Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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COMO SE PRODUCE EL COLOR EN EL PELAJE DE LOS CABALLOS POR ALMANZOR JUAN DE DIOS MARRERO Y GALINDEZ ILUSTRACIONES DE JULIO CESAR VERGOTTINI La pampa bonaerense, esa llanura herbácea que en su confín remoto se inclina la bóveda celeste para abrazar el suelo; tachonada de cárdenas extensiones de flores moradas, dorados macachines, sanguíneas margaritas, verdes trebolares, azulinos cardos, campos de pasto blanco y voladora; maculada de lagunas como mares, serpenteada de innúmeros arroyos de bruñida faz; ¡la pampa!. . . ondulante como el mar al soplo de los vientos sin barrera, ignota, severa y majestuosa en su inmensidad, creó la necesidad imperativa en el hombre de aliarse al bruto, para aventurarse por ella en requerimientos y conquista de sus arcanos. . . Así nació en el gaucho un cariño profundo hacia el caballo, que compartía sus soledades, que compartía sus peligros, que era su única esperanza en medio de la pampa secular. . . Para él fueron sus más solícitos cuidados y sus más delicadas atenciones, hasta generar una verdadera escuela de equitación; una escuela comentada al lado amoroso del fogón en los lánguidos días lluviosos y practicada en los amaneceres rutilantes de esmeraldas. . . Pero el hombre que venció el desierto ansiaba permanentemente individualizar los fletes uno por uno por la sola referencia del color y de sus manchas. Tres siglos de temar constante, tres siglos de convivir día y noche, caballo y caballero, echaron las bases de la más sabia y acabada clasificación del pelaje de los yeguarizos... Lo demás. . ., Dios me deparó la dicha, después de más de treinta años de dedicación estudiosa, de darle forma y carácter científico. . . Y así nació la CROMOHIPOLOGIA, como una flor de la pampa, pura, lozana, natural e incontaminada; libre de todo contacto bibliográfico y absoluta independencia de lo habido en el mundo. . . EL CABALLO El caballo es uno de los seres más evolucionados de la superficie terrestre. De la extremidad pentadactílida de sus antecesores, hoy presenta un solo dedo en ella, constituyendo este tipo de extremidad la que ofrece el apoyo más breve y eficaz para la carrera. Un enorme lapso de gestación biológica hubo de cumplir a través de los siglos esta especie inerme que todo lo confió a su capacidad locomotiva. Cuando ella se diferenció, todos los caballos tenían un solo pelaje, el pelaje de la especie, el pelaje prístino. . . Este fué el gateado bragado, del cual se derivaron todos los actuales como ramas de un mismo tronco. CROMOTROPISMO El cromotropismo es la facultad de las células cromógenas de variar de color y aspecto de acuerdo con el medio ambiente. En todos los seres de la creación se cumple la siguiente ley biológica: La variabilidad cromática está en razón inversa a la superioridad de la especie. Los mamíferos y las aves son los que la poseen en menor grado; ello no obstante, presentan un cromotropismo estadial y otro estacional. El estadial lo cumplen en los diversos estados de la vida: Así, los pichones y cachorros tienen distinto color de plumaje o pelaje de los padres, cumpliendo la ley mimética de que es más mimético el plumaje o pelaje del pequeño cuanto más inerme es la especie. El estacional lo cumplen en las estaciones extremas del año, invierno y verano, al mudar de pelo o plumaje. Es completamente ilustrativo, en esto? lo que pasa con la fauna de la región Artico-Continental que habita las estepas ruso-siberianas; en verano las perdices libres, agachadizas, zorros, etc., son pardos para disimularse entre la vegetación, pero a medida que las nieves invaden estas regiones, cambian su vestimenta, emblanqueciendo gradualmente hasta quedar totalmente blancos. En estos animales se ha producido el pasaje del pigmento del estado visible al estado potencial; en el primer caso es un animal fanerócromo; en el segundo, un criptócromo; vale decir, que ambos animales son igualmente pigmentados, sólo que en unos se ve el color y en los otros está oculto. Corresponde establecer en forma categórica que nunca debe confundirse un animal blanco o criptócromo con un albino o ácromo (sin color) ; el primero es un ser