Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

nélida roca
LA REINA DE LA REVISTA ES... ¡TÍMiDA Y VERGONZOSA!
por Roberto GALAN
CUANDO un 30 de mayo nació en nuestra Capital Federal Nélida Mercedes Musso, sus padres, doña Celsa Suárez (oriunda de Guillarey, Pueblito cercano a Vigo, España) y don Federico Musso (fuerte y voluntarioso genovés), no imaginaron que al correr de los años Nélida cambiaría Musso por Roca, y que luciría ese nombre en la cartelera de los principales teatros porteños como sólida base de su excepcional personalidad transformada a través de una singular y aceptable metamorfosis, en una de las mujeres más bellas y codiciadas de nuestro medio. Aunque parezca extraño, Nélida era feúcha (“parecía una japonesita"), sin gracia, aunque sumamente diabla e inquieta. Asistió a varios colegios de la ciudad, en la medida que sus padres resolvían cambiar de residencia. Por curioso que parezca, un hecho de sugestiva significación ocurrió cuando era niña, y ello permite establecer que los avatares del destino ya jugaban sus cartas sobre el futuro de la muchacha. Su maestra de tercer grado pidió a los alumnos un dibujo de creación propia, y Nélida llevó al colegio... una bailarina. Llámese coincidencia o lo que sea, el caso es que la niña Nélida Musso, llevada por un extraño sortilegio, dibujó inspirada en lo que para ella seria su triunfo máximo, o sea el baile, a la vez que denotaba notables habilidades para el dibujo y la pintura, cualidades que con el tiempo fue mejorando y llevando a una notoria significación.
Un giro de noventa grados se produce en la historia de Nélida Roca (aún Musso). cuando en un baile de un club al cual ella asistió, conoció a Julio Rivero, pianista y director de orquesta. Noviazgo breve y posterior casamiento. Entre las actuaciones del conjunto de su esposo, al cual Nélida se incorporó como lady-crooner, figura la que les cupo en el viejo Richmond de la calle Esmeralda, donde a la sazón iba Luis César Amadori, director propietario del teatro Maipo. Lo ocurrido en esa época merece una buena descripción. Amadori reparaba que cada vez que Nélida bajaba del palco y atravesaba el salón de la confitería, todos los parroquianos volvían la cabeza siguiendo el pasar de la llamativa cantante. Fue el empresario González, hermano de Zully Moreno y por ende cuñado de Amadori, quien recibió el encargo de contratar “inmediatamente” a la monumental mujer. El razonamiento era simple: Una muchacha que atraía de ese modo la atención masculina, bien podía significar la misma atracción arriba de un escenario. Nélida dejó el “Musso” de lado y echó mano a un elegante aristocrático “Roca”, segundo apellido de su ex marido, y debutó en el Maipo con un largo vestido de soiree cantando el bolero “Pecado". La hermosa y sofisticada vedette explica la forma que la empresa empleó para mostrarla con la menor cantidad de ropa posible (“¡lo fueron haciendo de a poco!”).
En el año 1955 se presentó como primera figura y su nombre pasó a ser sinónimo de sexo, gracia, físico, encanto y codicia. Sola, viajó a Europa y la recorrió íntegramente como simple turista, viaje que repitió el año pasado llevando a sus padres, que así, por atención y generosidad de su triunfadora hija, pudieron volver a sus pueblos natales, en España e Italia. Extensas temporadas teatrales llevaron el nombre de Nélida Roca a encumbramientos pocas veces logrados. Su fama tiene el sostén de un solo medio, el teatral. Ni el cine, ni la radio, ni la TV, aportaron nada sobre el cartel de la estrella. Juega, naturalmente, en todo esto, papel definitivo la bien torneada humanidad de la Roca, capaz de provocar infartos en serie cada vez que se deja ver sobre un proscenio. Llegó un momento en que “ir al Maipo”, “Al Nacional”, era lo mismo que “ir a ver a Nélida Roca”.
