Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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RADICALES Historias de candidatos “El radicalismo no capitulará en la defensa de las banderas de la institucionalización. Dentro de ella todo será analizado, discutido, perfeccionado o condenado, si fuera necesario ... Aventuras como la de junio de 1966 no se volverán a repetir’’. En esa forma, Ricardo Balbín explicó a una delegación de obreros tucumanos, el lunes 1º, el pensamiento del radicalismo ante la situación del país. No es la primera vez que el caudillo radical insiste en esos términos, tratando de salir al paso de cualquier probable modificación sorpresiva que aliente perspectivas diferentes a los canales constitucionales del proceso político. Si bien la conducta exterior de Balbín se mantiene prácticamente inalterable, y a pesar de que en sus recientes giras por Buenos Aires y Santa Fe ha hablado sólo de política nacional, la UCR está ocupada en los aprontes de un acontecimiento íntimo. Hasta el 19 de mayo venidero, el radicalismo celebrará elecciones internas en todos sus distritos; de acuerdo a lo resuelto por el plenario del Comité Nacional celebrado en diciembre pasado, esa fecha marca el límite del procedimiento electoral; y, como siempre, el principal punto de gravitación sobre el que giraron los cañones de la cúspide partidaria fue la provincia de Buenos Aires. Se entiende sin grandes dificultades: la victoria en ese distrito otorga el triunfo moral en las internas. ASCENSOS Y DESCENSOS. Con más de 300 mil afiliados —la mitad de los efectivos de la UCR a escala nacional—, Buenos Aires acudirá a las urnas el 12 de mayo. Desde tiempo atrás, Balbín y sus partidarios concentraron su actividad en ese distrito clave, hasta que la lista de candidatos a delegados por la provincia resultó la siguiente: Balbín, César García Puente, Juan Naím. También se decidió que Juan Carlos Pugliese sucediera a García Puente al frente del comité provincial, mientras se aseguraba que éste ocuparía una de las secretarías del Comité Nacional. Después de consolidar su trayectoria en la máxima conducción bonaerense, García Puente comienza su carrera de dirigente nacional. Para algunos, el auge del todavía presidente del comité provincial provocará ciertos roces. Por de pronto, a nadie escapa que la estrella de García Puente comenzó a brillar cuando se apagaban las luces para el actual secretario del Comité Nacional, Enrique Vanoli. Perdido su capital político en el momento de confeccionarse las listas de su distrito, Vanoli no aspirará nuevamente a ser delegado al CN, condición indispensable para tener un sitio en la mesa directiva de la conducción partidaria. La estrella de García Puente encuentra, de esa manera, un cielo despejado. Sin embargo, cuando algunos dirigentes expertos piensan en la futura conducción —los balbinistas descartan la posibilidad de una victoria de Alfonsín, afirmando, incluso, que ya se han asegurado 6 delegados más de los necesarios para reunir los dos tercios que requiere la reelección de Balbín—, sugieren que la designación de García Puente como secretario del CN puede tropezar con ciertas dificultades. Es que, para estos ánimos cautelosos —generalmente, buenos amigos de Vanoli— la presencia del segundo candidato por la provincia podría traer discrepancias en un terreno en que la estrategia nacional delineada por Balbín no acostumbra discutirse. Eso, quizá, es lo que habría tratado el caudillo radical de prevenir en ciertas reuniones preparatorias —novedosas en el partido— poco antes de aceptar su candidatura. Otra franja de dificultades es la relación entre el diputado nacional y dirigente bonaerense Vicente Mastrolorenzo y Pugliese. Asesor político de primera línea del CN, y hombre con respaldo propio en el partido, Pugliese derrotó ampliamente a Mastrolorenzo a lo largo de la confección de las listas, y parece tener pocas ganas de acceder al pedido de ese dirigente de obtener la vicepresidencia primera del Comité de la provincia; aunque García Puente podría apoyar, en alguna medida esas pretensiones, si se tiene en cuenta, para formular esta hipótesis, que Mastrolorenzo fue, durante lo que va del proceso preelectoral, uno de sus pilares. Y que colaboró, además, en inclinar la pendiente por la que se deslizó Enrique Vanoli. RENOVACION Y CAMBIO. Mientras los hechos relatados suceden en el campo del balbinismo, Raúl Alfonsín predicó los postulados del MRC a largo y lo ancho del país. Pero sus puntos de vista sobre la evolución política de los acontecimientos no han trascendido demasiado. Es que Balbín se empeñó, en los últimos días, en llenar el vacío político de la oposición; por una parte, actuando como vocero de partidos de centroizquierda en el diálogo con el presidente; luego, a través de una permanente denuncia pública de cualquier tipo de alternativa golpista. En tanto que estas circunstancias obran para que el papel de Alfonsín se diluya, la imagen de Balbín tiende a ocupar esa franja, logrando auditorios adicionales. Sólo un acontecimiento de auténtica magnitud nacional, que hiciera dudar en el instante preciso de los resultados de la estrategia general del caudillo a los electores independientes de la UCR, podría torcer el curso le las aguas hacia el cauce de Alfonsín. PANORAMA, ABRIL 4, 1974 |