Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
![]() |
AMELIA BENCE Y LUIS DAVILA METEN A DUILIO MARZIO EN UNA TRAMPA EL viernes 24 se estrenó en Buenos Aires, en el teatro Empire, una pieza de tipo policial, de la que es autor el francés Robert Thomas, que viene precedida de fama internacional, ya que ha sido un éxito en los diversos países en que se ha conocido. La obra francesa ha sido representada entre nosotros por un excelente elenco, formado por cinco actores argentinos: Amelia Bence, Duilio Marzio, Zelmar Gueñol, Luis Dávila e Isabel Aguirre y. un uruguayo: Ubaldo Martínez, dirigidos por un director español: José Osuna, importado directamente de España para ponerla en escena por el grupo titulado Producciones Teatrales Argentinas, que componen tres personas de nuestra sociedad amantes del teatro: María Luisa Bemberg, Evla Paz y Marcelo de Ridder. Como decíamos, el estreno se efectuó el viernes, para el público, pero el jueves hubo una gran premiere para periodistas y gente del ambiente (que es la que vamos a reseñar en esta nota), y el miércoles se celebró el ensayo general de la compañía, a puertas cerradas, y al que pudimos asistir, por una gentileza especial para PLATEA de los componentes del P.T.A., ya que estaba rigurosamente prohibida la entrada a toda persona ajena a la compañía. Quisimos estar allí principalmente para ver en su tarea directriz a Osuna, bien que, cuando se llega al ensayo general, la pieza ya está montada, y poco o nada corrige el director. Sin embargo, el español que, como ya nos habían anticipado, es muy vivo de genio, no pudo con el ídem, y en varias oportunidades, a la menor falla, gritaba estentóreamente desde la platea: — ¡Por favor!... ¡Graham!.. . ¡Graham’ ¿Por qué no ha sonado el timbre del teléfono?. . . La cabeza rubia de Graham (el ayudante de dirección) asomaba, tímidamente, entre bastidores: —Porque aún no lo ha conectado el electricista . .. —¡Pues ya debía haberlo hecho!... En un final de cuadro las cortinas se cerraron antes de tiempo. —¡Graham!... ¡Esa cortina!... ¿Por qué ahora?... Y Graham, suavemente: —Perdón, señor Osuna. Yo di solamente '‘prevención”... Ha sido un error del “telonero”. . . —¡Claro!. . ¡Por eso mandé que viniera esta tarde el “telonero”, para que ensayara con nosotros y ahora no cometiese errores!. .. Osuna no sólo descarga responsabilidades sobre su ayudante, sino que él mismo salta de la platea al escenario (como es delgado y ágil puede hacerlo), y corrige, por sí mismo, cualquier cosa que no le gusta: una silla mal puesta, la colocación de un actor. EL PULLOVER DE DUILIO. Entretanto, María Luisa Bemberg y Marcelo de Ridder observan y aquilatan detalles del vestuario y de la escenografía, ya que el P.T.A. trabaja en equipo y sus dirigentes se ocupan de todo. María Luisa —que tiene aficiones de figurinista— diseña el vestuario (que luego mandan a hacer a una de nuestras más caras modistas: Vanina de War), y Marcelo se ha ocupado esta vez del decorado. En éste hay grandes cortinas verde oscuro. Duilio luce un pullover rojo y, poco después, entra Amelia, con un precioso traje azul. — ¡Esto no puede ser! —exclama Marcelo—. ¡Esos tres colores juntos sobre el escenario son un desastre!... —¿Y qué quieres que haga? —le responde María Luisa—. Me has ido quitando colores para el vestuario, porque no iban bien con la escenografía, y ya no me queda casi ninguno... Interviene Evla Paz: —Duilio podría ponerse un pullover beige. . . Ese es un color que no estropea los otros. —Está bien. Mañana por la mañana habrá que salir a comprarlo. Y otros pantalones. . . ¡Ah! Y una corbata para el tercer acto... Tiene que ser una corbata de lana, tejida. .. No se olviden que estamos en Suiza... De pronto, despliegan una frazada: —¡Qué horror!. .. ¡Una manta de cuadros sobre un sofá escocés!... Mañana hay que traer otra, color vicuña. . . Y a la noche siguiente todo está conseguido (a pesar de que el ensayo general terminó a las cuatro de la madrugada y que, el propio jueves, hubo otro ensayo de tarde): Duilio tiene su pullover beige y su corbata de lana, y se cubre con la manta de vicuña. —Usted sabe —me dice María Luisa Bemberg —que para conseguir esa corbata tuvimos que recorrer nueve comercios. En ninguna parte había corbatas tejidas... UN DIRECTOR DEL QUE TODOS HABLAN BIEN. Osuna ha hecho trabajar muchísimo a los artistas. Ocho horas diarias de ensayo y los últimos días, doce y trece. Ha demostrado su sangre española, dando más de un grito y haciendo repetir una y otra vez una escena, pero, sin embargo, cuando les pregunto a los actores, a los promotores y hasta a Moreyra, el representante de éstos, todos me dicen: —Realmente es un gran director. Y un excelente actor, pues él sube a escena y marca el papel a uno o a otro, perfectamente. Sin embargo ... La noche del ensayo general yo escuchaba a De Ridder, mirando el decorado: ‘¡Qué lindo!... ¡Qué mono!”, casi con un poco de sorna, cosa que me extrañaba, sabiendo que era creación suya y de Osuna. Luego supe que, precisamente por este decorado, había habido sus más y sus menos entre ellos. Parece que lo que había dibujado Marcelo era mucho mejor, pero que Osuna había puesto mil objeciones y luchado, hasta que logró que lo hicieran a gusto suyo. —¡Ah!... “Pero así es en España” — decía alguien, remedando el acento madrileño del director. UNA GRAN “PREMIERE”. La noche del jueves el teatro se llenó con la ‘‘crema de la intelectualidad”, como dice el chotis mexicano. Desde muchas personas de nuestra sociedad hasta lo más importante del ambiente artístico. Allí estaban Mirtha Legrand con Daniel Tynaire, Elsa Daniel con Barreiro, Gilda Lousek con Olivera, Silvia Legrand con su esposo, Delia Garcés con Alberto de Zavalía, Blackie, Fernando Ayala, Delma Ricci, Alberto de Mendoza con Mabel, Cecilio Madanes, Mario Soffici, Mariano Perla con su encantadora esposa, y muchos otros, que para enumerarlos necesitaríamos más espacio del que disponemos. REGALOS. A las nueve y media llega Duilio al teatro. Viene en mangas de camisa (ese día el calor fue agobiante), con una valija en la mano. Enseguida saca de ella cinco paquetes. Son libros que trae de obsequio a sus compañeros, con sus expresiones de buena suerte, y que, enseguida, reparte por los camarines. A Luis Dávila le trae: “El Rinoceronte”, de Ionesco; a Zelmar Gueñol: “Griego busca a griega”, de Dürrenmatt; a Amelia Bence, un hermoso ejemplar sobre Modigliani y su pintura. Como Amelia está maquillándose, muy apurada, es Cecilio Madanes, que se halla en su camarín, saludándola, el encargado de quitar el papel que lo envuelve. En la portada hay un retrato de mujer, del mencionado pintor. Al verlo, Cecilio me dice: —¡Qué casualidad! ... El otro día estuvimos viendo, Amelia y yo, el original de este cuadro, que vale cuatro millones de pesos, y se encuentra actualmente en Buenos Aires. —¿Quién lo tiene? —inquiero. —No te lo puedo decir —me responde. También Claudia Madero, la traductora de la obra, trae un pequeño paquete. Se lo entrega a Osuna. Este lo desenvuelve delante de mí. Ambos nos reímos. Se trata de una pequeña trampera dorada, en la que hay atrapado un ratoncito de metal. No se puede negar que es graciosa y original. —Un recuerdo de “La trampa” —dice Claudia a Osuna, que la abraza agradecido. DIFERENCIAS DE DIRECCION. Converso unos minutos con Isabel Aguirre, que, con esta obra, hace su debut profesional en Buenos Aires, después de haber estado durante cinco años estudiando y actuando en E.E. U.U. —Supongo que notará usted diferencias de dirección entre la de los norteamericanos y la de este español... —Efectivamente. Allí, al comienzo, cuando empecé a estudiar arte escénico, yo movía los brazos un tanto ampulosamente. Y enseguida me corregían: “Under play”, me decían. Querían que los bajase, que casi no los moviera, para concentrar la tensión dramática en la palabra, en la expresión del rostro. Ya me había habituado a esa sobriedad. Pero Osuna, con temperamento latino, me ha sorprendido, haciendo que la gente grite y gesticule con mayor pasión. Eso no es una crítica. Lo considero muy bueno, pero distinto de lo que yo vengo de hacer. ¿EL ULTIMO ROMANCE DE DUILIO? En el entreacto veo a Duilio, en un rincón, hablando con entusiasmo con una bonitísima señorita, muy elegante, con un vestido de cocktail negro. Queremos retratarlos. Él se opone. Pero ya la foto está hecha. —¿Quién es tu encantadora amiga? Se ve obligado a presentarnos. Dice claramente mi nombre. Después: Marta... Y el apellido de la joven se pierde en un susurro. No insisto, ya que la actitud de ambos demuestra bien a las claras que entre ellos hay algo más que una amistad. CARMEN POMES Revista Platea 31.03.1961 -pie de fotos- -Amelia Bence. -Luis Dávila. -Ubaldo Martinez -Duilio Marzio. -Zelmar Gueñol. -Duilio Marzio, Ubaldo Martinez, Amelia Bence y Luis Dávila en una escena de la obra, dirigida por José Osuna. -Duilio Marzio con Marta ... Parece ser que entre ellos hay algo más que una amistad. Casi se podría afirmar, sin temor a error, que Marta ... es el actual romance de Duilio. -Duilio Marzio y Ubaldo Martínez, que desempeñaron interesantes papeles en “Trampa para un hombre solo”, de Robert Thomas, en traducción de. Claudia Madero. -El embajador de España asistió a la elegante velada. Aquí lo vemos rodeado de un grupo de amigos. -Alberto de Zavalía y Delia Garcés -Mirtha Legrand y Daniel Tynaire. -Duilio Marzio, Luis Dávila y el director español José Osuna. (Abajo) Amelia Bence y Cecilio Madanes. -María Luisa Bemberg, una de las productoras, arregla el moño a Ubaldo Martínez ante la mirada atenta de Luis Dávila. -Santiago Gómez Cou y Claudia Madero. -Silvia Legrand y su marido, señor Lopina. -Alberto de Mendoza y Fernando Ayala. Fotos RAINOLDI |