Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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OLMEDO: ¡CUARENTA Merluzas! UBALDO: ¡SESENTA Corvinas! TATO: ... UNA Mojarra !! LOS ciclos que los años fijan sobre las costumbres de las personas y sus evoluciones sobre gustos y modas, también alcanzan las formas de vida, sus resultados y su proyección exterior. Nos Interesa ocuparnos, por ejemplo, de los actores. Antiguamente un actor teatral (cuando no había radio ni cine ni TV) presentaba la figura de un sujeto pálido, trasnochador y constante merodeador de la calle Corrientes, ya que de hecho había que vivir cerca de la calle famosa. De ese grupo de singulares personalidades, podría excluirse a Parravicini, que fue un amante de deporte. En la actualidad, un actor vive como un ciudadano común; es más, en su gran mayoría se dedican a los deportes, andan tostados por el sol, visten "nueva ola", viajan, veranean y frecuentemente huyen de la calle Corrientes habitando zonas alejadas de la capital con buen aire y buen sol y en donde muchos practican mecánica y carpintería casera. En suma, los gustos por él confort y la preparación de un porvenir económico es parte de la gran preocupación de todo ese gran mundo de hombres dedicados al arte. Bien recordamos las terribles mañanas invernales cuando el “Zorro" Pepe Iglesias, cubierto con un rompevientos de cuero, pescaba en la costanera. Vimos hace poco a Duilio Marzio dedicado afanosamente a practicar básquetbol en el Club Ateneo; en el mismo club Amadeo Novoa se entrena levantando pesas. El grupo de astros y estrellas que todos los fin de semana van al Tigre para hacer remo y tomar sol es importante. Y la lista es larga cuando hacemos recuento de los astros que los domingos gritan como locos en las canchas de fútbol, vistiendo democráticos “gordos" y pantalones de vaquero. Nuestra colonia artística, excepcionalmente ampliada, introdujo el buen hábito de una mayor aproximación entre sus componentes. Las "barras” de amigos comunes se encuentran para charlar, ya no en los cates, sino en los domicilios de cada uno; planean viajes, comentan libros. Por supuesto que tales cambios señalan un mejoramiento intelectual ponderable. Un actor de hoy no se concibe sin haber cursado estudios secundarios y sin llegar munido de conocimientos generales. Todo esto viene a raíz del viaje que, con motivo de la Semana Santa, realizaron juntos a Mar del Plata tres buenos amigos, tres actores estudiosos y tres notables exponentes de lo mejor como actores cómicos: Ubaldo Martinez, Tato Bores y Alberto —Piluso— Olmedo. Se encontraron en casa de Tato para charlar y, con el permiso de sus respectivas consortes, resolvieron ir a Mar del Plata a pescar, deporte del cual los tres son apasionados cultores. En el coche de Ubaldo partieron rumbo a la Perla del Atlántico, se instalaron en un hotel, y a la hora, con sus buenos equipos personales, tomaron rumbo hacia la zona del puerto. Los 3 famosos astros, amigos de la gran colonia de pescadores, encontraron inmediata ubicación en una lancha pesquera, y formando parte de la tripulación se hicieron a la mar. La excursión duró diez horas. Tato Bores sintió algo, y se mareó; Ubaldo y Olmedo hasta tomaron mate. ¿Pescaron? ¡Sí..., y mucho! ¡Hasta un resfrío cada uno! Don Manuel, el patrón de la lancha, a modo de compensación, obsequió al trío un cajón de merluzas, que ellos llevaron al mercado para "reducir". ¿Ustedes se los imaginan a estos tres pescadores “a la violeta” pescando en alta mar? ¿Se imaginan a Ubaldo, tan casero, tranquilo, calmo, recogiendo las redes ayudado por Tato Bores? Cuando regresaron a Buenos Aires, llegaron ufanos portando cada uno parte de los trofeos adquiridos, así como para justificar el viaje, para conformar a sus esposas y como demostración cabal de la camaradería que hay entre ellos y de que los actores en el año 1962 prefieren usar el tiempo que les queda libre viajando, pescando, haciendo deportes y no trasnochando inútilmente. Podríamos, agregar a todo esto que, luego de la excursión de Ubaldo, Tato y Olmedo en procura de “pesca mayor”, dentro del gremio de pescadores marplatenses hubo un gran revuelo, por la competencia de los actores, que dejaron prácticamente el mar vacío de peces... Como consecuencia de ello, el pescado subió vertiginosamente. Pie de fotos -¡Se ponen serios y todo!... Auténticos “lobos marinos” cargan cajón de pescadilla fresca. Hasta tienen aspecto de marinos de verdad. -¡Eh, los de barlovento!... Olmedo otea el horizonte, Ubaldo adopta pose de “viejo pirata” y Tato... se hace realista y se muere de risa. -He aquí los resultados: Tato, compungido, exhibe una miserable mojarrita. Nótese la cadena de Ubaldo. ¿Será del ancla? -Con dos cabezas de pez espada esgrimen Tato y Olmedo. Hace de juez Ubaldo Martínez, muy serio en su función. Esa tarde en Mar del Plata tres actores cómicos dieron una acabada demostración de camaradería. Se divirtieron, pescaron, cantaron y lo pasaron muy bien. -¡No pueden con su genio!... Estos actores procuran en todos los casos encontrar el lado risueño de la vida. ¿No les parece encantador? -Miren, muchachos..., ¡aprendan! Tato, ufano, muestra el resultado de su primera redada. Ubaldo y Olmedo, una corvina cada uno. Revista Radiofilm 9/5/1962 |
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