Escarbando dentro de la personalidad de esta fulgurante mujer, llegamos a diferentes vías muertas. Por ejemplo, y de manera sorprendente, confiesa que sólo sabe que Rodríguez Araya “es un señor a quien veía siempre en el Luna Park"; que no le agradan las multitudes y que fuera del teatro se siente una mujer "completamente distinta", al punto de esconder el rostro detrás de unas inmensas gafas oscuras, y cuando camina por la calle Santa Fe, lo hace rápidamente, para que no la miren. Gusta pasar inadvertida, y no se explica qué le pasa cuando sale al escenario casi desnuda, transfigurándose y pasando del recato anterior al más absoluto desenfado. Tuvo siempre sus mejores consejeras y amigas en Sofía Bozán y Gloria Guzmán, y dice que el boxeo la fascina, destacando entre sus favoritos a Feder Thompson y a Cirilo Gil. Nuestra insistencia por querer conocer los puntos claves sobre la desconcertante personalidad de Nélida Roca, no encuentra asidero al oírle decir que “vive muerta de vergüenza”. Una vasta explicación sobre la reacción pública con la sola mención de su nombre, no alcanza para que Nélida argumente definitivamente sobre el porqué de lo que bien pudiera ser “un caso de doble personalidad”. No obstante, sus palabras son sinceras: “¡El público significa para mi una alta dosis de oxigeno. Sin él yo no puedo hacer nada, con él soy capaz de cualquier cosa. Diré de paso que ése es el motivo de mis rechazos para actuar en TV: no tiene público presente!” En su departamento de la Avenida Alvear, esta colosal mujer, a quien cualquier mortal vestido con pantalones está dispuesto a declararle su amor, vive como una reina. Moblaje en fino estilo, biombos modernos, "boiserie” enteriza, sillones en terciopelo rojo y gris, vitrinas embutidas Y un sinfín de detalles de muy buen gusto, señalan que Nélida captó en todo la forma de hacer redituar su cartel con lujos y comodidades. Ha ganado millones, y su última gira por el interior le produjo 20.000 pesos diarios. Le fastidian los atrevidos que se le declaran a cada minuto; está divorciada; rechazó papeles para hacer cine, por malos; fuera de Buenos Aires le agradaría vivir en París o Roma, donde arrojó las tres clásicas monedas en la vieja y romántica fuente de Trevi. En suma, Nélida Roca, que ya tiene sobre sí características de mito, no es sino una hermosa mujer, de suave trato, engaña sobre su futuro, que ya tiene económicamente asegurado. Su físico descomunal, donde un centímetro pasaría vergüenza por innecesario, su rostro peculiar, gatuno y fascinante, no son aleatorios con su personalidad, digamos “casera". Esta presenta una muchacha sencilla, suave, casi tímida, a quien le provoca espanto una pregunta periodística, pero que se atreve a aparecer sobre el escenario de un teatro céntrico mostrando su maravilloso físico, sin otro atuendo que una pequeñísima trusa y una línea como "soutiens". De esas dos formas se vislumbra la doble personalidad de “la reina de la revista”, Nélida Roca, una muchacha que se pone colorada cuando... ¡hablan de ella! En Mar del Plata tuvo a su cargo reeditar ovaciones anteriores; lo logró con llenos diarios, actuando como palafrenera de una compañía de gran competencia. Este resumen señala que, periodísticamente, y hurgando a fuerza de preguntas, nos sorprendemos con la naciente nueva personalidad de la atractiva estrella. Quizás pocos sepan de estas reacciones de Nélida, de su terror por la gente (no el público, entiéndase), de su timidez y su apocamiento. Asombroso, ¿verdad? Creemos que si, y más luego de verla hace poco electrizar a un teatro lleno exhibiendo su figura, presumiblemente una de las más perfectas del mundo. ¿Cómo se explica esto? En verdad admitimos el asombro general provocado por la "nueva Nélida Roca", cuando imprevistamente apareció en el festival de Mar del Plata haciendo vida social y asistiendo a todas las reuniones programadas, quebrando así su clásico mutismo y su eterno aislamiento. Por supuesto que la preferimos así, aunque sinceramente... ¡de cualquier modo!
RADIOFILM
9/5/1962

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