Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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REPORTAJE A TU SAM, NUEVO CONDUCTOR DE LOS DOCE DEL SIGNO
cómo gobernar al gran simpático
Desde chico advirtió que dominaba a pleno el funcionamiento de sus vísceras.
Más tarde logró devolver la vista a los ciegos. Hoy, por fin, es una estrella de la televisión

La notoriedad más reciente y encumbrada de Juan José del Pozo (39) proviene del programa televisivo tos doce del signo, un entretenimiento que emite el Canal 9 de Buenos Aires. Del Pozo lo conduce bajo el mote de Tu Sam, un nombre que alió a apariciones públicas anteriores (incluidas la TV) y en las que demostró poseer peculiares poderes físicos, además de un curioso dominio hipnótico. En aquellas primeras sesiones solía exhibir su cabeza coronada por un turbante y una pilosa barba. Despojado ahora de esos atributos, conserva sin embargo el prestigio mágico que lo rodeó desde entonces.
A muchos les puede resultar un personaje extraído de los cuentos de Ray Bradbury; los que ya lo conocían añoran, en cambio, el aspecto oriental que desplegó en su primer fogueo. Todos, en fin, no disimulan la impresión que les causa su hablar pausado y una mirada poco común que parece penetrarlo todo. Por esa razón no resulta extraño que la audiencia lo empariente con legendarios personajes rebosantes de poderes misteriosos, más bien ocultos. Es evidentemente un personaje singular; dos rarezas: guarda celoso secreto sobre el lugar de su nacimiento o el nombre de su esposa.
Lo que evoca sin cuidado es la propia historia de sus poderes, los que al parecer detectó aún imberbe, Ya a los 5 años percibió que sus vísceras respondían a los propios mandatos mentales. En la escuela secundaria (cursó una especialidad técnica) perfeccionó su información sobre anatomía y fisiología. Aunque elementales, esos conocimientos los complementó con estudios sobre electricidad, una combinación que más tarde le serviría para convertirlo en El Velador Humano. Mereció el exótico apodo tras demostrar lo muy capaz que era de tragarse una lámpara eléctrica de gran poder, una manera de ratificar el dominio sobre su aparato digestivo.
Tu Sam viajó por todo el país, América y Europa. Visitó también la cuna del yoga: la India. Si bien pasó allí algunas penurias económicas, acopió gran experiencia. El rédito de esos periplos se materializó en 1966: aparece por primera vez en las pantallas de la televisión porteña. Sucedió en el mismo Canal 9 durante la emisión del ómnibus Sábados Continuados, que por entonces conducía el locutor Emilio Ariño. En el debut batió el record mundial de permanencia bajo el agua, un medio que le es propicio, ya que pertenece al signo de Acuario.
Se lo considera responsable de devolver —accidentalmente— la vista a dos ciegos; de utilizar la hipnosis para curar vicios menores y para auxiliar a odontólogos en extracciones dentarias. No fuma ni bebe; se confiesa obsesivo e hipocondríaco. Como si fuera poco, está embarcado en delinear una nueva ciencia. La semana pasada —durante dos horas— explicó a SIETE DIAS algunos aspectos de su esotérica personalidad.
—¿Cuál es su profesión?
—Bueno—titubeó, un poco molesto—, parecería que a los periodistas no les gusta denominar a mi actividad como una profesión. Me ocupo de la práctica del yoga. En realidad mi dedicación desde pequeño fue el dominio orgánico interno. Desde que recuerdo, siempre tuve facilidad para influenciar sobre el funcionamiento de mis vísceras. Es decir, dominar los músculos involuntarios, el sistema del gran simpático.
—¿Quién lo inició en esas prácticas?
—No hubo ninguna orientación de mis padres. Lo que ocurrió fue que un día noté que podía regurgitar con gran facilidad. Lo que comía podía expedirlo rápidamente. Y eso que para entonces no tenía la menor noción de anatomía ni fisiología. Después si asimilé este tipo de conocimientos y más tarde supe que el yoga se interesaba por estas cosas, que daba orientaciones. Y aquí vendría una contradicción si se quiere. Porque el yoga no enseña los mecanismos para poder gobernar el sistema del gran simpático; acepta la influencia de lo consciente sobre ese sistema, pero no indica el mecanismo para dominar la digestión.
—Aparte de la digestión, ¿qué otras cosas domina?
—Puedo aumentar o disminuir la presión de la sangre sobre cualquier parte del cuerpo. Hago lo mismo con el jugo gástrico, pancreático y biliar. También regulo los fermentos y en especial la saliva.
—¿Qué utilidad tiene todo eso?
—Importantísima, lograr lo que se considera una utopía: el estado de salud perfecta.
—¿Tiene usted una salud perfecta?
—Bueno, la perfección siempre va delante del ser. Pero no voy a hablar de la perfección, es un término polémico. Para mí la perfección no existe. Dios no es perfecto.

A MEDIO PULMON
—¿Qué es una buena salud?
—Un buen estado de salud sería cuando la persona comienza a ignorar conscientemente su propio cuerpo. Cuando el cuerpo no se hace notar.
—¿Es cierto que a usted lo llaman “el domador de fuelles”?
—Será porque mi dominio orgánico se extiende hasta poder respirar con un solo pulmón. No es una petulancia, pero no existe una sola historia clínica en todo el mundo donde conste que una persona pueda respirar con un solo pulmón..., salvo que le hayan arrancado el otro. Y esto se lo hago notar porque es uno de los
ejercicios más difíciles. Más que influir el sistema cardiaco; yo, al corazón, lo domino desde chico.
—¿En qué consiste dominar el corazón?
—Acelerar su funcionamiento. Puedo provocar una taquicardia o aumentar la afluencia de sangre al cerebro.
—¿Ese prodigio fue el que le permitió obtener el record mundial de permanencia bajo el agua?
—Establecí un record mundial de permanencia bajo el agua hace seis años. Fue en Sábados continuados. Ese ejercicio de amnea (que así se llama a la contención de la respiración) alcanzó a 5 minutos y 6 segundos. El record estaba en 4 minutos y 40 segundos. Ahora pienso pasar los 6 minutos.
—¿El record está reconocido?
—Desafortunadamente ninguna asociación de deportes reconoce los ejercicios de amnea, y eso que puede ser un gran deporte, además de proveer grandes beneficios.
—¿Cuáles?
—Fíjese la cantidad de personas que mueren anualmente por no tener capacidad de retención de aire; por ejemplo, cuando se les da vuelta el bote. Pero con esto no logré ninguna repercusión. Y eso que hablé por televisión, di consejos. Pero no resultó interesante. Aburría, ¿sabe?
—¿No será que aburría porque lo que hay que hacer cuando se da vuelta el bote es nadar?
—Sí, pero con dos minutos de contención del aire —insistió— se salvarían muchas vidas.
—¿Es usted argentino?
—¿Por qué me lo pregunta? Mire, no estoy ocultando nada, pero actualmente preparo un pequeño test para saber de qué nacionalidad soy. Mejor dicho, de qué nacionalidad creen que soy. Lo único que puedo decir es que peso 75 kilogramos y mido 1,80 metro.
—¿Cómo es usted en su vida cotidiana? ¿Tiene hobbies?
—Soy un obseso de los detalles. Por ejemplo, fabrico mis propios equipos eléctricos. Desde el más simple bobinado hasta el más complejo tablero. Como no fumo ni bebo, alguna tara tengo que tener. Mis descargas las hago a través de esos hobbies. Hasta me corto el pelo. No me hago la ropa porque el oficio de sastre requiere una paciencia especial. Cuando estudié anatomía lo hice profundamente; eso me sirvió para respirar con un solo pulmón. En la prueba submarina yo estaba compitiendo con un filipino pescador de perlas, de esos que nacen prácticamente bajo el agua. Esta técnica del pulmón puede ser ventajosa en el caso de una herida interna. Si uno hace paralizar el trabajo de un pulmón durante dos meses y respira con el otro, se justifica la conveniencia del dominio orgánico.
—¿Ha ganado mucho dinero con su actividad?
—He tenido la suerte de vivir muchos años de las conferencias sobre mis conocimientos y prácticas, pero cada vez dieron peores resultados financieros. Y uno comienza a ajustarse el cinturón hasta que no tiene más agujeros.
