Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Trío Los Panchos en Buenos Aires LAS bambalinas del teatro Maipo son las más intransitables. Y no hablamos de su envergadura edilicia, sino del cúmulo de personas ajenas al espectáculo que se mueve por entre pasillo y camarines en incesante desfile. Cuando la altura media de Los Panchos —Albino, Navarro. Gil— apareció ante el cronista, inundada en flores y “fans”, fue más difícil aún atraerlos hacia ’as preguntas que PLATEA tenía preparadas. Ante todo debe constar que a Los Panchos, como ya es conocido de todos, se los ha titulado “Los ciudadanos del mundo”, por el incansable afán de viajar que une a los tres, y por los éxitos que han recogido en todo el mundo. Los Panchos acaban de regresar de Japón, luego de marcar etapas en Thailandia, Siam, Bangkok, Manila, Shanghai e Hiroshima. Pese a esto, tanto Albino, Navarro, como Gil, sus tres integrantes permanecen como adheridos a la vieja familiaridad provincianas que solidariza a los pueblos latinoamericanos. Por ello no fue tan arduo alejarlos de su camarín, incubarlos en otro más pequeño — ya que el calor disminuía el otoño— e invitarlos a hablar, soportando a la vez los “flashes” del insistente fotógrafo. Tanto Chucho Navarro —el que suele salir en el medio de los otros dos— como Albino, son como las figuras del México bravo que conocemos a través del cine (“Juárez”, “Viva Zapata”, “Enamorada”), en tanto que Gil podría muy bien representar a México ante una lujosa embajada, belga por ejemplo. Sin embargo, los tres ensamblan sus respuestas casi tan bien como cantando. La síntesis de sus opiniones es la que sigue: —Empecemos por el final. ¿Adónde piensan viajar, luego de sus presentaciones en Buenos Aires? Navarro: —Buena idea la de empezar por el final, suele ser siempre lo mejor del espectáculo. Luego de actuar en este Buenos Aires tan querido por todos nosotros, viajaremos a París. Allí no solamente actuaremos en televisión y radio sino que preparáremos las visas para un importante viaje que ustedes han conocido, ¿cuál les resultó más agradable? Navarro: —La música aglutina todas las preferencias. Nosotros los latinos hemos gustado de óperas italianas, de boogies norteamericanos y de poemas musicales en la lengua de Wagner, y también aquellos que no hablan nuestra lengua pueden a través de la melodía e incluso de la vocalización sentir y compenetrarse de nuestra música. Por eso es que todos los públicos nos han resultado agradables. Unos más demostrativos que otros; por ejemplo, los japoneses aplauden respetuosamente y no silban ni rechiflan como los norteamericanos, expresión que aquí se interpreta como repulsa, y en cambio ellos lo consideran como el más cálido de los elogios. —Bien, a otra cosa. Habrán tenido oportunidad de ver y escuchar a muchos cómicos en sus viajes. ¿Cuál les impresionó más? Gil: —Vea, la mecánica del chiste tiene muy pocas variantes en el mundo. En casi todos lados el equívoco es uno de los ardides más importantes. Charles Trenet es uno de los artistas que más me han agradado, sin que él haga de la comicidad su fuerte. Navarro: —Aquí, Tato Bores y Leonor Rinaldi nos ha gustado mucho. Personalmente, he hallado semejanzas entre los recursos de un Dringue Farias —a quien realmente admiro— con el famoso “Clavilazo”, uno de los cómicos mexicanos más celebrados. El estilo de Rafael Carret me recuerda también al de otro cómico azteca, Borolas, que se padecen inclusive en sus maneras de desenvolverse en escena. Alfredo Barbieri tiene recursos semejantes a los de Bob Hope, con quien tuvimos ocasión de actuar en el Waldorf Astoria, y de Don Pelele podría afirmar que tiene esa humildad, mezcla de desenfado, que caracteriza a Cantinflas. . . —Le agradezco mucho estas estimulantes comparaciones que tan bien hablan en favor de nuestros cómicos. Y pasando a otro tema que nos interesa: ¿cuáles son las “fans” más ruidosas? Albino: —Las de Estados Unidos. . . —¿Y las más afectivas? Gil: (Con un guiño.) —Las japonesas. . . —¿Es difícil casarse, viajando continuamente como ustedes lo hacen? Navarro: —Por el contrario, es sencillo, pero los tres somos solteros. —Supongamos que salteamos la pregunta y vamos a otra cosa. ¿Qué les parece la televisión argentina? Albino. —¡Excelente. Su nivel puede competir con el de las más adelantadas del mundo. Aunque en algún Canal los equipos resulten anticuados, puedo asegurarles que las emisiones resultan muy buenas. Los técnicos argentinos hacen maravillas con las cámaras. —Tengo entendido que ustedes son millonarios. . . Navarro: —Lo engañaron Gil: —¿Quién se lo dijo? —En discos. Navarro: —Eso es otra cosa. Es cierto, hemos vendido más de tres millones. —¿Y han grabado en la Argentina? Gil: —Por supuesto. La calidad técnica de la grabación argentina compite con las norteamericanas y europeas. En Estados Unidos se han vendido más de 100.000 larga duración fabricados en Argentina y Brasil. Cuando el traspunte descubrió el escondite donde nos habíamos resguardado, su voz tuvo tonalidades de mando. Los Panchos actuaron esa noche arrebatando públicos como es su costumbre. Sus incansables “bis” demostraron la profundidad de su afecto por los argentinos. --pie de fotos-- -Los Panchos tienen canciones para todos, y cualquier lugar es bueno para entretener a quienes los rodean, especialmente si se trata del cuerpo de coristas que los acompañan en el teatro que ellos se presenten. Revista Platea 12.05.1961 |