Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

duilio marzio, graciela borges
Teatro
Un embustero adorado
¿CON EL RUBRO DUILIO MARZIO-GRACIELA BORGES SE INICIA UNA NUEVA ETAPA DEL TEATRO ARGENTINO?

ESTAMOS acostumbrados a que los actores del teatro nazcan del teatro y que los actores del cine lo hagan del cine. Difícil es conjugar una cosa con la otra marcando gran calidad en ambas. Los ejemplos podrían ser infinitos. Tenemos actrices de cine que jamás han hecho teatro o que lo intentaron arrepintiéndose pronto. Tal razonamiento obliga a pensar que con el lanzamiento de dos figuras netamente de cine como son Graciela Borges y Duilio Marzio puede iniciarse una etapa nueva y muy valedera de nuestra escena. En primer término porque su juventud abre infinitos caminos y en segundo término porque la atracción de sus nombres puede llevar a las salas teatrales a públicos alejados de este arte tan magnífico y tan necesitado de espectadores asiduos y entusiastas.

La obra con la cual iniciaron esta cruzada no es un ejemplo de la dramática que se admira en las academias, ni tampoco de la que queda en la historia del teatro, y eso disminuiría un poco él valor de esta iniciación. Pero se trata de una empresa comercial y en tal sentido “Mi adorado embustero”, la obra elegida, cumple su cometido en toda su amplitud. Es entretenida, graciosa, y divierte a mares. Joseph Fields y Peter de Vries, sus autores, conocen perfectamente el oficio que tienen entre manos y lo cumplen con amplia seguridad de medios. La historia del adorado embustero está revestida de múltiples situaciones y hechos bien pensados y su ensamble total compone una comedia de variados ribetes risueños. La intrascendencia del tema no afecta para nada a la trama tejida sobre frases y actitudes que si bien se manejan sobre un nexo principal —el desliz que ha tenido el marido y cuya consecuencia ha sido incorporada al hogar con todas las legitimidades de la ley aun cuando la esposa desconoce el origen— pueden vivir tranquilamente aisladas de ese hecho; tal es la seguridad y el oficio con que se manejan los autores. “Mi adorado embustero” no es el camino que se busca para la formación de una renovación de nuestro teatro, pero la constitución de rubros jóvenes como el de Graciela Borges y Duilio Marzio es lo único que con el tiempo puede afirmar una dramática nacional de directo impacto sobre el público argentino.
Toda la acción de esta escena parece estar concentrada en la persona de Aída Luz, actriz que cumple una estupenda labor animando el papel de una mujer casada, experta en las lides de la maternidad. No es la primera vez que Aída Luz recoge aplausos en el reducido espacio del teatro Empire. En esta sala cumplió su bautismo teatral junto a Esteban Serrador.
Duilio Marzio y Hugo Pimentel —perfectos en sus respectivas actuaciones— tratan de resolver el problema que les ha planteado la visitadora social y no saben de qué medio valerse. No preveían que, como buena mujer americana, la causante concentraría dentro de sí todo: enredo y solución.

Lía Casanova anima a una visitadora social sumamente atractiva y extraña —bueno, “extraña” no es la exacta definición—, cuya entrada en el hogar de nuestros héroes trae aparejado, junto con la solución, un problema de riesgosos ribetes. Su belleza y sugestiva manera de actuar hacen tambalear la dicha de la joven pareja Graciela-Duilio.
El retorno accidental de la hermosa causante de los hechos relatados en la comedia provoca nuevos conflictos. Cuando parece que todo habrá de desmoronarse definitivamente, Graciela, que ahora también tendrá su propio niño, comprende y perdona. De esa manera se rompe el hielo que mantenía separado al joven matrimonio.

Platea
3/6/1960
 

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