ven como la única salida argentina.
pp—¿Qué lo separa a usted y su sector del que orienta Horacio Sueldo?
ja — La Democracia Cristiana es una sola. En política no hay nada que sea definitivo; circunstancias particulares —de estilo personal, de concepción de lo político, de la propia conducción partidaria— provocan separaciones, a las que no son ajenas las dificultades de lo vivido por el país. Yo creo en la unidad de mi partido, la deseo, y no hago cuestiones personales de ningún tipo.
pp — ¿Qué piensa de Arturo Frondizi como eventual partícipe del frente?
Ja — No creo que Frondizi atraiga grandes núcleos en el país. Alguna vez tuve oportunidad de conversar con él, y le advertí que uno de los problemas del país era el que se formularan grandes apreciaciones que después, en las resultantes del Gobierno, eran simplemente factores huecos. Desde el año 30 el país vive de frustración en frustración: hay acuerdos de personas y no de realidades vividas, sentidas y queridas. Acuerdos que después se traicionan en el Gobierno. No tengo por qué juzgar a Frondizi como persona, pero sí condicionarlo como partícipe de un frente. No tengo ingenuidad política.
PP—¿Cuál es su juicio definitivo sobre la Revolución Argentina?
Ja — Fue una gran esperanza convertida en frustración. El único acto revolucionario que le queda es permitir que el país se exprese en lo que auténticamente quiera, y a través de un acto electoral.
pp — ¿Cómo juzga la actitud socio-política de Córdoba?
JA — Córdoba es un anticipo de lo que el país tiene como inquietud. Hay aquí una irritación pública que se nota a flor de piel, que no es gratuita. Ni exclusivamente ideológica, ni marxista —como muchos pretenden—: es profundamente humana. Es la constante de toda evolución argentina desde el año 55 hasta la fecha. Siempre una respuesta insuficiente, y la exigencia de una mejora socioeconómica pletórica de vocación de ascenso cultural en las grandes masas.
PRIMERA PLANA Nº 474 • 29/11/72
 

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