Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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José María Rizzutti pianista de la típica Fresedo SI se realizara una encuesta para aquilatar valores entre los músicos más populares dentro de quienes forman parte integrante de las grandes orquestas, el nombre de José María Rizzuti, vinculado al conjunto de Osvaldo Fresedo desde hace muchos años, ocuparía un lugar de vanguardia. Apasionado por el compás de la música típica, mezclado a las mejores manifestaciones del tango, el vals o la milonga desde muchacho, Europa aplaudió sus interpretaciones como gustó nuestro país el sabor de su propia inspiración. Su carrera artística, por otra parte, la sintetiza en un puñado de recuerdos amables y alguna anécdota de sus días en París. Y el valor de sus éxitos es el saldo grato que le dejaron tangos como “Cenizas”, “Rezongos” y “Bésame en la boca”, difundidos en todos los rincones de la república cuando más difícil era popularizar una canción, triunfadores otros nombres y otros tangos en manera difícil de superar. DESDE LOS SEIS AÑOS ES MÚSICO Se inició en el piano cuando apenas tenía seis años de edad, llevado por el entusiasmo de su padre, entonces director de la banda de policía de Buenos Aires. Pero la voluntad de los suyos era distinta a la propia. Querían que estudiara música clásica, y porque no la sentía, abandonó el conservatorio. Y siguió su vida de estudiante, primero en los grados primarios y en las aulas secundarias más tarde. La milonga —son sus mismas palabras— decidió después su destino. Amigos del barrio le ofrecieron la oportunidad, y en los bailes familiares ensayó sus primeras aptitudes, junto a otros músicos a quienes no olvida: Bíafore y Guido, sus compañeros de los días iniciales. Deja para siempre entonces sus estudios y Arolas es el primer maestro que lo inicia en el ritual del repertorio popular. Arolas, que era el más famoso de los músicos de entonces y que ponía en sus ejecuciones, confiesa Rizzuti, todo su corazón de criollo. Con él creó los primeros lineamientos de su personalidad musical, y con él esbozó, en síntesis, la esencia de su temperamento. Más tarde formó orquesta con Julio de Caro, Pedro M. Maffia y Rossito, hasta que, pese a su éxito, disolvieron el cuarteto y De Caro y Rizzuti fueron al conjunto de Osvaldo Fresedo, con el que sigue nuestro reporteado desde entonces, con la sola pausa de una breve interrupción. RIZZUTI EN PARÍS Su viaje a París, junto a Fresedo, fué para Rizzuti la culminación de sus esperanzas. —Vivimos momentos francamente agradables —nos cuenta, mientras sonríe recordando una anécdota—. Estaba por aquellos pagos Ernesto Famá —prosigue—, con el que intimamos en seguida. Además de mi labor en la orquesta, logré contrato junto a Famá en una “boite” de bastante categoría, en la que actuábamos todas las noches. Nos aplaudían clamorosamente, pese a que nadie entendía el castellano. Tanto que con el patrón, que se divertía bastante, Famá y yo cantábamos en trío ante la admiración de los franceses, que nos obligaron a actuar por más de seis semanas, aunque nuestro compromiso era tan sólo de ocho días. —Después —continúa Rizzuti—, como Fresedo insistió en quedarse y yo debía volver (nostalgias permanentes de Buenos Aires), emprendí el regreso. Ya en éste actué con De Caro, hasta que el autor de “El espiante” volvió al país y me reintegró a su orquesta. Hasta ahora, con quien, como Fresedo, significa una avanzada dentro de la música típica. Uno de los valores más auténticos y vigorosos del repertorio . nacional. SUS COMPOSICIONES El cartel profesional de Rizzuti, amplio y brillante, esté jalonado con éxitos distintos al de sus grandes ejecuciones. Pianista de perfiles propios, de calidad indiscutible, es también un compositor de la garra que informan sus grandes éxitos de difusión. Ya hemos nombrado, en ese sentido, algunos de sus tangos: “Cenizas”, “Bésame en la boca”, “Rezongos”, “Hollín”, “Adiós para siempre”, “Canción de cuna” y uno en preparación: “Mona Lissa”, en colaboración con Giordano, forman el conjunto de sus creaciones. Los más difundidos, por cierto, fueron los tres nombrados en primer término. “Bésame en la boca” fué canción de moda durante muchos meses en toda la república. Tal, lector, en la brevedad de esta nota, la personalidad de José María Rizzuti, gran instrumentista y excelente autor. Factor por otra parte en el éxito de la orquesta que integra y con la que ha llegado a ocupar, junto al nombre de su director, Osvaldo Fresedo, un puesto respetable dentro del panorama de nuestros músicos populares. Radiolandia 17/7/1937 |