—¿Qué piensa de los curanderos?
—La verdad que estos personajes (pastor Luis, Jaime Pres) no me hacen mucha gracia y dedico gran parte de mi tiempo a combatirlos. En el caso del pastor Luis presioné bastante, pero hubo algunos reclamos y tuvo que meter violín en bolsa.

CALOR DE BOMBERO
—¿Cómo encara sus sesiones de hipnosis?
—Yo tengo que evidenciar en mi voz la fuerza de mi pensamiento. Primero debo vivir yo el problema posesionándome de lo que quiere decir y trasmitir mi pensamiento. Mire, yo acepto lo mejor de cada escuelas: aplico la hipnosis verbal, modulo mi voz y me posesiono en el momento. Acepto también la trasmisión mental y en esto le aseguro que me posesiono tremendamente. Cuando digo que hay paz lo siento verdaderamente y no hay guerra. Y si quiero trasmitir la sensación de calor, experimento tanto calor como un bombero.
—¿Es usted una persona introvertida?
—No sé si ése es el término, porque en una conferencia soy extravertido.
—¿Sus dotes le dan gran seguridad personal?
—Sí, una gran seguridad.
—¿Es decir que no le hacen decir lo que no quiere?
—Por supuesto. Pero la desconfianza de los demás es lógica. Nadie me cree cuando yo digo que invierto los movimientos peristálticos, introduciéndome un trapo por el recto y sacándolo por la boca.
—¿Hay muchos hipnotizadores?
—Sí. El más grande es el medio ambiente. El más directo, un templo. En ese ambiente de gran sensibilidad creado allí, el párroco aprovecha para introducir ideas en el subconsciente por medio del sermón. Dice: ‘‘Desde hoy no vas a robar más, vas a ser bueno”. El individuo sale, hace unos pasos y dice: “Voy a ser bueno”. Más adelante dice: “Tendría que ser bueno”. Pasa un rato y dice: “Desde mañana voy a ser bueno”. Sucede que está poseído por ese gran hipnotizador que es el medio ambiente.
—¿Qué tipos de problemas puede solucionar mediante sus conocimientos?
—Hábitos como el de roerse las, uñas, enuresis nocturno, vicios como los de fumar y beber. Para los fumadores tengo varios métodos por repulsión.
—¿Dónde realiza todo esto?
—En un consultorio y a modo de demostración. No atiendo consultas particulares, como aquellos que prometen curaciones milagrosas.
—Pero usted curó paralíticos y ciegos.
—Eran parálisis psíquicas, y sin querer he rehabilitado dos ciegos. Una de las cegueras databa de 18 años atrás.
—¿Cómo sucedió?
—Yo hacía en esos momentos hipnosis colectiva y dije que cada uno se fijara una idea. Eligieron ver. El primero de esos casos ocurrió en la provincia de Córdoba, cuando yo tenía 22 años. Y le aseguro que me impresionó tanto que luego dediqué algo de mi tiempo a los no videntes. La segunda experiencia, seis años después, también me perturbó bastante.
—¿Cómo son el contenido y desarrollo de sus conferencias?
—Las conferencias que doy son en su mayor parte de orden popular y otras para profesionales. Después de estas últimas hago demostraciones; por ejemplo, de la aplicación de la hipnosis en enfermedades de origen psicosomático, en costumbres (cambiar hábitos) o en anestesias (operaciones, extracciones dentarias y parto sin dolor). Ya llevo más de dos mil intervenciones.
—¿Cómo reaccionan los profesionales?
—Muy bien. Porque lejos de proponerles una cosa que pueda molestarlos, les estoy ofreciendo algo concreto. Con decirle que cuando finalizaba cada demostración tenía no menos de diez invitaciones a comer...
—¿De dónde viene su nombre Tu Sam?
—De una rama materna. Me gustó la fonética y la adopté separando la palabra, que en realidad es Tusan. Lo lamento. Tu-Sam no tiene ninguna explicación mística, y no tengo nada que ver con los magos. Por eso me saqué la barba y el turbante. En realidad no necesito nada de eso ahora.
Revista Siete Días Ilustrados
8/5/1972
 

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