perfecto; el segundo es un caso de degeneración. El albino o ácromo es un ser deleznable, un desheredado de la naturaleza a quien la selección natural elimina inexorablemente; nunca existieron estos seres en estado salvaje, y sólo la protección del hombre ha permitido la supervivencia de ellos. CROMOHERENCIA Es la herencia de color y ella cumple con todas las leyes de la herencia que se dividen en dos grandes grupos antagónicos: las leyes recesivas y las progresivas. La diversificación del pelaje de los yeguarizos ha sido fruto de la domesticidad, que ha actuado por medio de múltiples factores, como ser: cambios de alimentación, cambios de clima, estabulación, cromotropismos regionales, selección artificial, etc. El largo cautiverio ha hecho primar las leyes progresivas o acumulativas habiendo impreso en la especie caballar leyes fijas para cada pelaje; pero el hombre hizo más; no sólo se concretó a encauzar la obra normal de la naturaleza y mejorarla, sino que maliciosamente la ha explotado, creando pelajes anómalos mediante una cruzación dirigida que tiene por base los degenerados albinos o acrómicos. Los frutos de estas cruzas dan pelaje que impresiona fuertemente por lo raro y llamativo de su presencia. En este afán el hombre ha creado dos pelajes: el pintado y el tobiano; un pelo: el naranjo o palomino, y una variedad: la overo-tobiana. DE LAS LEYES CROMOHERENCIALES Cada pelaje tiene su ley cromógena, y aquel que no la satisfaga no pertenece a ella por más que lo parezca. Esta ley se exterioriza en cinco jalones cromoherenciales que guardan el siguiente orden de valores: el color del cuero, el color de los cascos, el color de las cerdas, el color del manto y el color del iris de los ojos. Cada uno de estos jalones tiene a su vez divisiones de acuerdo a los caracteres cromógenos, y de su especificación exacta en conjunto surgen las veinticinco leyes cromoherenciales del pelaje de los yeguarizos; de estas leyes, veintitrés corresponden a pelajes naturales y dos a pelajes artificiales. Los pelajes naturales son: oscuro, zebruno, moro, lobuno, zaino, barroso, doradillo, colorado, castaño, pangaré, bayo, entrepelado, gateado, tostado, alazán, ruano, tordillo, sabino, azulejo, rosado, overo, blanco y palomo. Los pelajes artificiales son: pintado y tobiano. DE LA CLASIFICACIÓN Clasificar es el acto de ordenar varias cosas de acuerdo a un plan. Este plan con respecto al color de los caballos ha de ser el siguiente: primero, por su pelaje; luego, por su pelo; después, por su variedad; luego, por la subvariedad; después, la variante; luego, la subvariante; a continuación, la variación; luego, las señas, y por último, las particularidades. Para realizar este trabajo de filiación, el experto debe exigir un cierto número de requisitos en el animal que se clasifica, satisfechos los cuales, el caballo filiado exactamente puede ser reconocido entre miles y miles. DE LA NOMENCLATURA El nombre de los pelajes de los caballos fué establecido en primer término por las referencias de origen hispano y en segundo término por el tiempo. . . ¡El tiempo!.. . los años. . . años y años. . . el convivir constante con el noble bruto y la necesidad de su individualización, gestaron la nomenclatura con una terminología cuyas raíces se pierden en la oscuridad de los siglos y en la ciénaga del anónimo. . . ¿Quién fué el que dió el nombre al gateado? ¿Quién al barroso? ¿Quién al pangaré? ¿Quién?. . . Ante esos anónimos, ante ese producto del tiempo y de la raza, me descubro reverente, y no seré yo quien profane con sondeos vanos la serena majestad de su silencio. . . El desenmarañamiento de la nomenclatura fué para mí un nudo gordiano. El acopio del material autóctono se me presentaba como un caos. . . Sólo el tiempo, la maduración, la cerebración temática, la paciencia, el anhelo interpretativo, el respeto y el amor lograron su clasificación en forma muy graduada y obstinadamente prolongada. Por eso, al lograrla, mi espíritu ha experimentado esa rara sensación de incomparable belleza, profunda armonía e inefable plenitud que sólo se siente ante la solución de un problema de la madre naturaleza. . . Revista Argentina 01/09/1949 |
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