Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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La nueva técnica resta inspiración al intérprete Mirtha Legrand "QUE le parece mentira? Pues es absolutamente cierto. ¡Nadie me propone actuar en televisión!” Lo dice Mirtha Legrand. Y realmente parece increíble. Sin embargo, debe haber una razón. Y creemos haberla hallado. Mirtha no quiere hacer cualquier cosa en TV. Y lo que ella quiere, algo muy serio y muy valedero para su público, no es fácil conseguir. —Lo sé —nos dice Mirtha—, pero tampoco es imposible. Comedias de tipo brillante, bien dialogadas, con un leve toque sentimental. Pero auténticas. Nada que tenga que apoyarse en la escenografía o el despliegue, sino en la verdad de lo que se diga y en la labor de la intérprete. Es verdad. No parece tan difícil. Pero sin embargo queda flotando en el aire la acusación de que nadie la llama para hacer televisión. Entretanto, se ha producido en Mirtha Legrand una especie de psicosis de viva inquietud cultural. Idiomas. A todo tren. Sin desmayo y sin descanso. Se ha inscripto además en una escuela para la historia del arte, en la que es una alumna más. Y estudia como una colegiala. —Ahora somos tres en casa —nos dice sonriente— Marcelita, Danielito y yo. Tengo cuadernos de deberes y responsabilidad de escolar. Me gusta hacerlo. Creo que nunca es tarde para aprender. Pero no es lo único que nos sorprende en la actualidad de la bella actriz argentina. También nos preocupa su actividad cinematográfica. Pero pronto salimos de la duda. —Estoy un poco haragana y no quiero hacer nada más que una película por año. Soy productora de mis films y cada uno de ellos es muy costoso. Necesitan toda mi dedicación, mi esfuerzo y mis economías. Daniel es un hombre que filma con mucho cuidado y sus producciones demandan tiempo. Yo no puedo eludir ese tiempo ni esa responsabilidad, porque también soy socia. Por eso, con una película por año me basta por ahora. —¿Está contenta con el cine que hace? —Claro que sí. Por eso lo produzco también. Pero me estoy poniendo exigente. El cine actual coarta las posibilidades del artista. El intérprete está siempre resignado al movimiento de cámara, a la técnica, al “travelling” que impide el accionar directo o la palabra simultánea. La técnica resta inspiración creadora al intérprete. Quiero otra cosa. Y sé que lo voy a conseguir. —¿Tal vez con su hermano José Martínez Suárez? —No lo he pensado. Pero no es imposible. Por ahora, no pienso tampoco en mi nueva película. Tengo por delante el viaje de Daniel al Brasil y mi propio viaje a España, adonde marcharé el mes entrante para asistir al estreno de “La Patota”. ¡Ah!, a propósito... Vale la pena señalar que la censura española sólo le introdujo un corte. Aunque irá “doblada”, como siempre. —¿Ha visto mucho cine argentino; las últimas películas? —No. Pero en este excelente festival de Mar del Plata, he tenido referencias directas de muchos extranjeros que han visto casi todas las películas sin estrenar. Todos están de acuerdo en que nuestro cine es bueno, pero poco argentino. Habrá que tener cuidado con eso. Como actriz, yo también tengo mi responsabilidad en la materia. Mirtha Legrand nos deja. Le ha llegado la hora de ir a la escuela. Voluntad y tesón. Plausible. Encomiable. CA-FE pie de fotos 1 Mirtha, la escolar, de vacaciones en Mar del Plata. Como una alumna más. Sonriente. 2 “Aunque no lo crea, nadie me propone hacer televisión. Y no es tan difícil lo que quiero". 3 “Estoy un poco haragana y no quiero pensar en otra cosa que no sea el viaje a España”. 4 “No soy supersticiosa. No crean que uso el monito como fetiche. Pero me divierto.” 5 “Sin Marcelita ni Danielito, me siento vacía. Un niño en mis brazos es siempre amor”, 6 “Daniel quería descansar un poco, pero le tocó ser jurado. ¡Trabajó como nunca!” Revista Radiofilm 9/5/1962 |
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