Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

marta minujinPLASTICA
A Marta no la para nadie
Diez años atrás, en un suburbio parisiense, rodeada de sus compañeros de happening, su mano no vaciló al encender, gozosa, el fuego que consumiría toda su obra. Rubricaba así su apocalíptica afirmación: “La pintura ha muerto". Marta Minujin parece ahora dispuesta a resucitar a su víctima. Hasta el 4 de diciembre, en la galería Arte Nuevo (un reducto difícil de localizar, en el primer piso de un flamante edificio en Florida al 900) expone su Serie Erótica. Resuelta a suscitar nuevas hogueras, Minujin justifica su retorno con la pretensión de “erotizar a Buenos Aires con mis imágenes mentales. Lo erótico me parece fantástico para todo el mundo, pero siendo mental, está anatómicamente localizado: por eso soy tan explícita en los detalles. Estas pinturas eran necesarias, harán mucho bien. Como es un terreno muy descuidado —imagina— le dedicaré una veintena de telas más. Hace un mes que me decidí a esto, pero mis obras, imágenes mentales, no sensuales, operan a la media hora de contemplarlas. Mueven al espectador a participar. Mis amigos están entusiasmados con la empresa y le auguran éxito. Estamos en primavera y los porteños son eróticos, ¿no?
Quizá los porteños sean eróticos, pero Marta debe de haber olvidado en su largo alejamiento que sus coterráneos son también pacatos y bastantes hipocritones. O sea, que la gente joven reacciona con sana alegría ante sus pinturas (por demás inocentes y límpidas) y algunas personas mayores se pegan un susto, o
lo fingen. Devorada por su propia iniciativa, la pintora confiesa haber dormido poco, comido menos y trabajado 20 horas diarias para preparar su exposición. "Me enfermé con el encierro y el olor a trementina", memora. Así explica el origen y los efectos de esta “vuelta al hogar", su retorno al quehacer pictórico. Con el métier parece reasumir los usos y costumbres del ambiente, conjugados en su inagotable actividad: planea exponer una Serie Política, formar grupos de expositores sin abandonar otros muchos proyectos.

UNA NOCHE EN LA OPERA. Marta no olvida que desde 1962 dedica sus afanes a la ambientación y los happenings, y evoca un recuerdo cercano: su ópera Kidnappening (de kidnap, en inglés, raptar) inspirada en Picasso y representada en 1972 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (“que es como mi casa", aclara Minujin, y no exagera). “Le dediqué un año de mi vida a Picasso —comenta—. Un artista pintor a la vieja usanza, encerrado en sí mismo. Temperamentalmente, tengo mayor afinidad con Dalí, de quien soy muy amiga, porque a su edad sigue interesándose por la gente, vive rodeado por ella. Pero ambos son, a su modo, los más grandes después de Leonardo. Como un rito suelo maquillarme con la máscara de las mujeres que pintó Picasso.”
El singular visagisme de Marta podrá ser apreciado en Buenos Aires en el teatro Astral durante el 11, 12 y 13 de diciembre, cuando estrene Opusbai. La ópera —dedicada a la ciudad— tendrá cuarenta intérpretes, en su mayoría ex habitués del fenecido Di Tella. Minujin se entusiasma al detallar la colaboración de Marilú Marini, Marcia Moretto, Mercedes Robirosa, Federico Peralta Ramos, quizá Graciela Borges. Montada sin escenografía, en sus 40 minutos de duración Opusbai tendrá un entreacto virtual a cargo de bombos y corifeos diseminados por la platea. Aspira a llegar a un sector muy vasto de público, sin ningún interés comercial. “Lo recaudado —minimiza su inspiradora— servirá para pagar las gaseosas y los panchos, como consumación y corolario del acto creador.” A más de todo esto, Marta planea, para el futuro inmediato, “una serie de actos de desalienación del potencial creador de la masa; es necesario propiciarlo entre los obreros, en las fábricas, y entre los estudiantes, en las escuelas”. A Marta no la para nadie.
Revista Panorama
29/11/1973

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba