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DISCOS

LA VOZ DEL AMA

BIG BROTHER. & THE HOLDING Co. CBS estéreo, 19153.

Aconteció en un motel de California.
La hallaron tendida en el lecho con la plácida sonrisa de lo que parece ser, ya, el sello de una sobredosis. La semana anterior había finalizado su segundo lp como solista. Janis Joplin tenía apenas 27 años, y un concepto muy personal sobre el significado de la vida. Cuando abandonó su ciudad natal (Port Arthur, Texas), lo hizo con esa actitud privativa de los protagonistas, imaginarios o no, producidos por la mente descriptiva del desaparecido Jack Kerouac.
Su deseo íntimo era convertirse en una “mujer”, no en la compañera de un granjero que teje calcetines, se abriga al amparo de un leño ardiendo. Estaba en contra del sistema y sus paralelos. Vivió descuidadamente organizada. Cuando comentó: “Siempre fui víctima de mí misma, pero ahora dejo que los sentimientos trabajen para mí”, quizás apostó conscientemente a un solo final. Su arribo a San Francisco le señaló con claridad el lugar donde se encontraba la esencia de su búsqueda. Fue, así, la única cantante blanca que vocalizó como una negra.
En ella imperó de manera constante la influencia de Bessie Smith y aquellas grabaciones antológicas de la década del 20. También asomaba, con sus característicos perfiles, la imagen de Big Mama Thorton. La definieron como “La Reina de los Blues de Frisco”. Sus presentaciones en público configuraban un crescendo de ardiente sensualidad. No era para menos: cabellos largos, rubios, rostro angelical, vestidos transparentes que señalaban generosamente sus mórbidas geometrías y, en especial, una manera equívoca de tomar el micrófono, provocaban la euforia colectiva de la audiencia. Su amiga íntima fue Grace Slick, solista de Jefferson Airplane.
El último recital lo cumplió sorpresivamente en el Festival for peace, que se realizara en el auditorio Shea de Nueva York, el 6 de setiembre de 1970. Cuatro años antes, junto con su amigo "Travis Rivers, había integrado “Big Brother & The Holding Co.”, convirtiéndose en poco tiempo en la atracción del conjunto.
Su voz, a veces enronquecida, otras cálida, esquematizó una expresión interpretativa, alejada de la habitual femineidad de sus colegas. Proyectaba la esencia de los blues, con el carisma propio e individual de aquellas viejas vocalistas que, pertinaces, trataban de sobrevivir entre grabaciones y clubes nocturnos, para perpetuar la tradición de una raza. Aun a costa de comercializar sus cuerpos.
Es el sonido latente del movimiento den analizar los principios excepcionales de Janis Joplin, especialmente en “Bola y cadenas” (Ball and chains), que fuera un suceso y que se grabó en el Fillmore Auditorium de Bill Graham, activo productor del espectáculo pop, hoy desaparecido. Allí se expresa con violencia, nostalgia, agresividad, sintetizando una personalidad creadora, más las distorsiones y malabarismos de una guitarra que recuerda a Jimmi Hendrix.
Es el sonido latente del movimiento underground, alejado de la complacencia, de lo pueril, aunque se escuche un académico Summertime. Tres guitarras, un contrabajo que interviene ocasionalmente, una batería, son suficientes para secundarla. Diez temas concretan la génesis de esta incomparable ave fénix de los blues que, además, recoge cuatro canciones de la propia Janis. Un testimonio de su arte perpetuado en las discotecas, que ha sabido motivar productos antológicos como Kozmic Blues. “Creo que mi música podrá sobrevivir como una expresión rescatada del espíritu que existía antes de estallar la lucha entre blancos y negros... ”. Y aunque se encuentre a siete pies, así es, Janis Joplin.

EL ANGEL Y SU GUITARRA
RAINBOW BRIDGE. Banda original del film. Reprise, estéreo, 112984.
Entonces me llevó a lo alto, sobre todo. Y dije, vuela en mi dulce ángel, vuela a través del cielo, vuela en mi dulce ángel, siempre voy a estar a tu lado. Angel. Fragmento. Poema de Jimmi Hendrix.

18 de setiembre, 1970. Ataviados de blanco uniforme, casi displicentes, los hombres transportan en la camilla un cuerpo. En ella, un hombre de color roba minutos a la muerte. Su amiga alemana no comprende o no quiere hacerlo. Un frasco de Vesparax también puede liquidar un mundo. Aunque sea personal. Habían pasado apenas 28 años desde que Jimmi naciera en Seattle, Washington, en la parte high del ghetto negro. Su padre, jardinero, lo adoraba.
Una noche lo descubre junto a una escoba. Ante el interrogante contestó: “Es mi guitarra, papá. Estoy aprendiendo a tocarla”. Pronto convierte el sueño en realidad, y la escoba es reemplazada por la guitarra eléctrica. Tímido, introvertido, se agrupó en las inevitables bandas juveniles. En 1963 ingresa en la división aérea de la armada. Catorce meses más tarde es dado de baja, por una lesión en la columna vertebral, provocada durante un ejercicio de paracaidismo,
Fue miembro activo en más de cuarenta conjuntos: Little Richards y Wilson Pickett, entre otros. Seis meses duró el propio, bautizado Jimmy Janes & The Blue Flames. Se unió a Curtis Knight, a quien acompañó en guitarra, con su personal modo interpretativo. Vegeta en el Village, hasta que en el 66 lo escucha el contrabajo Chas Chandler, del combo The Animáis, y se lo lleva a Inglaterra. Allí da vida, junto con Noel Redding (bass) y Mitch Mitchell (batería), a su famoso Experience, un trío exultante y pródigo.
Actuó en el Olympia de París con Johnny Halliday, y a su regreso a USA se presenta con éxito en el Festival de Monterrey (1967). Woodstock lo muestra en plena creatividad. Es difícil concebir la improvisación en el instrumento con los dientes, no obstante él lo hizo, sin llegar al efectismo. Vuelto a Seattle, el alcalde le entrega la llave de la ciudad. Alcanza su apogeo artístico, también el amargo vacío de la soledad. Se desvincula en el ’69 de sus compañeros y arrastra así una carga más. En la frontera canadiense es detenido. Cargo: tenencia de drogas. Muere en Londres.
Su última presentación fue en el Festival de la Isla de Wight. Poco antes había declarado: “La gente se queja todavía, cuando otra gente muere. La persona que está muerta no llora. Quién lo hace significa tener compasión de sí mismo. Cuando yo muera, toquen mi música, hagan todo lo que quieran hacer”. El entierro se efectuó en su ciudad natal, y Johnny Winter cantó en su homenaje. Apenas su amiga Monika y algunos íntimos conocen su poema póstumo completo. Sólo el final se ha difundido: La historia de amor es hola y adiós, .. hasta que nos volvamos a encontrar.
Eric Burden piensa utilizar su argumento como historia para un film. Mientras tanto, su vida va creando leyendas, que constituyen un fructífero comercio para los empresarios del show business internacional.
Rainbow bridge es la imagen envolvente de las últimas dos décadas, donde lo social se fusiona con las drogas, la música y el misticismo. Dirigida por Chuck Wein, encontró en Jimmi el producto creador determinante para conjugar con sus escarceos esotéricos el clima adecuado de las imágenes. Alegato contra el establishment, rescate de lo positivo, las improvisaciones demuestran con agresividad una calidad fuera de lo común. Ocho temas demoledores que combinan jazz con música progresiva. Nadie puede permanecer impávido.

Primera Plana
29.02.1972

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