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RADICALES
LA SOMBRILLA DE AMADEO
"Frente al proceso de las precandidaturas ya se esbozan dos líneas en el radicalismo del Pueblo —confiaba la semana anterior a primera plana un alto dirigente capitalino—. Aparentemente. Córdoba puede ser el detonante de la pugna interna entre los herederos de Alem-Yrigoyen y Alvear.”
Un llamado “Movimiento Nuevo” agita desde hace unos meses los sectores del radicalismo mediterráneo adversos al Comité Nacional. Los balbinistas Horacio García, Mario Roberto y Eliseo Hormaeche reciben diariamente los embates de los izquierdizados movimientistas Conrado Storani (hasta hace poco, miembro del ENA), Carlos Becerra y Ramón Mestre. Otro sector más moderado del mismo “Movimiento Nuevo” tiene como figuras principales a Víctor Martínez —un recordado ex Intendente y actual director de Los Principios, a quien se menciona como posible candidato a Gobernador de la docta—, Eduardo Angeloz y Eduardo Gamond, ex Diputado nacional.
Algunos allegados a Ricardo Balbín piensan que en el panorama nacional este último sector será proclive a evitar cambios perjudiciales. Aunque en las filas provinciales enfrente al balbinismo, en otros distritos comprenderá que sólo el predicamento del Chino mantiene la cohesión partidaria.
En Mendoza —por otra parte— no se pudo evitar que un sector dirigido por Alejandro Manzur y Santiago Llaver quedara al margen del partido. El juez electoral reconoció como representativa a la Junta Promotora presidida por Alfredo Mosso, donde milita Leopoldo Suárez, el ex Ministro de Defensa de Arturo Illia, notorio amigo de Arturo Mor Roig, José Luis Cantilo y Alejandro Lanusse. Los rebeldes mendocinos posiblemente sumen fuerzas con los movimientistas cordobeses para promover a figuras como Storani a nivel nacional.
De todos modos, nuevos nombres irán cubriendo paulatinamente la palestra yrigoyenista. También el radicalismo participa del “trasvasamiento generacional”. César García Puente en la provincia de Buenos Aires, Benjamín Zavalía en Santiago del Estero, Emilio Contín en Entre Ríos o Héctor Hidalgo Solá en la Capital parecen marcar los senderos de la renovación en los actuales cuadros radicales. Balbín está dispuesto a abrir compuertas y considera que su tránsito por la vida política llega a su culminación si lograra impulsar un gobierno civil de unión Nacional. “Balbín, al igual que Perón, ya se siente a esta altura de su vida más allá del bien y del mal —explicó uno de sus delfines—, lo que no significa que resigne su imagen política ante los embates de los adversarios. Al contrario, su estrategia piensa reforzarse en su condición de fundador y auténtico heredero de la Intransigencia Radical.
Según los balbinistas, a Illia y los rebeldes cordobeses les costará demasiado deteriorar la imagen del Chino como heredero del sabattinismo.
Uno de los íntimos de Don Ricardo recordó ante Primera Plana la reunión de Avellaneda en 1945, presidida por el santafesino Roque Coulin. En esa oportunidad la “Mesa Revisionista” se opuso a la alianza del radicalismo con la Unión Democrática. La Mesa la componían, entre otros, Moisés Lebensohn Ricardo Balbín. Crisólogo Larralde, Alejandro Leloir, Salvador Cetrá y Fernando Solá. Dos de ellos, Leloir y Cetrá, pasaron luego a las filas peronistas. Respondían todos, en líneas generales, a la estrategia de Amadeo Sabattini. De allí que el coronel Perón estableció contactos con el caudillo de Villa María para sumarlo a su incipiente conglomerado electoral. De esta Intransigencia Nacional, antiunionista y antibradenista, surgió como Diputado nacional Ricardo Balbín. En tales corrientes surgieron, también, las candidaturas sucesivas —para presidir el órgano ejecutivo máximo del partido— de Santiago del Castillo y de Arturo Frondizi. Hoy, para los balbinistas, “Arturo Frondizi fue el gran traidor a la línea popular de la Intransigencia”.
Con semejante imagen, las acciones de Don Ricardo pueden ascender en la bolsa del Comité Nacional y su elección tornarse casi segura.
De cualquier modo —según los íntimos—, Balbín jamás aceptará una candidatura a Presidente de la Nación si el radicalismo se presenta solo y aislado de otras fuerzas. Únicamente se considera posible como candidato de coincidencias multipartidarias. En el caso de no lograrse un entendimiento, el personaje propuesto por los afiliados radicales podría rastrearse tras figuras como Leopoldo Suárez u hombres nuevos como Alfonsín, que brinden una imagen de futuro a los herederos de Yrigoyen.
Actualmente, en las filas del balbinismo se revitaliza la función conductora de hombres con visión política, “dado que los técnicos deben permanecer al margen de las luchas intestinas. La tecnocracia fue en los últimos tiempos un invento de los grupos privilegiados del poder económico y las clases conservadoras para mantener el statu quo. Los técnicos fueron el refugio y la excusa para frenar los cambios. Desprestigiados los golpes de Estado militares, lucubraron el golpe aséptico de los tecnócratas, los mesías salvadores de un orden —o mejor, desorden— que se derrumba estrepitosamente”, declamaba el jueves un discípulo predilecto del presidente del Comité Nacional de la UCR.
El radicalismo sigue siendo un partido democrático y la masa de afiliados dirá en las elecciones internas si Don Ricardo se mantiene o no a la altura del proceso que vive el país. Y aunque muchos especulan con la entrevista Perón-Lanusse. o Perón-Frondizi, muy pocos —pero con mayor seguridad— piensan que un interlocutor fácil y agradable para el exiliado madrileño puede ser el Chino, vestido con la herencia del caudillo cordobés a quien Perón en 1945 solicitó su apoyo electoral.
• PRIMERA PLANA Nº 473 • 22/11/72

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